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El confinamiento de marzo puso a prueba no solo la paciencia de todos, también al sistema educativo. El curso se quedó en pausa de un día para otro y los docentes tuvieron que reinventarse sobre la marcha para que sus alumnos pudieran continuar con un curso en el que las incertidumbres se hicieron con el mando.
Este mando es el que tomó José Luis, profesor de informática de La Salle y encargado de las TIC del centro. «Soy el responsable del mantenimiento de la infraestructura y la puesta en marcha de los cursos virtuales», se presenta. Para él este curso está siendo «un no parar». «Empezando porque no todo el mundo se acuerda de las contraseñas, los alumnos sí porque lo usan habitualmente, pero las familias no», explica.
El problema con las contraseñas es el más frecuente y recurrente, necesarias para acceder a los boletines de notas de sus hijos. Aunque, por suerte, las incidencias se van reduciendo con el paso de las semanas.
Y ha sido la pandemia la que ha ayudado a los padres a descubrir que sus hijos usan el ordenador para muchas más cosas de las que ellos pensaban. «Nosotros usamos la plataforma desde 2012 y los chicos tienen la costumbre de entrar en ella para recoger los materiales de las diferentes asignaturas, así que los chicos lo único que tuvieron que hacer al llegar el confinamiento fue cambiar el me levanto, me aseo y me voy al colegio por el me levanto, me aseo y enciendo el ordenador que es donde ahora tengo el colegio», incide José Luis.
Este cambio de costumbres solo afectó al no poder salir de casa, pero les permitió seguir viendo a su profesor y a sus compañeros a través de pantallitas pequeñas y seguir las clases con normalidad. «Fueron los padres los que se dieron cuenta de que el entorno digital del colegio tenía muchísimas cosas que ellos no conocían, un entorno lleno de materiales y recursos y que han descubierto ahora», explica.
El cuerpo docente también tuvo que cambiar su relación con el ordenador. Si un profesor subía y ofrecía contenidos a sus alumnos en la plataforma de manera complementaria, desde marzo se convirtió en la herramienta necesaria y diaria. «Ha supuesto un trabajo enorme, cambiar recursos de una semana vista a hacerlo día a día. Cada día tiene que haber contenido ahí, el alumno que no se ha podido conectar a la videconferencia tiene que tener ahí la lección explicada en un documento. Eso multiplica por muchísimo el trabajo», abunda.
Ahora mismo, el trabajo se multiplica, porque los docentes preparan la clase presencial pero también la clase virtual que tiene que estar recogida lo más fielmente posible. «El alumno tiene que saber qué se ha hecho cada día en clase, hasta dónde se ha llegado, tener material complementario y cubrir dos ámbitos en paralelo, no de manera alternativa», cuenta.
El confinamiento llegó tan de sorpresa que el último día tuvieron que convocar una reunión «de extrema urgencia». En ella decidieron las medidas a adoptar a partir del día siguiente, «como la plataforma estaba montada fue un ajusto mínimo», confiesa. A principio de curso se preparó un plan de contingencia por si hubiera que volver a casa, pero cada día se realiza el doble de trabajo.
Las herramientas estaban, pero el trabajo del profesor no porque nunca se había trabajado de una manera que no fuese basada en la presencialidad. «La plataforma da cabida a todos los cursos, desde primero de infantil, donde se cuenta mucho con la familia para que utilicen los pequeños recursos que pueden usar. El plan digital del centro contempla que los niños más pequeños aprendan a utilizar el ratón, la motricidad fina, la orientación espacial en una pantalla... hasta 2º de bachillerato, donde es todo digital».
Con los recursos y las herramientas perfectamente definidos e implementados en todos los estamentos de la comunidad educativa, la pregunta es sencilla: ¿la digitalización de la enseñanza ha llegado para quedarse?
«Sí, sí. Además los profesores ya tienen esa competencia digital que antes no habían necesitado. Con el conocimiento y la soltura con la que se manejan esos recursos se puede aplicar al día a día desde primero de la ESO o desde primaria, no hace falta esperar a llegar a bachillerato. Hay niños que con 9 años pueden seguir una clase con herramientas digitales» asegura.
Aunque José Luis deja claro que no es bueno querer hacer todo de manera digital. «El niño tiene que escribir en papel, tiene que aprender a coger bien un lápiz y una goma de borrar, a organizar el espacio en un papel, a respetar márgenes no porque se los deje el procesador de textos de manera automática. Hay que dosificarlo en el aula, pero se puede hacer un buen complemento con ello», sentencia.
La Salle es un centro papel cero, todas las comunicaciones con las familias se realizan a través de su plataforma, lo que ayuda a que los padres conozcan el entorno digital del colegio, así como que los dos cursos de bachillerato utilicen un soporte digital desde hace ya diez años para seguir las clases. «Esto hizo que el 12 de marzo las clases se pudieran seguir de manera normal, fueron dos fortalezas que ya teníamos», refuerza Raúl Rojo, el director del centro.
«Trasladar durante el confinamiento el colegio a casa fue crucial, a las familias les dio mucha tranquilidad, muchos volvieron a trabajar y sabían que sus hijos estaban conectados en clase», continúa José Luis.
Lo más importante, sin duda, ha sido «la cooperación con las familias». «Todos hemos sido flexibles porque entendemos que hay familias con varios chicos y solo un ordenador, lo hablábamos con ellos para que pudiesen organizarse el trabajo a hacer aunque fuera en otro horario», asegura.
La covid les ha quitado a los alumnos la posibilidad de poder reunirse para hacer trabajos, para levantarse de la silla y acercarse a un compañero y preguntarle. Sin embargo, las herramientas digitales les permiten poder realizar las mismas actividades sin necesidad de un contacto cercano: «Se organizan los trabajos a través de documentos compartidos en el que todos pueden escribir o con videollamadas para organizar la tarea».
Los nativos digitales son, cada vez más, más digitales y más precoces. La pandemia de coronavirus solo les ha dado la oportunidad de demostrar lo que son capaces de hacer también en el ámbito educativo.
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