Recuerdos de La Lunada, la antigua estación de esquí de Burgos donde medio Bilbao aprendió a deslizarse
Una de las pocas instalaciones esquiables que ha tenido la provincia está clausurada este año. Inaugurada en 1973 y en medio de un lugar muy inaccesible, pero de una naturaleza casi intacta, durante décadas ha sido refugio de aficionados burgaleses, cántabros y vizcaínos
Llega la temporada de esquí, que empieza este fin de semana en las pocas estaciones que tiene a mano los aficionados de Castilla y León, y en el mapa de las instalaciones de nieve aparece todavía un punto en la provincia de Burgos. Se trata de La Lunada, que fue estación de esquí y, más recientemente, parque de nieve, cerrada varias veces y abandonada y ahora sin nadie que abra su refugio en un último intento por sacar partido a lo que es un privilegiado paisaje de montaña.
Ahora mismo, La Lunada no tiene actividad. Su cierre ha dejado a la provincia sin una sola instalación de nieve operativa. Hace unos meses, la última empresa que se aventuró en la gestión de su refugio decidió dejarlo. Su titular, Txus Riezu, apostó por convertirlo en un refugio de montaña para poder ofrecer alojamiento y restaurante a montañeros y turistas. Rebautizado como Lunada Park, dejaba de ofrecer un servicio centrado en el esquí para cambiar el modelo.
Esta era la primera vez que La Lunada dejaba de ser estación de esquí en sus más de 50 años de historia. Inaugurada en 1973, fue siempre la más pequeña del país junto con el punto de nieve de Santa Inés, en Soria, otra gran desconocida de los deportes de invierno. Hasta la salmantina La Covatilla parece grande con sus 18 kilómetros y 19 pistas.
La antigua estación burgalesa tiene 2,9 kilómetros de pistas y cuatro remontes. En los últimos tiempos ha estado centrado en las actividades de montaña y en el esquí de fondo. Y fue noticia por la muerte en el peligroso puerto de Lunada de cuatro jóvenes madrileños que visitaban Cantabria. Su ascensión es un paraíso para los ciclistas, pero un riesgo para los conductores.
Aficionado practica esquí de fondo en la Lunada
El puerto, entre Burgos y Cantabria, se encuentra situada en la Cordillera Cantábrica, en las laderas del Pico La Miel y el Alto de Las Corvas (1.568 metros)
Tanto en el lado burgalés como en el cántabro las precipitaciones son muy abundantes: aquí, pared de nieve formada hace unos años
La estación abrió en 1973 y ha sido destino de cántabros, vizcaínos y burgaleses, en menor medida
El lugar ya era conocido antes como zona para practicar esquí: aquí, esquiadores en 1971
En sus últimos años como estación de esquí, se especializó en travesía, para lo que cuenta con un circuito de unos 7 kilómetros
También ha tenido afluencia turística y de visitantes que van a pasar el día y comer en su refugio: aquí, temporada de 2008
El último titular renovó el refugido, que ahora está cerrado, y lo convirtió en alojamiento para montañeros.
Pocas instalaciones invernales sobreviven a un cierre y La Lunada lo ha logrado varias veces: ¿volverá a resurgir en Burgos?
AUX STEP FOR JS
Durante años, fue el lugar donde muchos vizcaínos aprendieron a deslizarse sobre la nieve y una opción para cántabros y burgaleses, pero nunca tuvo continuidad. En 2014 cerró sus puertas cuando el Ayuntamiento de Espinosa de los Monteros, a cuyo término pertenece, intentó cobrarle un canon a la empresa que llevaba 25 años haciendo funcionar el lugar.
Hubo varios intentos fallidos de reabrir hasta que en 2023, y por 2.000 euros al año, se lo quedó Riezu para convertirlo en Lunada Park y que reabriera. Es uno de los pocos casos en España en los que un complejo invernal ha logrado revivir tras cerrar como estación de esquí: ni El Morredero (León), Valle del Sol (Burgos), o ya en el Pirineo La Tuca o Llessuí (ambos en Lérida), lograron volver a la vida de ninguna manera.
El motivo es que es muy costoso mantener las instalaciones específicas de una estación. Remontes y cintas para llevar a los esquiadores a las pistas son caros y se deterioran, su mantenimiento es muy costoso y eso complica la viabilidad de muchas estaciones con poca nieve. Un cierre, como el que sufre este invierno otra vez La Lunada, puede ser el final de una larga historia.
Y aquí ha vuelto a ocurrir. Discrepancias con el el ayuntamiento, de nuevo, que no quería renovarle el contrato con antelación, acabaron con la aventura. Está pendiente volver a licitar el concurso para explotar el refugio, que ofrece restaurante y que era bastante apreciado por los aventureros de montaña y bicicleta que frecuentan la zona. Veremos si Burgos se despide para siempre de este reducto para los aficionados a la naturaleza, su última estación de esquí y la más antigua.