Rabé proyecta una comunidad energética para ofrecer energía limpia a los vecinos
Es una de las ideas que maneja el alcalde, Diego Rodríguez, que busca mejorar la calidad de vida de los vecinos y de los visitantes, entre los que se cuentan numerosos peregrinos que atraviesan el pueblo a lo largo de todo el año
Rabé de las Calzadas es una pequeña localidad al borde del Camino de Santiago. Muy cerca de Burgos es, pese a su tamaño, un importante centro cultural del tramo de la Vía Jacobea que pasa por la provincia. Su alcalde, Diego Rodríguez, de Vía Burgalesa, repite al frente del Ayuntamiento de la localidad y afronta este mandato con proyectos importantes. Uno de ellos es la puesta en marcha de «una comunidad energética».
La cada vez más preocupante situación del planeta le ha llevado a plantearse al alcalde y al Ayuntamiento el «uso de energía renovable» y con ello la creación de esa plataforma «que permita a los vecinos asociarse para tener energía limpia» y en condiciones ventajosas en precios. Es una plataforma, esta comunidad energética, «abierta a que los vecinos que quieran o puedan, se adhieran a ella», recuerda Diego Rodríguez.
Un asunto que preocupa a Rodríguez y a muchos alcaldes de la provincia es «la falta de vivienda» que sufren los pueblos entre ellos Rabé de las Calzadas. Es una realidad que no permite, por ejemplo, acoger más población. Las casas que hay, muchas de ellas viejas o en mal estado, no permiten una residencia digna y las de nueva planta tiene precios prohibitivos.



En materia de infraestructuras, en los próximos años se va a terminar «la nueva acometida de aguas desde el depósito», recuerda Rodríguez y que se realiza «por fases» con fondos de Planes Provinciales de la Diputación de Burgos. Y con proyección de futuro a medio plazo «dotar de un centro social a Rabé», una idea que maneja el alcalde y que cree que a lo largo del mandato debe ir tomando forma.
Rodríguez tiene planeado también llevar a cabo es la «urbanización del entorno del polideportivo y la pista de padel» y la puesta en marcha de un parque infantil. Todo ello a través de los fondos del Plan de Cooperación. Rodríguez recuerda que sigue en marcha también la obra del recinto del potro, aquella vieja estructura que servía para sujetar los caballos, burros o incluso las vacas para facilitar que se les pueda poner las herraduras o curar. Esta actuación se financia con fondos de patrimonio etnográfico.
Su cercanía a la capital, permite a sus vecinos llegar con facilidad a Burgos para trabajar o realizar cualquier gestión y regresar para vivir en una plácida localidad que recibe con mucha alegría siempre a los peregrinos.
En este pequeño pueblo hay muchas cosas que ver pese a no ser ni mucho menos grande. Por ejemplo, la ermita de Nuestra Señora del Monasterio lleva este nombre porque aquí radicó una abadía; el potro, perfectamente conservado. Como también lo están sus palacios y villas como la Torre Palaciega que está a la entrada del pueblo; y frente al edificio escuela, levantado por Baldomero Pampliega, se sitúa el Palacio, que fue del conde de Villariezo en el siglo XVII. Es un edificio que data del siglo XVII de estilo sobrio, con fachadas de piedra de Hontoria. Entre los dos torreones se puede contemplar un amplio patio ajardinado. Una parada obligatoria, muchos de ellos peregrinos, en el paso por esta villa.
La idea de Rodríguez es que este año el pueblo «pueda entrar en el Convenio de las Goteras» de Diputación y Arzobispado para la reparación de las cubiertas de la iglesia.
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