Y el pendón de las Navas de Tolosa volvió a desfilar

Había ganas. Tras dos años sin poder disfrutar de una de las fiestas más populares y populosas de la ciudad, Burgos ha salido hoy a la calle para festejar como manda la tradición el Curpillos, cuya celebración supone, sin duda, una muestra de la recuperación de la normalidad tras la pandemia de la covid-19.

Y es que, a pesar de que el año pasado se celebró el 'Corpus Chico', lo hizo sin procesión, jira o multitudes. Una simple misa en Las Huelgas, con mascarillas en el interior, fue la única celebración posible.

Esas ganas de recuperar la normalidad, unidas a la ola de calor que azota durante los últimos días España, han devuelto al Curpillos toda su enjundia. de hecho, el propio alcalde, antes de comenzar la tradicional misa en las Huelgas, aventuraba que este iba a ser el Curpillos más multitudinario de la historia, con «una participación que desborda todas las estadísticas conocidas».

Así de hecho se empezaba a barruntar ya desde primera hora en el entorno de Las Huelgas. Por allí andaban yendo y viviendo los principales representantes de la sociedad civil, religiosa y militar de la ciudad y la provincia, pero también cientos de burgaleses que querían ver desfilar de nuevo el pendón de las Navas de Tolosa. Bueno, la réplica del pendón original, cuyo origen, por cierto, no se ha conseguido concretar del todo.

Se trata, sea el original o no, de un auténtico símbolo de Burgos; de una victoria clave de los reinos cristianos de la península sobre los dominios musulmanes, que sin duda cambió la historia de Europa y que según la tradición se trajo consigo Alfonso VIII.

La misma tradición dice que a su llegada a Burgos se montó una fiesta popular en el entorno de Las Huelgas, si bien, la primera mención histórica al Curpillos data de mayo de 1331. Desde entonces, decir Curpillos es decir Burgos. Es una fiesta autóctona, a medio camino entre el fervor religioso y la marcha militar, que no tiene presencia en ningún otro lugar del mundo.

«Esta fiesta es muy emotiva porque conjuga dos aspectos muy importantes: la tradicional visita a Las Huelgas y la participación ciudadana y popular en El Parral», recordaba el presidente de la Diputación, César Rico, presente en la columna de autoridades.

Una columna en la que estaban representados el Ayuntamiento, la Diputación, el Arzobispado, Patrimonio Nacional o el Ejército, entre otros. Todos ellos, antes de desfilar por las calles del barrio, han participado en una misa en la que el arzobispo, Mario Iceta, ha animado a disfrutar de la fiesta. Para él este es el primer Curpillos de verdad.

Posteriormente, y precedidos de los gigantillos y gigantones, que dentro de unos días asumirán su particular protagonismo en los Sampedros, la comitiva ha procesionado por las calles de Las Huelgas, acompañada de los tetines, los danzantes, los maceros y un buen puñado de niños que acaban de hacer la comunión.

Y todo ello ante la atenta mirada de cientos de personas apostadas en las aceras, buscando con ahínco una sombra que a menudo se mostraba esquiva. menos mal que por allí andaban los miembros de Protección Civil refrescando el ambiente con bombas de agua portátiles.

Y luego, a zampar y beber. Y es que, no se concibe un Curpillos sin Parral. de hecho, a esas alturas de la mañana, el histórico parque estaba hasta la bandera, y no sólo de pelusas.

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