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Teresa Portela, encima de su piragua. EPA
Teresa Portela, entre la piragua y los biberones, camino de Tokio
Piragüismo

Teresa Portela, entre la piragua y los biberones, camino de Tokio

Campeonas que inspiran VIII ·

La palista gallega fue madre tras Londres 2012 y en Tokio disputará sus sextos Juegos Olímpicos, demostrando que es posible ser madre y deportista

Javier Varela

Madrid

Martes, 27 de agosto 2019

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«Soy consciente de que si me clasifico para estos Juegos soy la mujer que más participaciones tiene en unos juegos olímpicos, y si voy a seis y hago historia, imagínate, sería algo realmente increíble». Son palabras de Teresa Portela, 15 medallas Mundiales, 33 internacionales, dos veces campeona del mundo, siete veces campeona de Europa, cinco veces olímpica y madre. Cuando dijo estas palabras todavía no había conseguido la medalla de bronce en el Mundial de Hungría y el billete para estar en los Juegos de Tokio –aunque las plazas pertenecen a la Federación, no al deportista- y convertirse en la deportista española con más presencias en unas Olimpiadas. Casi nada.

Teresa Portela: 15 medallas Mundiales, 33 internacionales, dos veces campeona del mundo, siete veces campeona de Europa, cinco veces olímpica y madre

Teresa lleva dando paladas 28 años. Comenzó con nueve y a los 14 tuvo que dejar su familia en Cangas de Morrazo para ir al Centro de Tecnificación de Pontevedra, donde empezó a prepararse para ir sumando objetivos y sueños, pero siempre con los pies en el suelo. «Siempre me planteo objetivos a corto plazo: el siguiente Europeo, el siguiente Mundial... porque son muchas las horas de entrenamiento, de remar, de gimnasio, de esfuerzo y así no me saturo ni me agobio. No pierdo el entusiasmo», detalla cuando le piden una explicación a su secreto para ser capaz de seguir superándose.

Un error que le 'quitó' la medalla olímpica

Sus primeros Juegos Olímpicos fueron los de Sidney, donde se clasificó con sólo 18 años siendo todavía junior. Luego llegaron los Juegos de Atenas y Pekín, donde quedó quinta y en Londres, sus cuartos Juegos, pudo haber conseguido por fin la tan soñada medalla olímpica. Pero ocurrió lo que ningún palista quiere que le pase en una prueba de esa envergadura: un error. Teresa no escuchó la salida y tuvo que remontar desde la última posición. A punto estuvo de conseguirlo y sólo dos centésimas le privaron de lograr la presea. Ese error le persiguió durante días, semanas y meses… porque de haber escuchado la salida en el momento que de produjo hubiera conseguido una medalla y los siguientes Juegos quedaban muy lejos.

Portela demostró que la conciliación familiar y deportiva es posible y siguió entrenando hasta los 8 meses de embarazo y, un mes después de dar a luz a Naira, ya estaba otra vez en su piragua dando paladas

Entonces su vida se puso patas arriba. Un año después, en el 2013, el deseo de Teresa se ser madre se cumplió y ni ella misma sabía si iba a volver a competir. Portela demostró que la conciliación familiar y deportiva es posible y siguió entrenando hasta los 8 meses de embarazo y, un mes después de dar a luz a Naira, ya estaba otra vez en su piragua dando paladas. No había perdido el tono muscular ni el tacto con la pala, pero emocionalmente vivió una montaña rusa. Quería entrenar pero quería estar con su hija. Para cuadrar todo hay una figura silenciosa muy importante. Casi vital. David Mascato, su marido, y también deportista. Tampoco logró una medalla olímpica por poco. Fue cuarto en los Juegos de Sidney en la modalidad de C2 500. «David sabe que no hay sábados ni domingos ni festivos. Que no podemos salir a cenar porque tengo que descansar, que mi vida es así y lo comprende. Siempre, siempre, ha estado ahí», confesó la palista.

Tokio, sextos Juegos

Mientras en casa encontraba todo el apoyo y ayuda para que pudiera seguir dando paladas, la gente le recordaba lo complicado de ser madre y deportista. «Yo confiaba en mí y siempre pienso que si trabajas, con trabajo, trabajo y constancia al final las cosas se consiguen», dice. Una filosofía de vida que le permitió entonces prepararse para el Mundial de 2015 y sólo 17 meses después de que naciera Naira logró la medalla de bronce. Un bronce que ni hubiera soñado meses antes y que le supo a oro: «Más que oro, a diamante». Aquella medalla le hizo ser consciente de que la decisión no debería ser elegir entre ser madre o deportista, aunque mejor que nadie sabe que compaginar las dos es duro. En los Juegos de Rio logró un diploma olímpico en sus quintos Juegos y entonces ni pensaba en disputar unos sextos. Ahora, tras su gesta en Hungría, ya es una realidad.

Pocos atletas pueden presumir de tener una carrera deportiva tan espectacular, aunque su mayor éxito no lo ha conseguido dando paladas. Su mayor logro es su hija Naira, de cinco años. En menos de un año la pequeña Mascato Portela podrá disfrutar y animar a su madre en sus sextos Juegos Olímpicos. Un ejemplo de que maternidad y deporte –trabajo- es posible.

Las claves

Mundial. El el Mundial de Szeged (Hungría) Teresa Portela fue tercera ex aequo, con la danesa Jorgesen, en el K1 100.

Tokio. En Tokio desempatará con Arantxa Sánchez Vicario y la nadadora María Peláez, que participaron en cinco Juegos.

Medallas. La palista gallega suma un total de 15 medallas mundialistas (2 oros, 6 platas y 7 bronces) y 17 en campeonatos de Europa (7 oros, 4 platas y 6 bronces).

Naira. Su hija, de cinco años, nació en 2013 tras los Juegos Olímpicos de Londres y Teresa estuvo entrenando hasta los ocho meses de embarazo.

28 años. Empezó a dar paladas con nueve y a los 14 dejó Cangas de Morrazo para ir al Centro de Tecnificación de Pontevedra.

Juegos. Sidney fueron los primeros siendo junior, luego estuvo en Atenas y Pekín, donde quedó quinta, Londres, donde fue cuarta y Rio, donde logró un diploma olímpico.

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