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Faro, motor comercial y de ocio en el corazón del Algarve

Faro, motor comercial y de ocio en el corazón del Algarve

Combina una importante carga histórica con todos los encantos turísticos del litoral portugués, uno de los paraísos costeros del continente europeo

Álvaro Romero

Jueves, 6 de junio 2019, 11:14

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La ciudad de Faro está considerada como uno de los enclaves más importantes de Portugal. Situada al sur del país hace la función de capital del distrito homónimo, en la hermosa región del Algarve, frente a la costa bañada por el océano Atlántico. Consolidada como el motor comercial de la zona meridional, arrastra una compleja carga histórica palpable en el ambiente, en cada una de sus calles e incluso en el carácter de sus gentes.

La cercanía con España y las preciosas playas que bañan su litoral le han convertido en una zona ideal para la práctica del turismo, en especial el de sol y playa. Recibe cada año a miles de viajeros, muchos de ellos llegados a través de su aeropuerto, puerta de entrada al sur del territorio portugués.

Faro se muestra ante los visitantes como una ciudad dinámica y animada, capaz de mostrar todas las virtudes del encanto luso. Presenta multitud de posibilidades, diferentes atracciones turísticas y la posibilidad de realizar decenas de actividades de ocio. Todo ello en un entorno privilegiado cargado de rincones moldeados a capricho por la naturaleza.

Mucho más que una ciudad de paso

Gran parte de los turistas que deciden visitar el Algarve llegan hasta Faro como punto de partida a sus viajes pero no contemplan este destino como un lugar donde invertir al menos un par de días, más bien como un destino de paso. Sin embargo, los que deciden conocerlo aciertan de pleno.

Dentro de ella se distribuye un magnífico centro histórico, escoltado por las antiguas murallas de la ciudad. Varios arcos dan acceso al casco antiguo por diferentes flancos, destacan el de Da Vila y el de Repouso. Todos ellos abren paso a estrechas callejuelas empedradas que una vez dentro de la fortaleza se reparten sin rumbo concreto, desembocando casi siempre en alguna de sus plazas.

La belleza de esta zona, en gran parte peatonal, queda fuera de toda duda. Entre sus calles afloran decenas de comercios, tiendas típicas y bares tradicionales. La calma se apodera del ambiente y la vida cotidiana se deja ver en cada uno de sus rincones, los niños corretean entre las antiguas fachadas y los ancianos se entretienen entre charlas y juegos. Cuando cae la noche la urbe se anima y se transforma, su vida nocturna se convierte en uno de los mayores reclamos entre los jóvenes.

El Largo da Sé, una de las plazas más importantes de la zona vieja, yace escoltada por edificios como el Palacio Episcopal o la Catedral, levantada, esta última, tras la reconquista cristiana, en el lugar que anteriormente ocupaba una antigua mezquita. En su interior se halla uno de los más destacados conjuntos artísticos de los siglos XVII y XVIII del Algarve.

A pocos metros se abre el espacio y aparece la plaza de Alfonso III, en ella se levanta el museo Arqueológico Instalado en el Convento de Nuestra Señora Asunción, edificio que muestra un hermoso estilo renacentista y fue levantado en el siglo XVI. Destacan también obras de arquitectura religiosa tales como la iglesia de San Francisco, con linda talla dorada y azulejos; o las iglesias de Nuestra Señora del Carmen y San Pedro, que se elevan en el exterior del recinto amurallado.

Al pie de la ría

Dicho casco urbano convive con las aguas de la ría Formosa, una de las maravillas naturales del Algarve, calificada como Parque Natural. Cuenta con una amplia zona de marismas, canales e islotes donde se pueden observar diversas especies de aves migratorias. Dividiendo el mar y la ría se erige un extenso cordón de arena que deja tranquilas y bonitas playas como las de Farol, de Culatra y Deserta. Es posible recorrer la ría en barco y conocer mejor su ecosistema y punto de interés.

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