Hallada en Simancas una carta de Góngora para un puesto en la Capilla Real cordobesa

Los 14 kilómetros lineales de documentos que guarda el Archivo de Simancas siguen deparando sorpresas. La filóloga e investigadora Amelia de Paz ha encontrado una carta manuscrita de Luis de Góngora en la que el entonces joven poeta hace de amanuense de su tío Francisco de Góngora. En ella, este propone a la corona que sea su sobrino, recién licenciado en Salamanca, quien le suceda al frente de la Capilla Real cordobesa. Francisco, tío materno del escritor, era capellán mayor de la Catedral, y se dirige al secretario real Antonio de Eraso.

Hay dos cartas anteriores de Francisco y una tercera manuscrita por Luis, datadas el 13 de septiembre de 1581, 21 de enero de 1584 y 10 de noviembre del mismo año. «Las iniciativas individuales tienen escaso margen en la época, se asumen las responsabilidades que establece el clan familiar. Enviar memoriales y cartas a la corona con peticiones era lo típico, los secretarios reales no daban abasto», explica esta enamorada del Archivo de Simancas.

Las cartas han ratificado, según De Paz, que «la capellanía real de Córdoba es la prebenda más valiosa de que gozaba Francisco. Constituye una dignidad superior a la ración que también disfruta la Catedral. Entraba en lo previsible que se la quisiera dejar en herencia a su sobrino clérigo, al igual que la ración. Pero no teníamos la documentación». Esa aspiración recibió el silencio administrativo como respuesta. El 13 de noviembre, tras la última carta, se emite la bula porque la que la ración pasa de Francisco a Luis. El 8 de febrero de 1585 «don Luis de Góngora es recibido como racionero de la catedral. Aquí queda todo».

Francisco solo escribe el encabezamiento de la carta del 10 de noviembre de 1584. «Fuera acaso por hallarse indispuesto o por otra razón, el cuerpo de la carta y el sobrescrito de Francisco de Góngora ha recurrido a una mano ajena que no es otra que la de su sobrino Luis». Se trata del autógrafo más temprano de Luis de Góngora, «anterior en cinco años al que hasta hoy ostentaba esa preeminencia, por la visita del obispo Pacheco a la Catedral de Córdoba en 1589». Amelia de Paz alude a «la familiaridad del usus scribendi del autor» para desenmascararlo. De Góngora le «interesa todo. La única biografía solvente es la de Miguel Artigas, que se publicó hace un siglo, en 1925. Desde entonces la mentalidad y los métodos han cambiado muchos. Estamos intentado documentar a Góngora en su contexto histórico con aportaciones de primera mano».

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