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Parte del equipo que trata a los internos de la prisión de Burgos. RRH

La prisión de Burgos aumentará plantilla en 2023, con todas sus unidades abiertas

La directora del Centro Penitenciario, Elena Ramos, confía en disponer de recursos humanos suficientes para reabrir el departamento cerrado por falta de personal

Domingo, 11 de diciembre 2022, 09:17

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El déficit de plantilla en el Centro Penitenciario de Burgos es una constante. Las restricciones en la contratación pública que se vivieron años atrás, sumado a las jubilaciones y pase a segunda actividad de una plantilla envejecida, han hecho que la prisión cuente con menos personal del necesario para un funcionamiento completo. De hecho, los sindicatos calculan que falta un 40% de la plantilla de funcionarios dedicada a la atención directa de los internos, 50 personas, según los datos que ofrecieron en la Festividad de La Merced, patrona de Instituciones Penitenciarias.

Unas carencias reconocidas por la directora de la cárcel, Elena Ramos, que ya entonces avanzaba que gracias a las nuevas ofertas públicas de empleo confiaba en incrementar la plantilla en 20 personas en los próximos años. Ahora, Ramos apunta a que habrá un aumento de personal en 2023 y, lo que es más importante, que la llegada de nuevos trabajadores permitirá «abrir entera la prisión otra vez». Ahora «hay un departamento cerrado por falta de funcionarios de vigilancia», ha recordado, pero para junio el centro podría funcionar al completo.

De hecho, la prisión ha pasado de albergar entre 400 y 500 presos a tener unos 300 o 350. En cualquier caso, nada similar a los 700 para los que estaba pensada. Ni mucho menos a las 5.000 almas que llegaron a habitarla después de la Guerra Civil. «Hubo un hacinamiento bestial», admite la directora, pero en los años de la democracia se estabilizó la cifra en esos 500. «No es lo ideal», apunta Elena Ramos, pero «es llevadero». Además, recuerda que la población reclusa ha bajado en España, así que también bajará en la prisión de Burgos aunque esté plenamente operativa.

Sin embargo, en la prisión de Burgos no solo andan escasos de funcionarios de atención directa. «Vamos muy justos de recursos técnicos», admite la directora. «Nos faltan psicólogos, médicos, especialistas que traten enfermedades mentales, drogodependencia…). Ahora mismo los equipos técnicos los conforman tres trabajadoras sociales, cuatro educadores, dos psicólogas y dos juristas. «Y con eso tenemos que tirar», apunta Elena Ramos, aunque admite que cuentan con la colaboración de ONGs y entidades sociales, que es indispensable.

Cuentan con el Ayuntamiento de Burgos, la Fundación Lesmes, Cáritas, la Fundación Caja de Burgos, la Fundación LaCaixa, Ibercaja… «Y el voluntariado hace una labor muy importante también», pues entre unos y otros se conforma un programa de atención, tratamiento y actividades que completa el plan de reeducación y reinserción. «Nos comprometemos a darles una parrilla de actividades amplia, a captar gente que quiera venir a hacer cosas interesantes», explica la directora. Y la ubicación de la prisión, en la ciudad, favorece contar con esa ayuda externa.

Una mujer, al frente

Es imposible hablar de la plantilla del Centro Penitenciario de Burgos sin recordar que Elena Ramos es la primera mujer que ha dirigido la prisión. Marcó un hito pero admite que «no lo vive así, como si fuera algo histórico». Y ni siquiera se lo plantea. Cree que su trabajo está más marcada por el hecho de ser jurista y haber estado en el área de tratamiento, como subdirectora. «Más que ser mujer, u hombre, lo que importa y lo que me marca es mi pensamiento acerca del tratamiento», y es una firme defensora de la atención individualizada y el tratamiento orientado a la reinserción.

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