Aramís Fuster, arruinada
La pitonisa ha comentado en una entrevista: «He comido lo que tenía. Si había pan lo mojaba en agua»
el norte
Miércoles, 10 de octubre 2018, 19:57
Aramís Fuster se ha convertido en la gran protagonista de 'Gran Hermano VIP'. La vidente ha conquistado al público confesando que no usaba ropa interior y que habla con su madre desde el más allá, además de enumerar a sus amantes como Alpacino o Barack Obama, entre otros. Pero lo que más llamó la atención fue cuando «perdió su alma». Desde ese momento cayó en picado y fue expulsada por la audiencia.
Una semana después de salir de la casa, la pitonisa ha concedido una entrevista a 'Lecturas' para decir que «he abandonado porque se han cumplido siete años de la muerte de mi mamá y ya no la puedo invocar porque dentro de la casa no encontraba mi alma», y asegura que «no estoy loca, soy psicóloga, muy leída y viajada», pero «me he quedado sola, no tengo familia».
Esa misma semana, la revista 'Semana' recogía la noticia de que la Justicia le había embargado el dinero que ganó en 'GH VIP' para pagar una deuda contraída por la vidente con el casero del hogar en el que vive, en la localidad malagueña de Marbella. «Sobre la bruja pende una orden de desahucio de su casa de Marbella que, hasta ahora, no había abonado en los juzgados de primera instancia», explica la citada publicación.
La revista apunta que Aramís habría acumulado «en forma de impago» una deuda por valor «de 10.100 euros». Como no tenía ingresos, hasta ahora, nadie se lo podía reclamar, pero ahora su contrato con Mediaset ascendía a 3.000 euros en nómina por cada semana que permaneciese en la casa. De esta manera, le correspondían cerca de 10.000 euros que la Justicia le ha embargado. «He pasado seis meses en los que un hombre maldito me obligó a estar encerrada en casa», se intenta justificar en la entrevista publicada esta semana. «Me decía que si no era suya me iba a mandar un sicario para que me matara. Me encerré en casa, no podía trabajar» y asegura que por ese motivo no ha podido pagar el alquiler y pasaba penurias. «He comido lo que tenía. Si había pan lo mojaba en agua», asegura.