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Ocho de cada diez mujeres con problemas de salud mental sufren violencia doméstica en la región

Ocho de cada diez mujeres con problemas de salud mental sufren violencia doméstica en la región

Un estudio de la federación de Salud Mental de Castilla y León detecta que el 42% no sabe reconocer insultos o humillaciones como maltrato

Ana Santiago

Valladolid

Sábado, 24 de noviembre 2018, 13:36

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Ninguna cifra es soportable; pero la frecuencia de los malos tratos entre las mujeres con discapacidad y, de entre ellas, las que sufren problemas de salud mental suman más que perplejidad. Un estudio de la Federación de Salud Mental de Castilla y Léon, que verá la luz mañana con motivo del Día contra la Violencia de Género, lo constata, el 81% de estas personas con enfermedades psiquiátricas ha sufrido algún tipo de violencia en su entorno familiar o causada por personas con las que han convivido a lo largo de su vida. La psicológica, humillaciones, insultos, desprecios.... es la más frecuente; pero, además, una de cada cinco ha sufrido agresiones físicas y en tres casos se relatan situaciones de violencia sexual. El maltrato llega de la mano de las parejas, o de las que lo fueron, pero también de padres y madres y hermanos, en este caso, hombres.

Los datos generales, los registrados por el Observatorio nacional, son de 22 víctimas por cada diez mil mujeres y, en Castilla y León, la cifra baja a10,2 maltratadas por dicha proporción.

Española, de entre 31 y 45 años, y que vive en la ciudad, perfil de la agredida

a consejera de Familia e Igualdad de Oportunidades, Alicia García, ha querido desmitificar el que también hay muchas denuncias falsas en cuanto a violencia doméstica se refiere. Según datos de la Fiscalía General delEstado, solo son falsas el 0,0078%, es una media de los últimos nueve años. La responsable de la Junta repasó ayer, antes de reunir al Observatorio de Género de Castilla y León, los muchos datos de denuncias –2.551 hasta septiembre de 2018–, cifra que ha descendido al igual que las órdenes y medidas de protecciñon con 526 concedidas; de mujeres bajo el amparo policial –con 2.596 casos activos;de ellos, 1.149 son de alto riesgoo el servicio Atenpro (protección y atención) con 447 víctimas que lo utilizan, entre otros. Pero entre las fundamentales novedades de este balance anual están los resultados de los informes de valoración de la situación de violencia doméstica. Las historias sociales, una novedad, permiten conocer la situación particular de cada mujer, con quien vive, si tiene hijos o personas con discapacidad o mayores a su cargo, si ha recibido apoyos, si tiene trabajo, si accede a recursos... es decir, conocer al detalle su nivel de vulnerabilidad y, al compartirse con policía o los juzgados, ayuda a tomar decisiones de protección. Pero, además, permite conocer el perfil de los 1.834 casos activos con informe. Así, detecta que la forma de agresión más habitual, es la doble, la física y psicológica dado que se dan juntas en el 45% de los casos. La exclusivamente emocional afecta al 27%; la sexual, al 8% y la trata de mujeres, al 0,4%. En cuanto a la edad, no hay sorpresas, el tramo más frecuente es entre los 31 y 45 años;pero, sí resulta llamativo –y «una razón de intervención», destacó García– que las que tienen más de 65 años, representan el 4,48% de las víctimas y hay un 0,5 entre las menores. Y, en contra de lo más extendido en la calle, no es un problema de inmigración (15,4%) y además afecta al 5% de personas con discapacidad; al 3% de etnia gitana y el 2,8% tiene problemas de drogodependencia. Una realidad que ha hecho, anunció la consejera, que se hayan creado casas de acogida especializadas en estos colectivos con necesidades particulares. Además, aunque en pueblos y ciudades hay violencia machista, el entorno urbano se lleva el 58,2%.

Triple vulnerabilidad, describe Patricia Quintanilla, responsable del Área de Mujer de la Federación y del estudio. E insiste, «triple, la de ser mujer, discapacitada y con enfermedad mental»; de ahí, estos datos. «Estas personas están mucho más estigmatizadas, solas y aisladas. Tienen menos credibilidad cuando van a denunciar, hay malas experiencias con la policía o los médicos por esta razón, porque no se fían de su interpretación, de lo que relatan. Además suelen sumarse pocos recursos económicos, escasa formación porque los problemas de salud mental irrumpieron en su vida, generalmente, en plena etapa de estudios. Tampoco trabajo ni inclusión social. Y, por si todo esto fuera poco, con una autoestima por los suelos», destaca esta especialista.

La indefensión frente al machismo les preocupa más que su salud o su imagen social

Así, «si añadimos una idea del amor romántico, que comparten con las demás mujeres no obstante, y las dificultades de encontrar pareja, también por todo esto, hace que aguanten mucho más por aquello de 'con quien voy a estar yo si lo pierdo', o 'cómo voy a encontrar a quien me quiera' y su aislamiento hace queno valoren bien lo que les ocurre, no tengan apoyos...», añade. Y, además, aunque no forme parte de la causalidad, el agresor resulta más inmune, libre.

La investigación, un trabajo de análisis de la situación centrado en el desarrollo de 56 entrevistas personales (grupales e individuales) a un total de 253 personas, principalmente mujeres del movimiento asociativo Salud Mental en Castilla y León, también revela, un dato inquietante, y es que «el 42% de las mujeres que han participado en el estudio no saben identificar el menosprecio, el maltrato, los insultos, las humillaciones... como violencia machista. Ellas mismas interpretan que es lógico que no les dejen controlar el dinero o las decisiones de su vida porque están enfermas; lo aceptan por su condición de discapacidad».

Las entrevistas constataron la autopercepción negativa. «Verbalizan sentimientos de inferioridad en relación con el resto de las mujeres y se describen, en muchas ocasiones, como poco atractivas en comparación con los cánones de belleza establecidos». La baja autoestima hace que se cuestionen» su sexualidad, sus posibilidades para ejercer como madre, tener pareja... y son cuestionamientos que son reforzados, principalmente en su opinión, por sus psiquiatras, familiares y las personas más cercanas».

Las entrevistas se han realizado en las asociaciones de las nueve provincias y su resultado también ha detectado que lo que más preocupa a estas mujeres, cuyo grupo de edad más mayoritario es de entre 40 y 54 años, es después de la formación y el empleo (ambos a la vez), la violencia machista, por delante de la salud, los derechos sexuales, la imagen social, la autonomía o el nivel de vida y protección social.

Esta radiografía también ha contado con la colaboración de mujeres cuidadoras, de miembros de los órganos de gobierno de las entidades; así como de representantes de gerencia y equipos técnicos. Uno de los datos que también detecta es que pese a que «hay tantas mujeres como hombres con problemas de salud mental, los recursos, la participación... es masculino, no estábamos adaptados a sus necesidades, y la perspectiva de género no existía en las asociaciones. Ha sido un baño de realidad, para nada esperábamos estos resultados». Balance que también detecta que los cuidadores son casi siempre mujeres, madres sobre todo que se anulan a sí mismas y sus necesidades, «no saben aclarar que precisan porque su vida se centra y dedica en exclusiva al cuidado de las persona con discapacidad, a su cuidado», destaca Patricia Quintanilla.

La psicóloga Karina Rocha, que realizó las entrevistas a las participantes, detectó –repasa la responsable de Mujer– «un clima muy bueno para sincerarse porque estas son mujeres a las que se les escucha poco, aisladas y con necesidad de contar, el mero hecho de hacerlo es terapéutico y comprobar que no están solas, que la mayoría había tenido experiencias parecidas les ayudaba a hablar de su situación con sus iguales y con la seguridad de que nadie las juzga».

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