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Nadiya, Raisa, Maria, Nataliia, Oksana. RRH.
Empezar de cero en Burgos tras huir de la guerra en Ucrania

Empezar de cero en Burgos tras huir de la guerra en Ucrania

Tres refugiadas ucranianas relatan sus historias ahora que se cumplen tres años de la ocupación rusa en su país

Ruth Rodero

Burgos

Jueves, 6 de marzo 2025, 05:57

Hace tres años la vida de Oksana, María, Raisa y Nataliia se tambaleó. La suya y de la de millones de compatriotas que vieron cómo su presente y su futuro saltaba por los aires con la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Desde entonces, estas cuatro ucranianas han buscado la manera de proteger a sus hijos de un guerra que acaba de cumplir tres años.

Nataliia Bendeberia lleva en Burgos casi tres años. «Soy de una pequeña ciudad al sur de Ucrania que ahora está ocupada por el ejército de Rusia», explica. «Por eso salimos y estamos aquí hace casi tres años con mis hijos», indica. Nataliia tiene una hija de 22 años y un niño de once que han dejado, como ella, todo lo que conocían para empezar de cero.

«Estamos desde el primer día con un familia española que nos apoya. También el programa de acogida de Accem nos ha ayudado. Cuando llegamos vivimos todos lo ucranianos en el hostel, al lado de la estación de autobuses. Tenemos todo lo que necesitamos, apoyo, comida, vivienda…», recuerda. Tras un primer periodo en el hostel los ucranianos llegados a Burgos cambiaron su alojamiento por pisos. «Vivo en el centro con mi hijo pequeño. Mi hija mayor era estudiante y ha vivido aparte; ahora está en Santander buscando trabajo», cuenta.

A su lado, Raisa Ochkan, una mujer sonriente que apenas lleva dos meses en Burgos. Todavía no habla castellano y Nadiya Chmyr, presidenta de la asociación 'Familias con Ucrania' y afincada en Burgos hace 25 años, ejerce de traductora. Salió de Ucrania con su hijo «porque la situación del país se complica cada día más». «Estaba preocupada por mi hijo y quería sacarle de allí», reconoce. Ahora vive con su amiga y agradece que España la ha acogido «con mucho calor». «Mi situación es complicada, pero España sí que es un país solidario». Ahora busca un trabajo para su hijo, que tiene 19 años, y sueña que con él pueda comenzar a formar una nueva vida.

Oksana Malinichenko es la tercera de las mujeres refugiadas que comparten mesa y conversación. Oksana llegó al país en el mes de junio de 2024 junto a su hija María, de once años. Antes de venir a la ciudad del Cid pasaron casi dos años en Irlanda, pero la adaptación allí fue complicada y decidieron volverse a Ucrania. «Psicológica y moralmente era difícil y nos volvimos para Ucrania. Pero solo pudimos aguantar tres meses en el país porque la situación no era sencilla. Nuestra ciudad estaba recibiendo muchos ataques rusos y decidimos marcharnos a España, un país al azar», cuenta con naturalidad y preocupación a partes iguales.

Primero viajaron a Madrid, después formaron parte del programa Burgos Acoge y llevan medio año en Burgos. «Estudiamos español, estamos adaptándonos todo lo que podemos. Estamos muy a gusto en Burgos y esperamos adaptarnos bien y poder levantar cabeza aquí en España», desea Oksana.

Lo más difícil para estas mujeres no solo se encuentra en el hecho de haber abandonado todo lo que tenían y conocían en Ucrania, en el día a día también hay cosas que les recuerdan que no están en su país y que tienen que aprender a gestionar las diferencias culturales. «Me cuesta mucho los diferentes horarios de las tiendas, Ucrania es mucho más activa, en Ucrania no hay horarios. No es que sea malo, pero es diferente. En Ucrania no sabemos descansar», afirma Raisa. Nataliia asiente: «Los españoles saben disfrutar de la vida. Las tradiciones son un poco diferentes, pero me gustan». Para Oksana lo más complicado está siendo «aprender español». «No poder comunicarte con la gente es duro y mentalmente me está costando», reconoce. No quiere olvidarse de los más pequeños y, aunque creemos que «los niños se adaptan mejor», no hay que perder de vista que depende de la personalidad cada uno y de su edad.

Pero también encuentran cosas buenas. «España como país es muy bonito», destaca Raisa. «La gente es muy emotiva, muy abiertos, hablan y sonríen mucho. Es muy fácil adaptarse con ellos. Mentalmente están muy cercanos a la gente ucraniana, hasta las palabras se parecen a pesar de que tenéis alfabeto latino y nosotros cirílico», afirma contenta.

Okasna puede, además, comparar con Irlanda, y asegura que «en España es más fácil adaptarse que allí». «En España es más fácil sentir que estás en casa aunque no sea tu casa. Es confortable», repite varias veces. «Sabemos que aquí no nos va a pasar nada», afirma con alivio Raisa. Nataliia, comparte esa sensación y afirma varias veces lo a gusto que está aquí.

«Me gustaría añadir que estoy muy agradecida a la Asociación de Familias con Ucrania, así como a ACCEM. A día de hoy esta última nos sigue apoyando, a pesar de que el programa ya ha finalizado en mi caso. Para cualquier cosa puedo recurrir a ellos, continúan siendo un gran respaldo para nosotros, por ejemplo, con el apoyo en la homologación de documentos (incluido el financiero), el proyecto TIPI para mi hijo o cualquier consulta sobre cuestiones laborales, jurídicas y otras. Siempre hacen todo lo posible para facilitar nuestra vida», agradece

Preocupadas por la situación de Ucrania

Pero aunque en Burgos se encuentran bien, siguen pendientes cada minuto de lo que pasa en su hogar. «Mis padres viven Jarkov, que es una ciudad que están bombardeando cada día, por eso mi madre está aquí ahora, pero su marido está allí de momento. No quieren renunciar a su país porque dicen que es nuestro hogar. Nosotros hemos vivido toda la vida allí y para nosotros es difícil perder nuestras tradiciones y por eso quieren estar allí. Nos visitan dos veces al año y después vuelven, porque su corazón está allí», relata Nataliia.

Raisa recuerda que «la guerra no empezó realmente en el año 2022», porque Rusia ocupó Crimea en 2014. «En el momento de la ocupación vivíamos en Crimea y vivimos tres años allí estando ocupada. No ha sido una gran sorpresa lo que pasó en 2022. La situación de Ucrania es muy complicada, su territorio está constantemente bombardeado, con drones… Las fronteras, la capital... Yo escuchaba el sonido de los drones todos los días y todos los días muere gente, no solo militares, civiles también. Cerca de Kiev Rusia ha matado a gente civil, entre ellos a un cirujano que estaba salvando una vida. No solo están machacando un territorio, están exterminando la nación, por eso la gente civil está sufriendo mucho», relata vehementemente Raisa.

Desde España reciben las últimas noticias y la irrupción del gobierno de Trump en el conflicto para, quizás, acabar con la guerra de manera injusta. «Tenemos miedo por ello», confirman. «Está ocupado el 20% del territorio que en 2014 era solamente el 7%. Todos sabemos que esto que está pasando no va a ser el fin de la guerra, va a ser una pausa. Al quitar las sanciones a Rusia va a intentar recuperarse militarmente y va a seguir ocupando Ucrania hasta que lo consiga», lamenta Raisa.

En 1992, cuando se separó la Unión Soviética, los ucranianos, «a cambio de la libertad», cedieron, pero ahora se preguntan «para qué» les sirvió. «Para nada», se responden estas mujeres. «Lo peor de todo es que no va a parar solo con Ucrania», afirman. El 20% del territorio de Georgia se encuentra bajo la ocupación militar rusa. «El siguiente paso van a ser los países bálticos», indica Oksana.

Familias con Ucrania, la asociación que ayuda a los refugiados en Burgos

Desde la asociación Familias con Ucrania Nadiya Chmyr lleva tres años ayudando a los refugiados que llegan desde su país huyendo de la guerra. «Nos formamos en los Sampedros de 2022 y empezamos a ayudarles. Llegaron en avalancha desde Ucrania a diferentes puntos del país y necesitábamos tener un poco de control. Les ayudamos con el colegio, los médicos… Llevo 25 años aquí y sé los dos idiomas, ese ha sido el plus», reconoce. «Al principio les ayudamos con los papeles. Cuando llegas a un país no sabes por dónde empezar y, por suerte, tenemos móviles que nos pueden ayudar a traducir, pero no es lo mismo. No es fácil y formamos la asociación para apoyarles», explica. La comunidad ucraniana en Burgos llegó a estar formada por 156 personas, pero muchos volvieron a su país y otros han cambiado de ciudad. «Ahora mismo son unas 40 familias refugiadas que suponen alrededor de un centenar de personas. Lo sé porque cada vez que hacemos un viaje alquilamos un autobús y hay gente que se tiene que quedar fuera porque no podemos alquilar dos autobuses», lamenta. Nadiya no quiere dinero, pero agradece toda ayuda que pueda llegar, como la recibida desde CaixaBank, porque sin un presupuesto, aunque sea pequeño, se hace complicado organizar actividades que evadan a niños y mayores de la realidad de su país. «Si alguna empresa nos puede ayudar con los autobuses, o el gasto de organizar actividades para los niños… cualquier cosa será bienvenido»

En este momento de la conversación, Nadiya Chmyr toma la palabra. «Putin dijo que quería reconstruir la Unión Soviética y está dispuesto a intentar anexionar por la fuerza a países cuya independencia y fronteras ellos mismos han reconocido, incluso con los que firmaron acuerdos de no agresión. Esto es especialmente peligroso porque creo que si no se les detiene, acabarán atacando incluso a países que están en Europa y la OTAN. Por eso las fronteras se están reforzando. Pero, a pesar de ello, no sé si Europa va a poder defender a esos países. Si no lo hace, temo que la guerra y la masacre llegarán al corazón de Europa», lamenta. «Con los terroristas no se habla», dice contundente Raisa. «Quieren exterminar la nación ucraniana y les va a ser imposible, porque estamos repartidos por todo el mundo», recalcan.

En Ucrania siguen la madre y la abuela de Oksana. «Mi madre no puede salir de allí porque tiene que ayudar a mi abuela y me preocupa mucho lo que pueda pasar con ellas. Todos los días busco información para saber cómo está la situación», confiesa. Si tienen algo claro estas tres mujeres es que «existe peligro real de muerte para la población civil cada día». «En diciembre volaron un edificio a las 7:00 de la mañana en mi ciudad con un misil. Los niños y bebés que dormían, sus familiares, adultos… nuestra nación muere cada día. Eliminan naciones enteras», recuerda Oksana.

El deseo de este grupo de ucranianas se resume en una frase cortita: «Que pare la guerra y vivir tranquilos». «Queremos eliminar el terrorismo. Rusia tiene menos misiles por las sanciones internacionales, por eso ahora se podría recortar más recursos a Rusia. Nosotros no podemos fabricar el armamento suficiente para defendernos y los países de la Unión Europea no tenéis para vosotros, no podéis ayudarnos», lamentan.

Aunque no consideran que la guerra esté perdida saben que es complicado salir victoriosos, pero no se van a rendir. «Queremos vivir en libertad, no bajo el yugo de quienes nos han matado», asegura Nadiya. Pero Rusia es mucho más grande que Ucrania y «necesita ayuda». Ayuda «europea», porque saben que ahora «no habrá ayuda americana». «No podemos enfrentar los misiles con palos», lamentan.

Los hombres se han quedado en Ucrania. «Cada vez hay menos. Se han quedado a defender el país y los niños». Sus parejas y sus padres se han quedado en Ucrania mientras ellas han salido del país para salvar a los más pequeños. «Si no, desapareceríamos la familia completa». Una decisión complicada, porque no saben si volverán a reencontrarse con ellos. «De momento podemos hablar con ellos, pero nadie nos garantiza lo que está pasando», finalizan.

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