Está bien mantener misterios, pero ya no sé qué pensar de la Iglesia católica. Tuvo gracia Díaz Ayuso cuando dijo a Médica y Madre, o sea, a Mónica García: «Han pasado de asaltar capillas a defender al Papa. Cualquier día la vemos con rebequilla en misa». Tenemos el asunto de la asignatura de Religión, cuyo borrador de currículo la Conferencia Episcopal ha sometido a consulta pública. Consulta de los suyos. Para Infantil el objetivo es «descubrir, desarrollar y expresar la identidad personal a través del conocimiento de su cuerpo y el desarrollo de sus capacidades afectivas». Para Primaria, «convivencia inclusiva», hábitos saludables de vida y de consumo responsables», «la sostenibilidad del planeta» a través de «valores democráticos y de la diversidad social y religiosa». También la «denuncia de todas las situaciones de marginación o desigualdad entre varones y mujeres». Y «el papel de las mujeres en la Biblia» o la «preferencia de Jesús por las personas marginadas». ¿Y Pentecostés o la Asunción de la Virgen no entran? ¿José ya no interpreta los sueños del faraón?
En Secundaria se establecen unos «saberes básicos» como la «cosmovisión, identidad cristiana y expresión cultural» y la corresponsabilidad con el «cuidado de las personas y el planeta». Vale que Dios está en todas partes y que, como dice Emilio Lamo de Espinosa, no hay alternativa al Sermón de la Montaña. Y que el cristianismo sigue siendo la base de nuestra moralidad y ética colectiva. Así que, por tanto, está en la asignatura Valores Cívicos y Éticos (nueva de la 'ley Celaá'), pero si la Religión es Valores Cívicos y Éticos (que siempre lo ha sido), ¿en qué se diferencia de esta? Hasta el lenguaje es el mismo.
