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David Beriain. DMax
David Beriain: «El miedo es necesario»

David Beriain: «El miedo es necesario»

El periodista analiza esta noche la 'Baby Camorra' en una nueva entrega de 'Clandestino', la serie de reportajes de DMax

Julián Alía

Martes, 27 de noviembre 2018, 19:10

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«Hemos estado por la mañana viendo a turistas españoles, americanos e ingleses comer pizza donde lo hacía Julia Roberts en 'Come, reza, ama', y después, en la otra esquina, con la camorra, que hablaba de cómo matan gente», comenta David Beriain (Artajona, Navarra, 41 años) sobre el segundo capítulo de la nueva temporada de 'Clandestino', que se emitirá esta noche a las 22:30 horas en DMax. Tras abrir fuego con los secuestros en Venezuela en la primera entrega, Beriain, que reconoce ser «una persona cobarde», se adentra en Italia para centrarse en la 'Baby Camorra'.

- ¿Qué ha encontrado?

Hemos visto cómo a una nueva generación de camorristas, mucho más jóvenes y con mucha prisa, casi camorristas 'millennials', que no quieren pasar por el periodo de crecimiento habitual en la escalera del crimen, ya no les interesan los códigos. Solo están interesados en el terror que puedan generar y la fama que puedan adquirir en las redes sociales. Eso es lo que llamamos la 'Baby Camorra'.

- Es la primera vez que el programa graba en Europa, pero no se ha quedado solo en Italia, ¿no?

También hemos ido a Albania para entender las raíces de una mafia que ahora mismo es la que más crecimiento tiene en todo el mundo, y que está guiada por unos criterios de honor y venganza, porque la venganza en Albania es una obligación moral. Si tú matas a alguien de mi familia y yo no me vengo, soy el hazmerreír de la sociedad, aunque no sea mafioso. Hemos visto tráfico de armas, de drogas. e incluso me facilitaron una identidad falsa. Ahora me llamo Emmanuelle en Albania.

- Se autodefine como cobarde pero no para de meterse en el fregado. ¿Se ha acostumbrado a hacer este trabajo?

No, y no creo que nadie deba acostumbrarse. Sí es cierto que uno empieza a normalizarlo, y eso no es nada bueno. Estoy con un narco y pienso 'esta entrevista está muy bien, pero es que solo tiene diez kilos de cocaína y diez armas, y vengo de ver a uno que tiene cuatrocientos kilos y treinta fusiles'. En ese momento tienes que recordar que con una bala basta. Si ese tío dice '¿es que no me estás ni escuchando?', le basta con una solo. Por eso yo defiendo el miedo. Es necesario porque te mantiene alerta.

- Ha entrevistado a mafiosos, secuestradores, asesinos. ¿le asusta sentir una especie entendimiento con ellos?

Yo tengo un privilegio muy grande, por la naturaleza de mi trabajo, y es que no tengo que imponerme ninguna distancia. Me puedo dar el lujo de acercarme tanto que me queme y sentir lo que tenga que sentir en ese momento, porque luego va a haber un proceso muy largo de edición, de meses, en el que me voy a enfriar y voy a poder calibrar el peso de mi propia experiencia. Pero sí, el mayor miedo que siento al hacer esto no tiene nada que ver con que me disparen. El mayor abismo es cuando te pones delante de alguien que ha matado a ochocientas personas, porque es su trabajo, y te empieza a contar su historia. A ti te gustaría decir: 'Aquí estoy yo, especie humana, y ahí estás tú. Y yo no tengo nada que ver contigo. Tú eres otra especie', pero si empiezas hablar con él, ¿sabes qué es lo que asusta?

- ¿Qué no es tan distinto?

Exacto. Que ves cosas de ti en él, y ves cosas de él en ti. Y empiezas a hacerte preguntas incómodas. Y eso es jodido, y a veces interesante, porque en eso consiste la humanidad. A nuestro nivel, yo, todos los días, soy buena persona y un hijo de puta, varias veces. Soy las dos cosas. También se ven las cosas buenas que tiene la otra persona, y no justifican las malas. El problema es ese, que nos asusta la dualidad del alma humana. Yo creo que se puede encontrar humanidad hasta en el sitio más sórdido. Esa es mi lucha, encontrar luz ahí. Lo que se ve en el programa contextualiza por qué la gente hace lo que hace. Lo contrario es decir que están todos locos, pero eso es un acto de cobardía. Yo creo en lo que decía Terencio: 'Soy humano, y nada de lo humano me resulta ajeno'.

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