Muere Antonio Salazar Chomón, histórico referente de Izquierda Mirandesa
Desde el antifranquismo hasta la reivindicación de que Miranda se integrase en Álava, su trayectoria estuvo marcada por la lucha social y política
Antonio Salazar Chomón, militante de Izquierda Mirandesa y una de las voces más reconocibles de la izquierda de Miranda de Ebro, falleció este domingo, 31 de agosto, a los 69 años de edad. «Locomotora de Izquierda Mirandesa», su muerte deja un vacío en el espacio activista de la ciudad del Ebro, donde su figura fue una constante durante décadas.
«Sin duda alguna, se nos ha ido uno de los imprescindibles, una persona incansable y a la vez solidaria, pero su rastro es imborrable», trasladaban sus compañeros desde la plataforma política de la que fue promotor. Y en efecto, parece que la huella que deja Chomón en Miranda perdurará en la memoria colectiva.
Una vida de reivindicaciones
Impulsor de la Herriko Taberna de Miranda, la trayectoria política de Antonio Salazar Chomón comenzó en su juventud, durante los últimos años del franquismo, dentro del Partido del Trabajo de España (PTE). En la década de los ochenta participó en la fundación de Izquierda Mirandesa, formación que desde entonces ha defendido tanto reivindicaciones sociales como la integración de Miranda de Ebro en el territorio histórico de Álava, dentro de lo que sus impulsores enmarcaban en la idea de Euskal Herria.
Sin embargo, su activismo político le llevó a ser detenido en varias ocasiones: al menos, en mayo de 1981 y junio de 1995 cuando quedó libre tras pasar ante el juez, tal y como consta en los listados de la fundación Euskal Memoria. Sus compañeros también denuncian «campañas de hostigamiento» frente a las que «siempre se mantuvo firme» porque, a la postre, la lucha política de Chomón fue el motor de su acción vital.
Su ideario estuvo marcado por el independentismo vasco y por la crítica al sistema político español, aunque siempre mantuvo la fe en su discurso. De hecho, en un artículo de opinión que publicó hace no demasiados años, expresaba que todavía existía la oportunidad de apostar por una «Euskal Errepublika» frente a lo que calificaba como «una monarquía fascista, corrupta y trasnochada». En ese mismo texto reclamaba una gestión «justa del trabajo y la riqueza» y señalaba como responsables de la violencia a «los que niegan la libertad a un pueblo, los que torturan, los que roban, los que oprimen tanto que llevan al suicidio». Pero su actividad no se limitó a la política partidaria.
Salazar estuvo implicado en movimientos sociales diversos, como la oposición a la operación de la central nuclear de Santa María de Garoña o la reivindicación de la memoria histórica en Miranda. A este respecto, colaboró en la recuperación de la memoria de los represaliados por el franquismo, así como de los prisioneros del campo de concentración instalado en la ciudad durante la posguerra. Además, también participó en plataformas como En Pie o en candidaturas de unidad como Ganemos.
La izquierda de Miranda de Ebro llora hoy la muerte de uno de sus militantes más ilustres; eso sí, sin olvidarse de destacar su implicación en la vida política y social de la ciudad. Convencidos de que «las personas que dejan huella nunca mueren», solo resta una despedida: «Agur eta ohore». Adiós y honor.