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El conjunto arqueológico cordobés de Medina Azahara. Rafa Alcaide (Efe)
La Unesco incluye el conjunto arqueológico de Medina Azahara como Patrimonio Mundial

La Unesco suma a la ciudad califal de Medina Azahara a la lista de Patrimonio Mundial

La organización valora que el conjunto arquitectónico es un ejemplo único del arte y la cultura omeya en Occidente

Cecilia Cuerdo

Sevilla

Domingo, 1 de julio 2018, 11:58

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El conjunto arqueológico de Medina Azahara (Córdoba), la ciudad que brilla que ideó Abderramán III, ya es Patrimonio Mundial de la Unesco. El comité del organismo internacional, reunido estos días en Bahreim, decidió este domingo sumar a su listado de bienes el antiguo conjunto califal, planeado como una ciudad estado y que atestigua «de manera excepcional a los omeyas como civilización cultural y arquitectónica, y de manera más general, el desarrollo de la civilización islámica occidental» que vino a Europa y fundó Al-Andalus.

Con la elección de Medina Azahara, Córdoba se convierte en la única ciudad del mundo con cuatro declaraciones de protección por parte de la Unesco, ya que al conjunto palatino omeya se unen la Mezquita-Catedral, el Casco Histórico y más recientemente la Fiesta de los Patios, elegida como patrimonio inmaterial en 2012. El reconocimiento de la Unesco se ha producido en un debate sin objeciones y en el que incluso países Noruega, Brasil y Francia han felicitado a España por la candidatura presentada. No obstante, el camino se había allanado desde que el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) emitió una valoración positiva para Medina Azahara al considerar que el sitio «ilustra el período significativo del siglo X, cuando el califato omeya de Córdoba fue proclamado en el Occidente islámico». Y llega a comparar el yacimiento con Al Qala, en Argelia, elegido Patrimonio Mundial en 1980.

El reconocimiento de Medina Azahara, con una extensión de 112 hectáreas amuralladas que la convierten en el mayor conjunto arqueológico de todo el país, ha pivotado sobre dos ejes. Por un lado, tener un testimonio único o excepcional de una tradición cultural o de una civilización que está viva o ha desaparecido, y por otro ser un ejemplo sobresaliente de un tipo de edificio, conjunto arquitectónico o tecnológico o paisaje que ilustra alguna etapa significativa en la historia humana. La ciudad califal fue construida a mediados del siglo X (año 936) por la dinastía occidental omeya para ser la sede del Califato de Córdoba, y según la leyenda de la que reniegan los arqueólogos, fue un regalo de Abderramán III a su enamorada Azahara, que nunca se acostumbró al lugar pese a que el califa mandó construir un jardín de almendros en flor.

Los expertos coinciden en subrayar que más bien el califa quiso demostrar al mundo la grandeza y superioridad de la dinastía Omeya. Pero el esplendor de la ciudad apenas duró un siglo, hasta que en medio de una guerra civil los bereberes de Sulaiman al-Mustain la destruyeron en torno a 1010. Desde ese momento, la memoria de la ciudad quedó borrada de la historia y Medina Azahara fue pasto del expolio y el saqueo: sus piezas acabaron en monumentos de Granada, Sevilla o incluso Córdoba. No fue hasta mediados del siglo XIX que se identificaron las ruinas a unos seis kilómetros de la ciudad andaluza. Pese la presión urbanística de alrededor, nunca se construyó sobre ella, lo que ha permitido que llegue intacta a nuestros días con su entramado de redes viarias e hidráulicas, aunque solo está excavado un pequeño porcentaje (200.000 metros).

Las reacciones tras la designación como Patrimonio Mundial de la Humanidad no se hizo esperar. En Córdoba, cientos de personas que esperaban en el centro de recepción de visitantes no dudaron en irrumpieron en vítores y saltos de alegría al conocer la noticia, que ponía fin a una vieja aspiración de la ciudad. Asimismo, en redes sociales proliferaron las felicitaciones de los políticos de todo signo. La vicepresidenta y ministra de la Presidencia, Carmen Calvo, cordobesa, expresaba su alegría por el reconocimiento de la Unesco a la «ciudad califal, lugar de encuentro entre Occidente y Oriente, y ejemplo de convivencia», mientras que la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, apuntaba que el de ayer era «un gran día para Córdoba y Andalucía», valorando que la Unesco «reconoce la importancia mundial de esta joya artística e histórica, testigo, además, de que la convivencia entre culturas es posible». Por su parte, desde el Instituto Municipal de Turismo de Córdoba reclamaban que el nombramiento sirviera para aportar más «inversión» para continuar las excavaciones y ver el potencial que el yacimiento puede tener.

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