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Jacinto Óscar Bermejo Bohorquez, a la entrada de la iglesia de su ciudad, Villa Allende, en la provincia de Córdoba (Argentina)
Viaje de vuelta...107 años después

Viaje de vuelta...107 años después

El biznieto de un agricultor abulense que emigró a Argentina en 1911 con su mujer y su hijo, contacta con la Junta para volver a Navamediana, el pueblo de sus antepasados

M. J. Pascual

Valladolid

Domingo, 11 de febrero 2018, 10:04

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Hay que estar muy desesperado, o las dos cosas, para hacer la maleta y partir desde la aldea de Navamediana (Ávila) hasta el puerto de Cádiz para embarcar rumbo a Argentina. Con un plus de complicación: llevarse a la mujer, Timotea del Monte García, y al hijo, de tan solo 8 años.

Había que ser muy valiente, estar muy desesperado, o las dos cosas, como recogen los cronistas de la emigración, para salir con bien de una travesía trasatlántica de no menos de 15 días, hacinado en un vapor, con todos los pasajeros en tercera clase. Una experiencia que tuvo que ser muy fuerte para un sencillo agricultor nacido en 1886 en Bohoyo, un municipio muy lejos del mar, anclado en la falda de la Sierra de Gredos. Hoy el pueblo tiene 252 habitantes (con sus pedanías) y una alcaldesa, María del Rosario Hernández.

El pasaje, 130 pesetas

En el año 1911, igual que Felise Bermejo Martín y su familia, miles de castellanos y leoneses zarparon en alguno de los barcos de la emigración en la mayor oleada migratoria de las que se recuerdan: en esos años y hasta los de la Guerra Civil, una quinta parte de la población española se marchó a intentar hacer las américas. Tras el desastre de Cuba, la mayor parte eligió Buenos Aires y otras ciudades argentinas para probar suerte. El agricultor abulense de esta historia destinó todo lo que tenía a ese viaje de ida sin vuelta. Le costaría cerca de 130 pesetas cada pasaje en el buque Salamanca, pero su gran inversión y su familia llegaron a buen puerto. Arribaron el 17 de diciembre de 2011 se registró su entrada en el Hotel del Inmigrante de Bahía Blanca y viajaron después a la estancia La Mariana, de Miramar, en la provincia de Buenos Aires, donde Felise trabajó en lo suyo y vivió hasta su muerte.

¿Hay que ser muy valiente, estar muy desesperado o las dos cosas para, en 2018, dejar Argentina para empezar de cero en una pedanía de Ávila de veinte habitantes donde ya no queda nadie de la familia? «Hola, buen día. Leo tu artículo de que la Junta está arreglando las casas de los pueblos que no tienen muchos habitantes. Soy argentino y español, los dos. Y me encantaría irme a vivir a Castilla y León». Jacinto Óscar Bermejo Bohorquez, perito mercantil de 42 años, viudo y con una hija de 11 años, es el orgulloso descendiente. Su abuelo, Jacinto Bermejo García, era el niño de 8 años que embarcó en el ‘Salamanca’, el buque de la compañía Hamburg Amerikanische Packetfahrt Aktien Gesellschaft que, rebautizado años después como Cabedello y bajo bandera brasileña, fue torpedeado y hundido por un submarino alemán en 1942.

El nieto se decidió a escribir a El Norte de Castilla después de leer que el programa ‘Rehabitare’ de la Consejería de Fomento está permitiendo poner en valor edificios municipales y darles una segunda oportunidad alojando a nuevos vecinos por un alquiler social. Se busca preservar el patrimonio local (la casa del maestro, del médico, del cura...) pero, sobre todo, intentar fijar población. «La decisión ya la tengo tomada, yo me adapto a todo. Hay que dar el salto», indica Jacinto Óscar Bermejo, que reside en el Barrio Español de Villa Allende, una ciudad dormitorio próxima a Córdoba (Argentina).

La Junta refuerza este año los programas de atención para los castellanos y leoneses en el exterior, con una dotación que supera los 700.000 euros

En la actualidad, residen en el extranjero 170.474 castellanos y leoneses y 53.000, en Argentina. En este país la Federación de Sociedades Castellanas y Leonesas de la República Argentina, que es el «interlocutor» de la Junta, integra a 17 casas de emigrantes repartidas por todo el país.

La atención a los castellanos y leoneses en el exterior comenzó a orquestarse hace 23 años de la mano de la primera Operación Añoranza que emprendió la Diputación de Zamora como programa piloto. Desde entonces, las ayudas se han expandido. Para 2018, la dotación de la Junta supera los 700.000 euros, el 12% más que en 2017. Para el retorno y la integración se han concedido hasta el año pasado 223 ayudas por valor de 372.700 euros. El 78% de los beneficiarios son menores de 36 años. Todos los programas en marcha, con atención específica a los jóvenes, indican, «serán reforzados» este año, como las becas de posgrado. Por primera vez, en 2018 se convocará una beca de investigación sobre emigración para universitarios.

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