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Las primarias consolidan el poder de los afiliados

Las primarias consolidan el poder de los afiliados

La elección de Igea en Ciudadanos con 526 votos es el último ejemplo de la capacidad que atesoran las bases

Arturo Posada

Valladolid

Domingo, 24 de marzo 2019, 12:08

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Los cinco aspirantes a la Junta de Castilla y León de los grandes partidos parlamentarios saltarán a la arena electoral el próximo 26 de mayo después haber superado diferentes procesos de primarias. Luis Tudanca (PSOE), Pablo Fernández (Podemos) y José Sarrión (IU) ganaron sus respectivas contiendas internas antes de las autonómicas de 2015 y, desde entonces, han visto reforzado su poder dentro de sus partidos. Alfonso Fernández Mañueco se consagró como presidente regional del PP en marzo de 2017 tras imponerse en las primeras primarias del partido a Antonio Silván y Francisco Igea desafió la candidatura de Silvia Clemente en Ciudadanos y se impuso como aspirante a la Junta el pasado 11 de marzo tras el intento de pucherazo que acabó con 82 votos anulados.

Las primarias demuestran el poder que atesoran los afiliados. Tudanca se convirtió en el líder del PSOEen Castilla y León en octubre de 2014 con un total de 3.641 votos tras superar a Julio Villarrubia, quien cosechó 2.997 sufragios. El censo del PSOE en la comunidad era entonces de 10.639, pero solo votaron 6.750 afiliados.

Pablo Fernández se erigió como candidato de Podemos con 1.778 votos en abril de 2015, tras superar holgadamente los 688 apoyos que logró Fernando Gil. Dos meses antes, un total de 1.952 votantes le habían elegido como líder regional morado. Podemos contaba entonces con 13.024 inscritos.

José Sarrión logró convertirse en el candidato a la Junta por Izquierda Unida en 2015 al cosechar 1.011 votos, por los 715 que recogió José María González, entonces coordinador autonómico. Un total de 2.630 personas estaban llamadas a votar, pero solo acudieron a las urnas 1.749 entre afiliados y simpatizantes.

De todos los candidatos que acudirán a las elecciones autonómicas del próximo 26 de mayo en Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco es el que más respaldo ha obtenido, en números totales, procedentes de las bases de su partido: el actual presidente regional del PP recogió 4.087 votos en las primarias de marzo de 2017 mientras que el alcalde de León, Antonio Silván, se quedó en 1.905. De un censo de 51.191 afiliados y simpatizantes del PP en la comunidad, solo estaban inscritas 6.819 personas. Al final se contabilizaron 6.047 votos totales, incluidas las papeletas en blanco.

Entre todos los aspirantes a la Junta, Francisco Igea lidera la candidatura de Ciudadanos en Castilla y León con el menor número de votos procedentes de las bases: el exdiputado vallisoletano reunió 526 votos telemáticos, frente a los 479 de Silvia Clemente, la candidata fichada por la dirección nacional, que se quedó en 479 después de que se anularan los 82 votos fraudulentos que le habían dado la victoria en primera instancia. Es la última muestra del poder que tienen los afiliados para marcar el rumbo de los partidos.

Los cinco aspirantes con representación parlamentaria han sido elegidos por un total de 11.043 personas... frente a los 2,1 millones electores con los que cuenta actualmente Castilla y León. Vox decidió renunciar a las primarias en febrero para garantizarse el control de sus candidatos. La medida fue aprobada por el 93% de su militancia.

11.043 personas han elegido a los cinco candidatos regionales de los grandes partidos

Aunque relativamente recientes en España, las primarias como fuente de legitimidad democrática datan de finales de los años sesenta en Estados Unidos. En 1968, las bases del Partido Demócrata mostraron su predilección por Eugene MacCarthy como aspirante frente a Richard Nixon. Sin embargo, la cúpula del partido se decantó por otro candidato, Hubert Humphrey, lo que causó disturbios. Eso llevó a los demócratas a imponer un proceso de primarias abierto al público, una decisión que posteriormente también fue adoptada por el Partido Republicano.

Análisis críticos

Vistas como el epítome de la democracia interna, los procesos de primarias empiezan a ser objeto de análisis críticos. Ian Saphiro y Frances McCall Rosenblut, dos politólogos de la universidad de Yale, han publicado recientemente el libro 'Responsible Parties:Saving Democracy from Itself', donde sostienen que las primarias pueden tener efectos perversos al permitir que una minoría muy escorada de votantes acabe eligiendo a los candidatos finales. Esto va en contra de la visión de los partidos, que aspiran a representar a una base social más amplia y desarrollar políticas a largo plazo para no dañar sus intereses electorales en el futuro.

Los dos autores citan los ejemplos de Donald Trump (elegido solo por un 5% del electorado estadounidense en las primarias republicanas de EE UU) o de Jeremy Corbyn, reelegido como líder laborista en el Reino Unido por los militantes, tras ser vapuleado en la moción de confianza por su propio grupo parlamentario (172-40). Sin embargo, y como señala Yascha Mounk, catedrático en Harvard, volver al sistema de elección cupular supondría una «solución pobre» a desafíos que van más allá del papel que pueden desempeñar los militantes más activos.

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