Los guías turísticos de Burgos, en situación límite: «Hemos perdido el 95% de la facturación»

A Santiago Paniego le aterroriza pasear por la Catedral de Burgos, el Arco de Santa María o El Espolón y no ver a turistas utilizar una cámara fotográfica para generar recuerdos. Y con eso convive Burgos desde finales de 2019. Ese invierno y la pandemia de la covid-19 han golpeado con virulencia al sector turístico y a los guías que, como Santiago, llevan más de un año sin descolgar el teléfono para atender las demandas de todos aquellos que han intentado acercarse a la provincia en los últimos meses.

Y, evidentemente, los que han visitado Burgos en el último año han sido pocos. Cierres perimetrales, confinamientos, restricciones en las reuniones... han propiciado que la facturación de los guías desapareciese casi en su totalidad. «Excluyendo el verano, hemos perdido el 95% de la facturación. Si metemos la ventanita de julio y agosto, más del 75% de la facturación anual se nos ha caído respecto al 2019», lamenta Paniego, que lleva 11 años como guía.

Precisamente la incertidumbre del sector podría condicionar el futuro de los guías turísticos y encaminar su vida laboral a otros objetivos. «Si esto no se soluciona, habría que plantearse otro futuro. Me costaría tomar la decisión, pero hay que buscar alternativas. La supervivencia es diferente en cada persona. Algunos han tirado de las escasas ayudas de las administraciones, además de apoyarse en los ahorros», afirma Santiago, que reconoce que los ingresos han sido mínimos, pero los gastos también. «En general no tenemos un local y generamos los gastos ordinarios de un autónomo: una cuota, mantenimiento de las páginas web, algún seguro... Por suerte, eso es un ligero consuelo. No entra dinero, pero se han intentado reducir los gastos de la actividad hasta casi cero. Aun así, la situación es límite», continúa.

Y lo seguirá siendo, porque la pandemia también ha hecho tambalear el año por excelencia del turismo en la provincia con el centenario de la catedral, con su correspondiente año jubilar, las Edades del Hombre, el octavo centenario de la muerte de Santo Domingo de Guzmán y hasta tres etapas de la Vuelta Ciclista a España en agosto. «2021 era el año. Por eso duele más. El año pasado nos agarrábamos al clavo de que llegaba 2021 y lo que suponía para Burgos. A día de hoy solo hay incertidumbre», incide Paniego.

Unos eventos que no se repetirán en un futuro cercano, aunque aún queda la esperanza de que se puedan salvar ligeramente. «La sangría se puede aplacar. Si se permite cierta movilidad, vendrá gente y habrá ingresos. Un sábado de Edades del Hombre podrían ser 20 grupos de 50 personas. Eso se ha perdido y no veo la posibilidad de juntar a 50 personas en los próximos meses», lamenta Paniego, que exige un poco más a las administraciones.

«Tampoco las instituciones están haciendo mucho para salvar lo poco que se puede salvar. Lo mejor que se les puede pedir es que no hagan nada. Cada medida que toman es para empeorar la situación. Entiendo que no a mala fe. Tienen que vender Burgos como destino turístico y que haya una estrategia común y la única imagen o conocimiento de la ciudad que tienen muchos es a través de los guías. Nos tienen que llenar el río de peces. Nosotros, como guías, intentaremos pescar nuestros clientes. Burgos se debería vender sola y es muy desconocida», añade.

En plena crisis sanitaria, social, económica..., los guías turísticos ven problemas también a largo plazo. Son conocedores de lo complicado que va a ser que se vuelva a la profesión como hace un año conocía. «Para nosotros, la normalidad es volver a 2019, no a una nueva normalidad. Con grupos de 4 o 5 personas podemos sobrevivir, pero no se puede vivir de ello. El día que vea que un autobús que transporte a cincuenta jubilados se me van a caer las lágrimas. Pero eso no lo veo. Aquí va a quedar un poso y va a cambiar nuestro modo de vida», analiza.

Y todo esto con pizcas de hartazgo tras un año sin poder trabajar prácticamente. «Hasta el máximo experto no sabe en qué situación estaremos dentro de seis meses. Nadie tiene esas respuestas. Empezamos con que había que sacrificar una Semana Santa, un verano, la Navidad, pero es que ya llevamos la segunda Semana Santa, me temo que el segundo verano y no sé si caerá la segunda Navidad», concluye Santiago Paniego, de Descubrir Burgos.