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Tranquilidad con el VAR

Tranquilidad con el VAR

El videoarbitraje evitará algunas injusticias flagrantes, pero no todas las polémicas

Martes, 19 de junio 2018, 00:20

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Nos va a costar acostumbrarnos al VAR. Y no porque con su aplicación el fútbol vaya a desnaturalizarse de mala manera con un carrusel de interrupciones. No. Los que temían, como una catástrofe bíblica, una pérdida irreparable de la esencia del juego pueden estar tranquilos. Todo seguirá muy parecido. Los que sí lo van a pasar mal son quienes creían que el videoarbitraje iba a terminar con todas las injusticias del fútbol. Y es que eso no va a ocurrir. Lo ha advertido Carlos Velasco Carballo, el nuevo jefe de los árbitros españoles, que lleva unas semanas de un lado para otro, en misión casi apostólica, explicando los secretos del videoarbitraje. «Su gran enemigo es que creamos que nos va a dar lo que no nos va a dar: abortar todas las polémicas (...). El VAR es como un seguro de accidentes que no deseamos tener que utilizar», aseguró.

Esta analogía está bien pensada. Los árbitros saben que ahora les protege una maquinaria impresionante. En el Centro Internacional de Radio y Televisión de Moscú, desde donde se supervisarán los 64 partidos del Mundial, trabajarán para ellos cuatro operadores de vídeo, un árbitro asistente principal y tres auxiliares, que tendrán a su disposición 33 cámaras, ocho de ellas superlentas, cuatro ultralentas y dos específicas para los fueras de juego. Ahora bien, no podrán utilizar esos medios a su antojo, como en el rugby, por ejemplo. No. Ellos no pueden solicitar ayuda técnica. Tienen que seguir a su aire hasta que, en cuatro situaciones muy concretas -goles, tarjetas rojas directas, penaltis y confusión de identidad-, escuchen el chivatazo del VAR advirtiéndoles de su error.

Tranquilícense, pues, los que tanto temían el videoarbitraje y lo imaginaban como un invento del demonio que les dejaría sin la pimienta de las grandes polémicas. Ahora se evitarán algunas injusticias flagrantes, pero los errores seguirán y las discusiones podrán ser incluso más potentes. Piensen que ya no solo se podrá poner a caer de un burro al árbitro y sus linieres, sino también a los responsables del vídeo que no le advirtieron por el pinganillo.

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