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Pablo Casado saluda al cardenal arzobispo de Madrid, Carlos Osoro. EFE

Casado culpa a Rajoy de la sangría de votos mientras Feijoó reconoce «errores» de estrategia

El líder del PP prefiere un acuerdo entre Sánchez y Rivera, que aleje a Ciudadanos del centro del tablero

Jueves, 2 de mayo 2019

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Cuatro días después de la debacle el PP en las urnas, en la dirección nacional siguen apuntando contra la herencia que recibieron de Mariano Rajoy para justificar la sangría de votos. «Llevamos perdiendo apoyos electorales desde hace ocho años, por lo tanto no es algo que sea imputable a estas últimas elecciones generales», remarcó hoy Pablo Casado a su llegada a la recepción del día de la Comunidad de Madrid.

El líder de los populares no fue el único que situó el inicio de la crisis en la etapa de su antecesor. La expresidenta madrileña, Esperanza Aguirre, señaló a Rajoy como el responsable de haber activado la división de la derecha. Incluso se atrevió a ponerle fecha al comienzo de la «desbandada» de votantes. Fue en abril de 2008, en un mitin en Elche, cuando el entonces presidente del PP invitó a abandonar sus filas a quien no estuviera cómodo. «Si alguien quiere irse al partido liberal o al conservador, que se vaya», dijo. Era una advertencia al 'aguirrismo', que en los días previos le había atacado vinculándole con la socialdemocracia y acusándole de haber abandonado los principios liberales.

La desafección por la gestión de Cataluña, la debilidad de las estructuras del partido o la fractura del electorado forman parte de la mochila de Rajoy con la que el PP ha cargado durante los últimos diez meses, en las que ha tenido que afrontar unas elecciones generales y otras autonómicas en Andalucía. Pero no todos en el partido miran hacia el expresidente del Gobierno. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo, ve «desproporcionado» vincular los malos resultados con la época de Rajoy, cuyo equipo sacó «el doble de escaños que el actual».

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«Nos equivocamos»

Entre los dirigentes territoriales hay quienes consideran que la estrategia de la dirección ha sido «equivocada» porque le han regalado el centro a Albert Rivera, autoerigido líder de la oposición, y asumen que se han cometido errores de «posicionamiento político». «Nos equivocamos en muchas cosas, nuestros giros no han sido los adecuados», arguyó el barón gallego tras la reunión semanal del Ejecutivo autonómico. Feijóo habló por teléfono con Casado este lunes y probablemente se vean en persona «este fin de semana», desveló. La clave, según el gallego, fue no haber sido «claros y didácticos» de los riesgos de la división del voto de la derecha y trasladar que apoyar a Vox «era garantía de éxito del PSOE con los populistas».

Ahora, tras el batacazo en la urnas, el líder del PP ha dado un giro hacia el centro y tildado a Vox de «ultraderecha». «No vamos a permitir que nos sigan insultando sin reaccionar», apuntan desde el entorno de Casado. En menos de un mes, la formación conservadora se juega su futuro en las municipales y autonómicas del 26 de mayo, con miles de cargos en el aire en toda España y con Ciudadanos dispuesto a disputarle el liderazgo del centro derecha. «Va a ser difícil para Vox -apuntó Casado- explicar que no respetan esta Unión Europea y que están del lado de populistas como Marine le Pen», que felicitó al partido de Abascal por sus resultados electorales.

Fuentes del partido insisten en que el líder del PP no fue duro con Vox durante la campaña para no perjudicar a los barones de cara a la cita electoral de mayo y a los posibles pactos posteriores. En la formación de extrema derecha no delegan sus negociaciones en sus cuadros territoriales, sino que las centralizan la cúpula nacional, como se vio tras los comicios andaluces y un choque frontal habría supuesto una zancadilla a los cabezas de lista populares.

Los expresidentes de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre y Ángel Garrido.
Los expresidentes de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre y Ángel Garrido. EP

Consciente de que se juega su supervivencia política en las urnas, Casado cargó también contra la formación de Rivera a la que volvió a acusar de «alentar el transfuguismo». El dirigente popular aún tiene muy reciente el cambio de chaqueta de su exbarón madrileño, Ángel Garrido, a las puertas del 28-A. Y puestos a elegir el líder del PP preferiría un pacto entre el PSOE y Ciudadanos, mejor que uno con Pablo Iglesias y los independentistas, según fuentes del partido.

A pesar de la reiterada negativa de Rivera a llegar a cualquier tipo de acuerdo de gobernabilidad con Pedro Sánchez, los populares siguen sin descartar una reedición del 'pacto del abrazo'. Incluso «no afearían» al liberal ese acuerdo siempre atendiendo al interés general, y porque escoraría a Ciudadanos a la izquierda y despejaría el camino al PP para recuperar posiciones en el centro.

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Casado evita saludar a Garrido

La lista de invitados a la recepción oficial del día de la Comunidad de Madrid ya auguraba un encuentro incómodo. Y lo fue. El líder del PP evitó saludar al expresidente madrileño, Ángel Garrido, sentado en primera fila junto a Esperanza Aguirre. Era el primer cara a cara entre los dos dirigentes después de que Garrido abandonara el barco popular a cuatro días del 28-A para enrolarse en Ciudadanos.

El que fuera el sucesor de Cristina Cifuentes pasó de golpe y porrazo de las listas populares a las elecciones europeas a integrarse en la candidatura autonómica del partido de Albert Rivera, donde ocupa el número trece. «Hay que dejar que las personas decidan dónde quieren estar», se defendió Garrido.

El presidente del PP llegó a la Real Casa de Correo flanqueado por sus candidatos a la Comunidad y al Ayuntamiento, Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida. Saludó a quienes se cruzaron a su paso y atendió a los medios de comunicación antes de ocupar su asiento reservado en el gran patio central. Fue en ese momento cuando Casado cruzó por delante de Garrido sin ni siquera mirarle y fue directo hacia la presidenta de la Asamblea, Paloma Adrados.

El dirigente conservador explicó después que simplemente no vio al expopular. «No tengo ningún problema en saludarle», insistió. «Por encima de la política, estamos las personas», le recriminó Garrido. Pero Casado no fue el único que no le saludó. Sus antiguos consejeros también pasaron varias veces por delante y no hicieron ni un amago de pararse con él.

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