La historia del santo cuyo cuerpo fue robado, escondido y sobre el que se erigió una gran catedral
La historiadora del arte Elena Rodríguez explica los hechos que rodearon la muerte del patrón de España
Volvemos a hablar de santos y, en esta ocasión, como viene marcado por el calendario, hablaremos de Santiago. Sin embargo, en este artículo no hablaremos sobre lo que hizo durante su vida, sino que trataremos las historias que le rodean a partir de su fallecimiento.
Santiago muere en el año 44 al ser decapitado por orden de Herodes Agripa en Jerusalén, siendo uno de los primeros en ser asesinados por ser cristianos, previo a lo que sería la persecución a aquellos que predican o practican la religión. Falleció en Jerusalén ya que regresó de sus labores de predicación en la Península Ibérica porque se le apareció la Virgen haciéndole saber que se encontraba cerca de su muerte y deseaba estar rodeada de los apóstoles.
Entonces, ¿cómo llegó el cuerpo de Santiago a Galicia? Pues con nocturnidad y alevosía, seguidores del santo robaron su cuerpo y se lo llevaron en una barca. Dicha barca zarpa sin rumbo aparente alrededor del 25 de marzo, fecha del fallecimiento del apóstol, y llega a Santiago de Compostela el 25 de julio. Es por eso que se celebra su día en esta fecha: por el día en que llegó de vuelta a la península.
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Tienen varias dificultades para enterrar el cuerpo en un primer momento, pero finalmente Santiago descansa en paz en el siglo I. Sin embargo, con el paso del tiempo, se pierde el rastro de dónde estaba realmente su tumba, y no es hasta el siglo XIX, más concretamente en 813 cuando se reanuda esta historia.
Un ermitaño llamado Pelayo se topa con un campo de estrellas mientras se encontraba en lo que ahora es Santiago de Compostela. Entonces, el santo se le aparece, avisando de que efectivamente estaba allí enterrado. Tras dar con su tumba, construyeron un templo que terminó desarrollándose en lo que hoy conocemos como la Catedral de Santiago de Compostela.
Pero esto no acaba aquí. Durante el siglo XVI, en el conflicto bélico entre españoles e ingleses, los primeros temen por el robo del cuerpo del santo. Por este motivo, se toma la decisión de esconderlo. Sin embargo, se les da tan bien esconderlo que pasaron cuatro siglos sin saber dónde estaba.
En el siglo XIX, durante unas obras en la catedral, se descubre a 30 metros bajo el suelo el cuerpo de Santiago y de dos de sus seguidores. Desde ese momento hasta nuestros días, el apóstol no ha visto más movimiento. Se le metió en un sarcófago donde lleva siendo venerado hasta nuestros días.
