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Maribel Sanz, religiosa vallisoletana en Astorga que coincidió con Robert Prevost en Perú. Cedida
«El papa León XIV es de esas personas que, no sabes por qué, te deja huella»

«El papa León XIV es de esas personas que, no sabes por qué, te deja huella»

La religiosa Maribel Sanz coincidió durante cuatro años con Robert Prevost durante sus misiones en Perú

Samuel Regueira

Valladolid

Sábado, 10 de mayo 2025, 16:16

Entre 1989 y 1993, Maribel Sanz (Valladolid, 1947) acudió por mandato de su madre superiora a Ayabaca, una provincia al norte de Perú fronteriza al país de Ecuador, para proseguir con el apostolado en estas regiones. Allí coincidió con el actual León XIV, entonces un joven Robert Prevost recién doctorado en Derecho Canónico y al frente de la diócesis de Chulucanas. «Era un hombre muy cercano, que apenas se daba importancia», recuerda hoy la religiosa, afincada en Astorga (León). «Es de esas personas que, no sabes por qué, pero te deja huella».

Sanz, de la congregación franciscana de Nuestra Señora del Buen Consejo, contaba 42 años cuando combatía el mal de altura mientras iba caserío a caserío a atender a nativos y peregrinos. Como agente de pastoral, acompañaba a sacerdotes que impartían los sacramentos y oficiaban misas ordinarias o ceremonias como comuniones para atender en todo tipo de necesidades, incluso más allá de las espirituales, a toda la parroquia, desplazándose a caballo entre distintos enclaves de interés.

Allí, un joven sacerdote agustino con la edad de Cristo al morir se encargaba de los jóvenes del seminario e impartía, a su vez, todo tipo de formaciones a gente como Sanz: «Tenía nueve años menos que yo», rememora Sanz. En sus reuniones, le recuerda como «una persona austera, abierta y cercana; y sobre todo muy alegre, que bromeaba mucho con el tema de las comidas», ríe.

Otra de las virtudes que rememora la religiosa vallisoletana sobre el actual Sumo Pontífice es su capacidad de escucha: «Le gustaba mucho oírnos a los demás, conocer de dónde veníamos o saber en qué estábamos trabajando», enumera. También remarca, claro, su enfoque a la hora de predicar: «Siempre buscaba la manera de transmitir la palabra de Dios con sencillez».

A lo largo de las siguientes décadas, Sanz ha compartido su estancia en Astorga con una compañera cuyo hermano, también agustino, aún mantenía el contacto con Robert Prevost. Cada vez que este les hacía una visita, Sanz no podía evitar preguntarle por aquel sacerdote con el que coincidió en Perú: «No sabes por qué, pero es de esas personas que te deja huella».

Fe para jóvenes

Haciendo balance también del papado de Francisco, Sanz opina que la época con León XIV al frente de la Iglesia Católica seguirá una línea continuista con el camino ya labrado antes por Jorge Mario Bergoglio: «Normalmente todos los agustinos tratan de ser cercanos, ponerse más al nivel de la gente, y pienso que el Santo Padre va a continuar con ese mismo estilo», valora.

«Veo lo que dice la prensa de él y encaja con el recuerdo de aquella persona sencilla», agrega Sanz. También, desde su humilde papel como religiosa en el municipio leonés, se atreve a señalar que es este, y no otro, el camino que debe seguir la Santa Madre Iglesia para continuar siendo relevante de cara a las nuevas generaciones: «La vida de fe tiene que estar inyectada en los jóvenes, pues son los que tienen que seguir dando testimonio de las enseñanzas de Jesús», concluye.

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