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Fernando Alonso, en el circuito urbano de Mónaco. Afp
Alonso cae a la lona en Mónaco
GP Mónaco | Mundial

Alonso cae a la lona en Mónaco

El asturiano abandona por primera vez en 2018, en una carrera que conquistó Daniel Ricciardo de principio a fin; Sainz, décimo

David SÁnchez de Castro

Madrid

Domingo, 27 de mayo 2018, 07:26

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Por una cuestión estadística, tenía que llegar tarde o temprano. La actual Fórmula 1 no prima, por mucho que la normativa así se empeñe, la fiabilidad mecánica, y casi se consideraba un milagro que McLaren acumulase tantas carreras puntuando de manera consecutiva. Fernando Alonso era el héroe de esa hazaña: había logrado acabar entre los diez primeros en las cinco primeras carreras del año y en las tres últimas del pasado. Pero, ocho Grandes Premios después, dijo 'adiós' antes de tiempo.

Corría la vuelta 53 de las 78 previstas en el Principado. Las calles de Mónaco estaban dando el típico espectáculo de este Gran Premio: los barcos, las celebrities y poco más. Daniel Ricciardo estaba liderando la carrera, con Sebastian Vettel y Lewis Hamilton a distancia. Pese a tener un déficit de 130 CV por un fallo en el MGU-K de su motor Renault, las características de Mónaco hacían que ni el de Ferrari ni el de Mercedes se le pudieran acercar. Con la séptima y la octava bloqueadas, el de Red Bull se encaminó de manera inexorable hacia la séptima victoria de su carrera deportiva, primera desde la pole.

Cuando Alonso empezó a reportar un problema de potencia, desde el muro le advirtieron lo mismo que habían dicho a Ricciardo desde Red Bull: no iban a poder arreglarlo. La avería endémica de la unidad de potencia Renault que había afectado al líder se reproducía en el McLaren, y poco más podían hacer que rezar. Y Alonso acabó en la iglesia de Santa Devota, pero no para rezar, sino para abandonar. La caja de cambios se le quedó bloqueada y, por primera vez este año, se quedaba en ese punto. No fue el final deseado, ni mucho menos, dado que Alonso estaba cuajando una buena actuación, en una óptima séptima posición que le hubiera permitido sumar, de nuevo, y seguir avanzando en esa hipotética cuarta posición en la clasificación general de constructores.

Ricciardo, un Gran Premio casi perfecto

Daniel Ricciardo partía como el gran favorito de este fin de semana. El jueves, en los libres, dominó con autoridad en los libres. El sábado, tanto en los libres como en las tres sesiones de clasificación, demostró que los Ferrari y los Mercedes iban a sudar tinta si querían cogerle. Y el domingo, lo confirmó. Desde una salida en la que todos los corredores demostraron más miedo que valentía hasta la vuelta 18 en la que empezó a notar esos problemas técnicos, todo fue coser y cantar.

Después, sufrió mucho más. Sin embargo, la tensión a la que estaban sometidos Vettel y Hamilton jugó a su favor. Desde Mercedes esperaban un coche de seguridad, que al final no llegó, o un accidente que agrupase a todos y les permitiese entrar en boxes antes de lo que lo hicieron. Ni siquiera adelantar la estrategia le salió bien al vigente campeón, que se tuvo que conformar con un tercer puesto que tampoco sabe mal para lo que podía haber sido.

La ansiada lluvia no llegó, y el único accidente serio no fue lo suficientemente pronto como para variar nada. El monegasco Charles Leclerc se llevó por delante a Brendon Hartley, cuando le reventó el disco de freno al salir del túnel. Poco pudo hacer el de Sauber para evitar el choque con el de Toro Rosso, para su desgracia.

La reivindicación de Ricciardo llega en el momento justo. En Red Bull están moviendo la baraja de pilotos para 2019, con Ferrari a verlas venir a sabiendas de que Kimi Räikkönen (que se quedó fuera del podio en Mónaco, por poco) quizá no siga la próxima temporada. Ganar para Ricciardo en esta carrera era algo fundamental, sobre todo porque necesitaba hacerlo desde la pole, algo que nunca había logrado en las seis victorias anteriores. Demostró calma cuando debía tenerla, pero también valentía cuando vio que tenía a sus perseguidores a tiro de DRS.

Mucho peor le fueron las cosas al que puede ser su sustituto en la escudería austríaca. Carlos Sainz acabó 10º, pero pese a puntuar, no estaba nada contento. Primero, con el equipo. Las dificultades para gestionar los neumáticos hiperblandos hicieron que estirasen demasiado su entrada en boxes, lo que no sólo permitió que Nico Hülkenberg (órdenes de equipo mediante) le adelantase, sino que además se viese muy mermado a la hora de pelear por resistir a Max Verstappen, que acabó justo delante de Sainz al final de la prueba después de salir desde el final de la parrilla.

Ahora, el Gran Circo cruza el charco. El Gran Premio de Mónaco deja paso al de Canadá, en ese viaje que los equipos muchas veces critican, pero antes habrá que poner la mirada en Le Mans: la próxima semana, primeras pruebas de las 24 horas, en las que Fernando Alonso parte como favorito. Caer justo antes en la lona quizá le venga bien para poner los pies en el suelo.

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