El pueblo abandonado de Burgos con tumbas saqueadas, huesos al descubierto y un pasado que resiste al olvido
Poemas en las paredes, cocinas sin recoger y tumbas saqueadas: así sobrevive este pueblo deshabitado de La Bureba
En algún rincón olvidado de la provincia de Burgos, perdido entre páramos agrietados y tierras de cultivo, hay un pueblo al que ya nadie acude a dormir. Ninguna casa está habitada, pero los que tuvieron que abandonar el lugar siguen recordando su nombre, no olvidan sus raíces. Dan fe de ellos los carteles con poemas y textos que hay colgados en algunas puertas de estas casas abandonadas.
Este pueblo de la comarca de La Bureba despierta inquietud y curiosidad entre todos aquellos que viajan hasta dicho lugar. ¿Quién fue el último en marchar? ¿Qué ocurrió? ¿Cómo fueron esos últimos días? ¿Cuándo se empezaron a saquear las tumbas de la iglesia?
Una iglesia con el suelo cubierto de huesos, el templo del antiguo pueblo muestra signos de expolio y abandono. Quienes han visitado el lugar recientemente pueden observar como todo el suelo del templo está ocupado por sepulturas, la mayoría saqueadas. En el interior, entre piedras y tierra removida, se pueden observar numerosos huesos, cuya procedencia no ha sido determinada oficialmente. Parecen costillas y vértebras, ninguna calavera o mandíbula.
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Un pueblo sin agua ni relevo generacional
El pueblo llegó a contar con alrededor de 50 viviendas, pero la falta de agua potable y la migración progresiva de los jóvenes hacia las ciudades provocaron su despoblación. El último habitante fue Florentino, un vecino que decidió quedarse pese al aislamiento. Vivió allí solo durante más de dos décadas, hasta que en 1994 fue hallado sin vida por un grupo de cazadores, según los testimonios recogidos.
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Desde entonces, el lugar quedó completamente deshabitado. Con el tiempo, el expolio y el abandono afectaron gravemente a su patrimonio. La iglesia, en particular, ha sido objeto de saqueos que han dejado a la vista antiguas sepulturas y restos óseos.
Entre los edificios se distinguen las antiguas escuelas y el consistorio, también lo que fue la taberna. Se trata del bajo de una casa con una barra con botellas de cristal y polvo, mucho polvo. Hay pintadas, como en todo pueblo abandonado, pero algunas parecen bastante recientes, como esa que reza, en una especie de baño a la intemperie: «Cerrar la puerta por fabor entran los perros».
Y, como en todo lugar abandonado, también encontramos paseando por sus calles, donde la hiedra se ha hecho con las paredes, vehículos destartalados.
¿Y esos camiones? ¿Y esas máquinas?
Este pueblo no es como algunos otros de la provincia, deshabitados porque hasta ellos no llegó la luz. Aquí se ve el tendido, ha estado habitado hasta hace relativamente poco. En una casa, si miramos a través de la ventana, vemos una cocina con un bote de una conocida marca de cacao en polvo, platos amontonados después de una comida.
Pero lo que sorprende es el despliegue de una empresa que se encuentra construyendo algo en el lugar. Puede que sea el escenario de un rodaje, ya que la empresa se encarga de alquilar material para proyectos audiovisuales. Allí, algunos operarios cortaban y ensamblaban madera y las máquinas descansaban cerca de la iglesia.
¿Restos humanos o de animales?
Uno de los aspectos más inquietantes del lugar es la presencia de huesos esparcidos por el suelo de la iglesia. Algunos sugieren que podría tratarse de un antiguo corral utilizado para animales, mientras otros piensan que los restos pertenecen a los enterramientos originales del lugar. Lo cierto es que, al no haberse realizado ningún estudio arqueológico o forense en el sitio, no hay una respuesta concluyente.
La confusión es comprensible: en muchos pueblos rurales de Castilla y León las iglesias funcionaban como cementerios hasta bien entrado el siglo XIX. No obstante, sin una intervención arqueológica que lo confirme, es imposible determinar la procedencia exacta de los restos.
Este medio ha preferido no revelar el nombre exacto del pueblo, en parte para evitar nuevos actos vandálicos y por respeto a la historia del lugar.
Patrimonio en riesgo
Este caso pone de nuevo sobre la mesa el debate sobre la protección del patrimonio en zonas rurales despobladas. En Castilla y León existen decenas de pueblos abandonados que conservan iglesias, cementerios y estructuras centenarias sin ningún tipo de vigilancia ni conservación activa. La falta de recursos y la escasa presencia institucional dejan estos espacios vulnerables al deterioro y al saqueo.
El caso de este pueblo burgalés es un ejemplo más de cómo la historia reciente y el abandono pueden converger en escenarios inquietantes que, al mismo tiempo, invitan a reflexionar sobre el olvido y la memoria.