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Pedro Aizpun, delante de su nueva casa (Doña Sancha), en Covarrubias. BC
De Malasaña a Covarrubias para luchar contra la España vaciada

De Malasaña a Covarrubias para luchar contra la España vaciada

El talaverano, pero afincado en Madrid, Pedro Aizpun se traslada a la localidad burgalesa para desarrollar un proyecto de afianzamiento de población con el turismo como herramienta

Sábado, 30 de enero 2021, 08:58

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Desde octubre, en plena segunda ola del coronavirus en Burgos, el talaverano Pedro Aizpun se despierta prácticamente con la llegada del panadero a Covarrubias. Atrás quedan ya los amaneceres en el barrio madrileño de Malasaña, después de que afrontara un cambio sustancial en su vida y se trasladara, a sus 46 años, al municipio burgalés. Un nuevo proyecto laboral se asomaba en el horizonte y con ese pretexto hizo las maletas para presentarse en su nuevo hogar, la Casa de Doña Sancha, máximo exponente de la arquitectura tradicional de la villa.

Pero precisamente el trabajo que desarrolla desde entonces en Covarrubias no fue el principal motivo de su mudanza. Pedro llevaba barruntando la idea de trasladarse a un pueblo y, en el momento idóneo y sin conocer su existencia, se cruzó la posibilidad de Covarrubias. En el municipio burgalés, con alrededor de medio millar de vecinos censados, Aizpun ha creado un proyecto de afianzamiento de población con el turismo como herramienta. Todo esto, con la colaboración del Ayuntamiento de la localidad.

«El vínculo ha sido profesional porque me dedico a temas de desarrollo local y promoción turística. A través de un contacto con el Ayuntamiento, surge la posibilidad de desarrollar un proyecto con Covarrubias, que busca reposicionarse como destino turístico al tener mucha trayectoria. Se quiere aprovechar este periodo de reflexión para dar con las claves del nuevo turismo que vendrá después de la pandemia», detalla el talaverano.

Y a partir de ahí surgió el amor a primera vista, ya que sus nuevos cometidos laborales no implicaban un traslado 'in situ' a Covarrubias. «Ahora mismo, con mi empresa 'A{2h}de', desarrollo otros proyectos en Ciudad Real o Extremadura, y no vivo en esos municipios. Covarrubias llegó en el momento perfecto. Hubo muy buena sintonía y el pueblo me gustó muchísimo. Vi ese potencial y aproveché para dar el salto», explica Aizpun, que escenifica y se convierte en el primer 'cliente' de lo que viene a desarrollar en la denominada España vaciada.

«A nivel de recursos turísticos Covarrubias es un destino perfecto. Para el objetivo que buscamos, el turismo es el medio y la herramienta para conseguir que los pueblos puedan crecer. Se genera una oportunidad en época de crisis, que viene muy bien para una realidad dolorosa como lo es la España vaciada. Los pueblos están vivos y necesitan esa activación que puede ofrecer el turismo. Y a partir de ahí que no se quede solo en una visita, queremos que atraiga gente que busque un cambio de vida, un nuevo estilo, más seguridad, más calidad... hay muchas variables que hacen de estos pueblos una propuesta muy interesante», describe con entusiasmo Pedro Aizpun.

«La decisión de venir a Covarrubias no es por este trabajo»

Con la presencia de la covid-19, el modelo de turismo ha cambiado y las grandes aglomeraciones y las actividades multitudinarias de momento no existen. En esas nuevas facetas trabajará Pedro y el Ayuntamiento. «Queremos que sea un destino atractivo para un turista contemporáneo, actualizarlo en cuestiones de innovación, de oferta, de propuesta cultural y después que ese turista que conozca Covarrubias se le genere ese interés para volver o quedarse a vivir aquí», desgrana el líder del proyecto.

Como le ha sucedido al protagonista de esta historia, que, aunque no sabe qué le deparará el futuro, de momento, ha encontrado acomodo en la España vaciada. «La decisión de venir a Covarrubias no es por este trabajo. La acogida y el encaje han sido muy buenos y la parte humana está siendo una de las mejores sorpresas. En los momentos complicados se ve la calidad humana de las personas y en el pueblo lo he notado», concluye Pedro, un vecino más de Covarrubias.

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