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Primera impresión de El Quijote. Elvia Megías
En un lunar de la Marcha...

En un lunar de la Marcha...

Un Quijote con más de doscientas erratas y de incierta procedencia circula por Internet y ha ocupado la web de la Junta desde el año 2004

Samuel Regueira

Valladolid

Lunes, 29 de abril 2019, 09:24

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En 2014 un lector británico encontró una errata en su primera edición de 'Harry Potter y la piedra filosofal'; una línea repetida que, junto a otros fallos de toda clase, convertía a esa tirada inicial en una colección de ejemplares de inmenso valor: hoy se estima que uno de esos volúmenes se tase entre cerca de cuarenta y seis mil y setenta mil euros. Si se siguiera el mismo criterio para las ediciones digitales, cabe pensar en lo disparatado del precio de una edición muy particular de 'Don Quijote de la Mancha' que circula por Internet, en cuya digitalización se han llegado a contabilizar más de doscientas erratas de toda índole y que se encuentra, entre otros sitios web, en el Portal Educativo de la Junta de Castilla y León, dentro de los recursos disponibles para la Zona de alumnos de Secundaria.

Hasta 247 errores ha podido anotar el doctor Rafael Sales, página a página, en una tarea exhaustiva puesta a disposición de El Norte de Castilla, que se extiende a lo largo de dos archivos PDF con el membrete de la Junta y que, a fecha de este fin de semana electoral, puede aún consultarse si se busca en Google los términos 'Quijote y Junta de Castilla y León' y se accede al primer resultado (habilitando el componente Flash de arriba, pinchando en 'La Obra' y, después, abajo a la izquierda, en 'Leer el Quijote en PDF'). La primera parte de la obra de Miguel de Cervantes se lleva la palma con hasta 197 errores, mientras que la segunda, de mayor extensión, tiene más repartidas las 50 incorrecciones restantes.

Dejando de lado los saltos de línea a mitad de párrafo, producto de la generación descuidada de un archivo PDF y que Sales no ha contabilizado, en los documentos abundan las letras cambiadas o mal ordenadas, probablemente por un apresurado tecleo y el pulsado erróneo en una tecla contigua a la correcta: 'sn' en lugar de 'en', 'ciando' en vez de 'cuando' o 'cablleros' en lugar de 'caballeros'. También resultan recurrentes los guiones de salto de línea a mitad de palabra ('imagi-nó'), los improvisados cambios verbales de tercera a primera persona ('solté a Rocinante' en lugar de 'soltó a Rocinante') y ciertas palabras como 'qeu' en vez de 'que' (11 veces), 'yerme' en lugar de 'verme' (16 veces) o 'muía' en vez de 'mula' (6 veces).

Hay versos narrados en renglones seguidos, duplicaciones de capítulos íntegros (el 30 y el 49 de la primera parte) y omisiones flagrantes, como la conclusión de la célebre aventura de Andrés y el azotador. También hay cambios de nombre (Galadín en lugar de Gandalín), de sexo (la hija de la ventera pasa a ser un varón) y de cargo (maese Nicolás asciende a un onanista e imperativo 'ámese Nicolás').

Gazapos conceptuales

Un gazapo conceptual puede conceder a toda una frase un sentido totalmente distinto. Piensen, por ejemplo, en si Oscar Wilde hubiera decidido inmortalizar la efigie de Dorian Gray en un 'retrete', si Michael Ende perpetrase un desespero eterno para la comunidad lectora juvenil en 'La histeria interminable' o si Delibes se hubiera volcado con la música en 'Los cantos inocentes'. Concedámosle una mayor profundidad filosófica a 'El principito' si se preocupa más de cuidar su 'risa' que su rosa, o tratemos de buscarle el lado terrorífico a una mandarina caducada si Edgar Allan Poe nos firmase un escalofriante relato con el título 'El gajo negro'.

Este Quijote digital contiene innumerables y divertidísimos gazapos en ese sentido, donde los 'cuerpos' pasan a ser 'cuernos', los 'sanos' de Castilla se tornan 'senos', Maritornes desafía a la religión al prometer 'retar un rosario' (en vez de 'rezar un rosario') y se obra el milagro de la multiplicación de los panes, donde un 'cuartal' pasa a ser un 'cuartel'. Una enemiga 'mortal' se suaviza hasta ser 'modal', y una 'ruina' llega a ser una 'rutina'. De abaratarse tanto la edición, lo que 'vale la mitad de un reino' ahora se tasa como que 'vale la mitad de un remo'. Toda una colección de deliciosos disparates, capaces de ablandarle a uno el seso, si bien con el mérito de lograrlo en un único libro de caballerías.

Dudosa procedencia

Esta copia del Quijote digital plagada de erratas se encuentra, entre otros sitios web, en el prestigioso portal de recursos para académicos Academia.edu, en la biblioteca hermana de Wikipedia, Wikisource; o en distintos blogs, como TurismoCastillaLaMancha. Uno de sus responsables, un empresario manchego, sostenía haber volcado este texto «hace seis o siete años» como refuerzo de una empresa privada a una iniciativa pública de turismo, si bien no pudo precisar de dónde sacó el contenido volcado.

En la Consejería de Educación, responsables de este portal en la web de la Junta de Castilla y León, son más concretos. Se remontan a la década anterior, concretamente a los años 2004 y 2005, en plena conmemoración del IV Centenario del Quijote: «Fue una iniciativa que provino de Cultura, en una época en la que ambas consejerías, bajo una legislatura diferente y con otros equipos, estaban unidas», apuntan desde su departamento de prensa.

Desde la institución también aseguraron, no obstante, que su difusión y autorización contaban con todos los permisos, una vez se les ha hecho notar que esa misma copia circula en sitios web de discutible legalidad, pero no pueden explicar por qué webs como Monografias.com o la del diario El Mundo ya disponían de este texto en febrero de 2001, tal y como demuestran las búsquedas de Google. Con todo, tras ponerse este medio en contacto con ellos, han aseverado que eliminarán a la mayor brevedad el mencionado enlace y estudiarán sus errores «a lo largo de los próximos días».

Portada de 'Menudas Quijostorias', de Nieves Concostrina.

Una relación histórica con la errata

La mejor obra jamás escrita es también la obra peor escrita. Acredita Nieves Concostrina en 'Menudas Quijostorias' la histórica relación del clásico cervantino con la errata: su primera edición, de cuyos derechos se benefició un librero de Valladolid; tenía incontables gazapos, incluso de continuidad, como el robo del burro de Sancho Panza y su reaparición, en capítulos posteriores, sin ninguna explicación. Como cuenta la autora, hasta «en el certificado del corrector oficial en el que se decía que el libro no tenía erratas, había dos erratas».

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