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José María Pérez, 'Peridis', posa en su estudio de trabajo en Madrid. Alberto Ferreras
Peridis: «En todas las zonas amenazadas por la despoblación las mujeres tendrían que estar protegidas»

Peridis: «En todas las zonas amenazadas por la despoblación las mujeres tendrían que estar protegidas»

El escritor, palentino de vocación y ejercicio, acaba de publicar su décima obra, tercera novela histórica, 'La reina sin reino'

J. I. Foces

Valladolid

Sábado, 24 de noviembre 2018, 13:34

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He aquí un soñador. Y un hacedor del tránsito de los sueños a la realidad. José María Pérez, 'Peridis', cántabro de nacimiento y palentino de vocación y ejercicio. A sus 77 años es la constatación de que el ser humano puede cumplir sus sueños. Ahí está que sacara la carrera de arquitecto a la vez que trabajaba; que lograra poner en marcha un proyecto educativo con el que restaurar el Monasterio de Santa María la Real de Aguilar de Campoo, ejemplo para toda Europa de cómo proteger el patrimonio creando empleo y enseñando una profesión; que gestara y diera a luz la Enciclopedia del Románico, y que decidiera hacerse escritor. En ello está: acaba de publicar su décima obra, tercera novela histórica, 'La reina sin reino'.

–Repasando sus obras en esta década, en 2012 publicó 'La luz y el misterio de las catedrales'; en 2014, 'Esperando al Rey'; en 2016, 'La maldición de la reina Leonor', y este año, 'La reina sin reino'. ¿Solo publica en años pares?

–No lo sé. Mi biografía, 'El cabo caricaturas', la publiqué también en año par, 2006. Y 'Luz cenital', también ese año. Pero 'Hasta una ruina puede ser una esperanza' salió en año impar, 2017.

–¡Qué alivio! No tiene nada en contra de los años impares...

–No, no, no. Lo de los años pares es casualidad, afortunada casualidad.

–¿Afortunada?

–Claro, sacar libro cada dos años... ¡Tela!

–El primero de esta trilogía fue premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio. ¿Llegar y besar el santo?

–¡Los premios caen con la edad! No tiene más mérito que el que era bastante rigurosa históricamente.

–Unos dicen que lo suyo es novela histórica; otros, que historia novelada. ¿Peridis qué dice?

–Novela histórica. Y en ella, la intrahistoria. Pegándome a los personajes, los hechos y las fechas. En vez de describir el hecho pormenorizadamente, que ya lo hacen muy bien los historiadores, lo que hago es cómo lo viven los personajes, qué relaciones tienen entre ellos...

–Berenguela protagoniza 'La reina sin reino', una obra con la que usted quiere hacer es un homenaje a las mujeres extraordinarias. ¿En la onda social más actual?

–Realmente son las grandes desconocidas de la historia porque el aspecto diplomático muchas veces no pasa al primer plano. Me refiero a los libros de texto, no a los grandes investigadores. Estos han hecho libros sobre Berenguela, la Grande, pero a mi me interesa mucho seguir todos los acontecimientos, su personalidad y por qué hacía las cosas para que el reino de Castilla quedara en sus manos cuando muere Enrique, pero compartido con Fernando. Cómo tiene que intrigar y sacárselo de las manos del marido que está en León, cómo casa a su hija Berenguela con un cruzado para que no case con su exmarido y se quede con el Rey de León. Cómo vuelve a casar a su hermana con el Rey de Aragón, que era mucho más joven, para no estar en sandwich entre León y Aragón. Ella tenía que deshacer todos los obstáculos que impedían a su hijo Fernando ser rey de Castilla yde León y unificar los reinos.

–Le indicaba lo de las mujeres y la actualidad...

–... Ya, ya, ya, pero no es por eso. Es también por que las únicas que leen son las mujeres.

–¡¿Cómo?! ¿Y esa contundencia?

–El 70% de los lectores son mujeres.

–¡Qué seguridad en el porcentaje!

–Me lo dicen los editores. Alguno lo eleva en algunos sitios al 90%.

–¿Hay constatación empírica?

–Me baso también en la experiencia personal. Voy al cine y la mayoría son mujeres y de una cierta edad, además. Voy al teatro y he contado filas con un varón cada 3 o 4 mujeres. Un día conté un hombre entre 33 mujeres. Hago presentaciones de libros o voy a otras y la mayor parte de los asistentes, mujeres. Y en las librerías me confirman que la mayoría de compradores son mujeres.

–Pero no escribe solo para mujeres.

–No, claro. Escribo para mí y, luego, para los lectores, sabiendo que una mayoría son lectoras. Y sabiendo otra cosa importante: las mujeres son la cara oculta de la luna de la historia.

–Una expresión muy 'pinfloydesca'.

–Salvo de Isabel la Católica, ¿qué sabemos de las correinantes? En general, y en casi todos los países, toda la historia la han hecho los guerreros.

–Ya que hablamos del papel de la mujer, ¿qué opina de esa corriente que busca allanar el camino de la igualdad a través del lenguaje? Ya sabe, compañeros, compañeras; amigos y amigas...

–Lo del lenguaje no me gusta; la igualdad, sí. El lenguaje... Es que compañeros y compañeras... No hay compañeres, entonces... Pero se está imponiendo.

–¿No lo cree moda pasajera?

–Puede imponerse. Igual que pasa con los anglicismos; se nos está llenando el lenguaje de ellos, sobre todo por la informática. 'Voy a mandar un whatsapp'. La Academia debería encontrar la palabra en castellano que se refiera a ese acto. A mi no me gusta 'los jóvenes y las jóvenas'; joven va para los dos sexos. Se pueden encontrar palabras.

–No es fácil.

–Hombres y mujeres, seres humanos. Ahí tiene usted un caso.

–Dedica 'La Reina sin reino a sus padres. ¿Por qué la tercera de las novelas históricas?

–Había un orden. La primera se la dediqué a mi hija Marta, que murió recomendándome que escribiera; la segunda se lo dediqué a mi mujer, y el tercero a mis padres, porque sacaron a sus hijos adelante a base de sacrificio. El pago del estudio de los hijos se llevaba todos los excedentes.

–En la dedicatoria dice que sus padres le enseñaron la cultura del esfuerzo. Claro, no había teclados ni 'iphones' que a golpe de clic reducen el esfuerzo a la mínima expresión...

–Ese es uno de los problemas que tenemos. Los que nos educamos en la cultura del esfuerzo parece que hemos querido quitar a nuestros hijos la cultura del esfuerzo dándoles de antemano lo que a nosotros nos faltó. De todas formas, siempre he creído en la cultura del esfuerzo. Hice la carrera de Arquitectura en aquellos años a la vez que trabajaba. Lo que pasa que he tenido la suerte enorme de que he hecho esfuerzo en cosas que me gustaban, con objetivos monumentales, gloriosos.

–¿Monumentales?

–Objetivos que eran un reto. Por ejemplo, la misma carrera de arquitecto trabajando era casi imposible en los años 60. La recuperación de Santa María la Real requería de un compromiso y un esfuerzo titánicos sostenidos en el tiempo. La Enciclopedia del Románico, treinta años montando equipos y buscando patrocinios.

–Ensalza de sus padres, Teodosia y Froilán, que también le enseñaran austeridad, laboriosidad, generosidad, responsabilidad, honestidad, espíritu de sacrificio y valor de la palabra dada. ¿Son las mimbres para esculpir al individuo perfecto?

–Hay muchas más cosas que hacer, pero es que esos valores yo los veía en casa. Mi padre tenía el dicho de doy la mano, es mi palabra y eso basta. El valor de la palabra dada significa compromiso: en la familia, con los amigos, con tu infancia y tu tierra, con tu país, con el medio ambiente.

–Sus padres le enseñaron «a aprender mirando al cielo estrellado». Uno lo lee y piensa: pobres niños de la ciudad que no ven las estrellas de forma tan clara como los de los pueblos.

–¡Efectivamente! Mi padre nos subía a un risco y nos enseñaba la osa mayor, la menor, las pléyades... Recuerdo que yo quería a mi hijo pequeño darle la misma visión. Y un día le llevé en Aguilar al borde del pantano; miró al cielo, estrellado, y exclamó: '¡CaixaFórum!'

–¿Y se le cayó usted el alma a los pies?

–No, no, qué va.Me dio mucha risa. Porque, aun gustándole a él los cielos estrellados y habiendo visto muchos, porque es scout, eso que dijo refleja un poco el hecho de que haya niños que han visto la leche en botellas y si nadie le dice que eso sale de la vaca, pasa lo que pasa: la pérdida que se tiene de las raíces de la naturaleza.

–Los pueblos se están muriendo.

–Sí, porque su tiempo ha pasado.

–¡¿Que ha pasado su tiempo?!

–El tiempo del arado, las mulas, las ovejas en una sociedad en la que lo que renta es el valor añadido... El gran problema de Castilla yLeón es producir materia prima sin valor añadido. Con el territorio que tenemos creo, que no está ni mucho menos agotado.

–Pero, con lo que está ocurriendo, ¿hay que deducir que la despoblación ya no tiene remedio?

–¡Todo lo contrario! Tenemos que inventar fórmulas. Cómo conseguir que en los pueblos haya confort y oportunidades en poblaciones de 100 o 200 habitantes es muy difícil. Pero el problema no es solo de los pueblos, lo tiene las capitales, cuyos jóvenes también emigran. Y en los pueblos cabecera de comarca no quedan muchos. La tendencia universal es el despoblamiento porque la gran ciudad ofrece más oportunidades.

–¿Qué sucederá en muchos pueblos con el patrimonio que atesoran, mueble e inmueble, cuando se marche o muera el último vecino?

–Cuando se va el cura es un punto difícil para los monumentos.

–Lo malo es que a la marcha del cura le ha seguido la del veterinario, el maestros, el médico...

–El problema es de dignidad porque la soledad si no es querida... La dignidad es vivir en sociedad y la sociedad necesita unos mínimos. Pero ahora con la comunicación hay muchas posibilidades.

–Pero mientras se busca la solución, ha llegado el expolio. Ahí están esos pueblos de Soria en los que están robando hasta los arcos de las portadas de las ermitas.

–Se llevan todo, claro.

–¿Y hay que resignarse a eso?

–A eso vamos de cabeza si no se hacen cosas importantes.

–Tendrá usted ejemplos...

–Tenemos elementos tecnológicos para saber qué pasa en los sitios. No podemos restaurar lo que no se usa, pero hay que protegerlo; pues entonces, habrá que vallarlo, tendrá que haber cámaras que conecten con el cuartel de la Guardia Civil

–O sea, no permitir perder el patrimonio.

–Claro, pero antes que eso, como decía Santiago Amón, hay que declarar monumentos a las personas que se quedan en los pueblos.

–¿De qué manera lo haría?

–Empezando por hacer una política fiscalmente compensatoria para todos ellos, no solo para los pueblos de montaña. En todas las zonas amenazadas por la despoblación las mujeres tendrían que estar protegidas. En el norte de Palencia nacen más osos que niños. Y el oso es una especie protegida. El lobo también. ¿Por qué no hacemos de ser humano una especie protegida?

–¿Qué significa eso?

–Que tiene que tener unas ventajas, incluso aunque viva temporalmente en el pueblo. Alguien que repuebla tiene que estar protegido. Alguien que va los fines de semana, tiene que estar protegido. Si no, la desertización del territorio tiene problemas de todo tipo: de seguridad, para los incendios, para el turismo...

–¿Hay que ser pesimistas?

–Soy optimista si aguantamos. Tengo la esperanza de que, tal y como van el mercado de trabajo y las ciudades, hay una necesidad de contacto con la naturaleza que solo lo dan las zonas rurales. ¿No habrá que compartir, a lo mejor, un puesto de trabajo en el futuro? ¿No habrá posibilidad de trabajar fuera de la ciudad, con cercanía en las cabeceras de comarca y con sus servicios? Hoy en día, un helicóptero o una ambulancia tardan en llegar a un pueblo casi lo que a un barrio con atascos. No se muere tanta gente de parto en las carreteras, ¿eh? El transporte no es el problema.

–¿Entonces?

–El espacio rural es una reserva enorme de posibilidades para una vida equilibrada. Se trata de que sepamos reinventar una forma de vida que te permita vivir de equilibrar. No debemos dejar que se destruya un patrimonio que a lo mejor dentro de diez años lo vamos a necesitar.

–¿El reciente doctorado honoris causa por la Universidad de Valladolid es lo que mejor expresa en usted que aprovechó los desvelos de Teodosia y Froilán?

–Ser doctor honoris causa es un honor y, sí, lo aproveché. Mi padre, ya enfermo del corazón, ya casi no hablaba, y me miraba y decía ¡¿Arquitecto? Uff¡. Él quería que fuera delineante, porque había uno en Cervera, y para mi padre ser delineante era todo un personaje. Así que no te digo nada un aparejador o un arquitecto. Le di esa satisfacción.

–¿De mayor, qué quiere ser usted?

–Escritor, pero bueno. Estoy probando, estoy disfrutando, me lo paso muy bien y tengo lectores. ¿Se puede pedir más a esta edad al comenzar una nueva dedicación?

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