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Un adolescente se cubre antes de ser agredido por otro. Herlder Almeida
El repunte de las agresiones sexuales y los abusos a menores son la punta del iceberg, alertan los expertos

El repunte de las agresiones sexuales y los abusos a menores son la punta del iceberg, alertan los expertos

Cuatro especialistas analizan para El Norte el afloramiento de casos de violencia con menores como víctimas y agresores

M. J. Pascual

Valladolid

Jueves, 1 de enero 1970

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El primer toque de atención lo dio la Fiscalía de la Comunidad en su memoria anual: las fiscalías de Castilla y León tuvieron menos asuntos penales el año pasado, pero observaron un repunte en los delitos contra la libertad sexual (agresiones sexuales y abusos), con casi un millar de diligencias de investigación. Solo en Zamora, los casos de abusos sexuales pasaron de los 7 que se registraron en 2016 a 22 casos, y las agresiones sexuales crecieron, de 42 a 51. Lo mismo ocurrió en el resto de provincias, excepto en Salamanca, donde subieron los abusos a menores (38 frente a 21) y disminuyeron las agresiones sexuales (21 frente a 47).

Según los datos facilitados ayer mismo por el Poder Judicial, solo en este segundo trimestre de 2018 han ingresado en los juzgados castellanos y leoneses 66 denuncias por delitos contra la libertad sexual. Los últimos casos que han salido a la luz, como la joven víctima de violación en Zamora o el abuelo detenido en Valladolid como supuesto autor de los abusos a sus dos nietas de corta edad, son solo «la punta del iceberg», según los especialistas consultados por El Norte, que consideran que todavía hay mucha violencia sexual oculta, especialmente en el medio rural, donde la presión social es mayor hacia las víctimas.

En Soria, una provincia de pocos crímenes, como señala el vicedecano del Colegio de Abogados y responsable del turno de oficio y la asistencia gratuita, Jesús Manuel Rodríguez, «los casos que se denuncian son esporádicos». En estos momentos, en trámite hay tres diligencias de investigación. Indica este letrado la preocupación generalizada que existe por el uso que hacen los menores de las redes sociales, y prácticas como el 'sexting' y el chantaje con videos y fotos. Recuerda un caso de un menor de 15 años que se hizo pasar por una chica en la Red y contactó con otro chico de 16, autista. Le dijo que se casaría con él si le pasaba fotos comprometidas.

Considera que la formación de los letrados en violencia de género y en agresiones sexuales es esencial porque «se trata de una materia que está continuamente evolucionando, como la propia sociedad. No se trata solo del marido que abofetea a su esposa, sino también qué pasa con los menores que presencian esa violencia. El abogado tiene que ofrecer a esos menores protección jurídica. La violencia implica a toda la familia, pues muchas veces los abuelos tienen que hacerse cargo de los nietos». Indica que «la pena es que cuando nosotros intervenimos el hecho se ha producido ya. Podemos tener mucha conciencia nosotros, el legislador y el juez, pero el hecho ya se ha producido». Por ello considera que es necesario que se insista en la prevención, en «la educación en valores, y en eso tiene que implicarse la familia, este tiene que ser el primer escalón».

La percepción de Sonsoles Prieto, la abogada salmantina que es vocal de la subcomisión de violencia contra la mujer de la Abogacía Española, es que si se está produciendo un incremento en las denuncias de abusos y agresiones sexuales no es tanto porque haya más casos, sino que se denuncia más «porque ahora hay más información, quizá la gente está empezando a estar más comprometida y también hay mayor protección para las víctimas». Considera que para este tipo de delitos es necesario que se produzca una reforma de la Ley General Penitenciaria con el fin de que violadores y pederastas tengan que cumplir las penas íntegras.

El psicólogo Jesús de Blas parte de la base de que en el ámbito de los delitos sexuales «sigue sin haber una estadística fiable, no sabemos si hay más casos o más denuncias», aunque sospecha «que hay bastantes más de los que llegamos a conocer». Pone el énfasis en los más pequeños. «Uno de cada cuatro menores recibe acoso o agresiones a través de las redes sociales y los menores agresores son personalidades con falta de contención de impulsos, muchachos adolescentes que les apetece pegar o insultar a alguien de su clase y no se controlan, hacen de sus víctimas un calvario». Pero eso no significa que el agresor menor tenga una personalidad patológica (al contrario de lo que ocurre con los mayores), aclara. El problema «es que los padres del agresor le quiten importancia, dicen en el juzgado que son peleas de niños y acusan al niño agredido de tratar de sacar una indemnización económica». En el otro lado, los psicólogos han detectado un fenómeno: la víctima, cuando se siente protegida por el juzgado y los profesores, toma represalias y busca provocar a su agresor para denunciarle por segunda vez». Por ello no es partidario de la mediación entre iguales que se practica en algunos centros educativos para evitar el acoso escolar. «Lo estamos empezando a poner en entredicho. Cuando se intenta esta mediación hay que tener cuidado. En las aulas, la mediación solo sería eficaz en un 40% de los casos».

La socióloga Ana Negro señala que ahora están saliendo a la luz más casos porque «la sociedad y la propia familia está dispuesta a castigarlos, lo consideran inaceptable; antes se quedaba en casa y ahora se quiere que se haga justicia». Para esta investigadora de la Universidad de Valladolid, es llamativo, sin embargo el 'efecto Manada' y sus imitadores. «Que se establezca la agresión sexual como un mérito es aberrante y no se castiga. Ahí tiene que entrar de lleno la familia».

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