Manejar drones con un brazo biónico, el reto de Ramón tras perder su brazo izquierdo en un accidente laboral en Carnes Selectas

Ahora lo cuenta con un toque de ironía. No duda en bromear pues, como él mismo reconoce, está vivo y eso hay que festejarlo. Sin embargo, los últimos meses no han sido fáciles para Ramón Fernández, quien ahora presume de prótesis biónica tras haber perdido su brazo izquierdo en un accidente laboral en Carnes Selectas. «Hay que adaptarse y seguir adelante pero lo he pasado muy mal», afirma.

El pasado octubre, mientras Ramón realizaba labores de limpieza en el matadero, bajo la subcontrata con Acciona, una máquina le atrapó el brazo izquierdo. «Se cerró la tapa de la máquina, pero no llegó a triturarme el brazo», explica. Eso sí, la extremidad quedó destrozada y Ramón fue traslado urgentemente al Hospital Universitario de Burgos (HUBU), donde en un primer momento simplemente le graparon las heridas y «le dieron de merendar».

Ramón poco recuerda de aquellas horas en el HUBU pero, por lo que le ha contado su familia, tardaron dieciocho horas en operarle. En un primer momento, los médicos intentaron recomponerle el brazo. Sin embargo, tras varias intervenciones se optó por «quitar lo que no valía» y, así, Ramón entró un día en el quirófano y cuando despertó descubrió que «solo le había quedado un cacho de hombro».

Eso supuso un golpe importante pero, al menos, estaba vivo, recuerda Ramón, quien asegura que se han casado de llora. «Ya me he secado», pero ahora se encuentra con mejor ánimo. Y a ello a contribuido, mucho, la prótesis biónica que luce en lugar de su brazo izquierdo, un modelo muy avanzado que viene de Alemania y que le pusieron en Barcelona a principios de este año.

La llamada de la mutua para las pruebas previas a la colocación de la prótesis llegó al día siguiente de salir del hospital, con mucha rapidez. Ramón viajó a Barcelona, le hicieron las pruebas pertinentes y, tras las Navidades, ya contaba con su brazo biónico. Y se ha adaptado con cierta facilidad a la prótesis, gracias a su mañana tecnológica y a su experiencia con los drones, una de sus pasiones.

Antes del accidente, Ramón compaginaba el trabajo con los drones de carreras. Y era autodidacta. Compraba el material, los montaba y los programaba. Y esa experiencia le ha venido de perlas para manejar la prótesis, previa investigación en internet. Así que cuando hizo las pruebas en Barcelona dejó asombrados a los médicos y, ahora, ya empieza a hacer sus pinitos con los drones.

Cierto es que todavía no ha intentado manejar ninguno y que, reconoce, será complicado pues ha perdido la sensibilidad y la prótesis, si bien es muy avanzada, tiene sus limitaciones. Aun así, lo va a intentar, aunque solo sea para manejar drones pequeños pues no quiere perder una de sus aficiones. La otra era montar cubos de rubik, ayudado por tutoriales, reconocece.

Ramón Fernández se muestra optimista. «Perder el brazo no tiene precio», insiste, pero al menos sigue vivo y puede disfrutar de su familia y de sus hijos. Ahora está a la espera de que se resuelva su situación laboral y las demandas que ha presentado contra Acciona, en la que estuvo trabajando siete meses, y el HUBU, en este último caso por negligencia médica.

Nunca podrá saber si, de haber actuado con más celeridad, se podría haber salvado su brazo. Lo que sí tiene claro es que los médicos tardaron mucho en operarle, de ahí la demanda. Y que Acciona tiene que hacerse cargo, de algún modo, de lo ocurrido pues él se encontraba trabajando correctamente y sufrió un accidente en una máquina que, en teoría, tenía que estar apagada.