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Postal publicitaria de Kemtton, años 30. Todocolección
El cóctel embotellado que hizo furor en los años 30

El cóctel embotellado que hizo furor en los años 30

Gastrohistoria ·

Kemtton se anticipó a las tendencias de la alimentación moderna vendiendo cócteles premezclados y listos para consumir

Ana Vega Pérez de Arlucea

Madrid

Sábado, 16 de junio 2018, 07:26

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Si piensan ustedes que la comida de cuarta o quinta gama (uséase, la que viene preparada o requiere una mínima elaboración) es un invento diabólico del siglo XXI, andan descaminados. Porque lo de «calentar y listo» es más viejo que la tos y se viene haciendo desde los albores de la industria conservera, allá por mediados del XIX. Entonces había latas de conservas sofisticadísimas, guisos completos preparados para abrir y consumir directamente previo paso por el fogón de carbón. Lo que resulta aún más curioso es que hace noventa años (la era antediluviana del sector alimentario) se vendieran no solamente platos preparados sino también cócteles.

A finales de los locos años 20 la coctelería hizo furor en España. Modernos, cosmopolitas y un poco canallas, los cock-tails americanos comenzaron a ser consumidos entre los círculos elegantes de las grandes ciudades. Los jóvenes soñaban con tomar un dry martini en los bares del Palace, el Ritz o donde Chicote, llenos de glamour, crapulismo y femmes fatales. El problema es que no en todos los bares había un barman capaz de elaborar estas complicadas elaboraciones y aún menos en las ciudades pequeñas. ¿Solución? El cóctel embotellado y listo para trasegar.

Esta brillante idea vio la luz en el verano de 1932 y durante un par de años se convirtió en una moda terriblemente popular, capaz de hacer la competencia a los camareros más competentes y de expandir los límites de la hasta entonces elitista coctelería hasta la última provincia española. Kemtton, «el cock-tail individual», nació de la mano de una potentísima campaña publicitaria que debería ser estudiada en las actuales escuelas de márketing. Durante un mes las revistas y periódicos fueron ofreciendo miguitas a sus lectores, sucesivas pistas que crearon una expectación sin igual y un consumo acorde. La cosa empezó con anuncios a toda página hablando de un tal capitán Kemtton, un marino que no quedaba claro si era inglés o español de apellido extranjero pero daba igual. Lo importante es que había hecho muchos sacrificios por su patria y había combatido valientemente en las Guerras Napoleónicas. A este capitán Kemtton se le dieron visos de verosimilitud (entonces no había que avisar acerca de si un artículo era publicitario o no) contando sus grandes hazañas bélicas y sus supuestos descubrimientos científicos, hechos con un alambique a bordo de un barco de la Marina. Se dijo que incluso existía un manuscrito de su puño y letra titulado 'De las mezclas y composiciones buenas para el espíritu' y se publicaron cartas de supuestos descendientes, dispuestos a compartir su legado secreto con el público español.

«Entre nosotros estará pronto el espíritu del capitán Kemtton». «Melbourne: han zarpado para España los herederos del capitán Kemtton». Con las expectativas por todo lo alto se descubrió que el invento del dichoso capitán no era otro que la fórmula de varias mezclas espirituosas, que se venderían con su misteriosa receta en todos los bares del país. En botellas de cristal con forma de coctelera y en versión individual (200 ml) o para grupos (750ml), Kemtton tenía cuatro variedades distinguidas por colores. El de etiqueta azul, «fuerte como la vida de mar y como ella sugestivo», era una mezcla de whisky, ron, kirsch y bitter. El verde llevaba whisky, coñac y ron; el negro bitter, ginebra, ron y vermouth y rojo, más dulce, coñac, chartreuse, vainilla, granadina y vino de Alicante.

Kemtton fue lo más de lo más y siguió promocionándose a través de sugestivas campañas de publicidad, ya fuera con postales con vedettes insinuantes, concursos para camareros prescriptores, patrocinios de equipos de fútbol o llenando las páginas de los anuncios por palabras con Kemtton y más Kemtton. Curiosamente a partir de noviembre de 1933 no se volvió a saber nada más de la marca pero para la posteridad queda su ocurrencia y sus botellas-cocteleras, muy apreciadas por los coleccionistas.

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