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El consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz (izquierda), junto al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. EFE
Las multinacionales españolas no logran romper la tela de araña venezolana

Las multinacionales españolas no logran romper la tela de araña venezolana

España es el segundo mayor inversor, sólo por detrás de Holanda, con 72 filiales operando allí pese a ser el cuarto peor país del mundo para hacer negocios

Martes, 30 de abril 2019, 17:07

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Buena parte de las principales multinacionales españolas llevan varios años tratando de replegar velas en Venezuela, e incluso retirarse, vista la deriva política del país unida a una serie de nacionalizaciones de activos y limitaciones de derechos. Pero el problema para salir de la tela de araña en que se ha convertido casi cualquier actividad económica en tierras de este territorio bañado por el Caribe es que arrastran facturas multimillonarias pendientes de pago, con frecuencia por parte del propio Estado y organismos públicos, que prácticamente perderían de marcharse del todo pues la vía del arbitraje internacional se ha demostrado ineficaz en este caso.

Uno de los casos más paradigmáticos es el de las aerolíneas. Solo ocho compañías extranjeras seguían aterrizando en tierras venezolanas a principios de año -aunque algunas han ido suspendiendo temporalmente sus viajes conforme aumentaba la tensión-, y tres de ellas eran españolas: Iberia, Air Europa (además de su grupo turístico Globalia) y Plus Ultra, especializada en vuelos 'low cost' entre España y buena parte de Latinoamérica. Air France y TAP Portugal son las otras dos firmas europeas que mantienen sus conexiones. El Estado venezolano adeuda a este sector, en conjunto, 3.800 millones de dólares (unos 3.385 millones de euros al cambio actual).

No obstante, su presencia en el país hace tiempo que dejó de ser rentable dado que la violencia y la tensión política prácticamente ha anulado el tradicional atractivo del país caribeño. Pese a ello, los grupos Meliá y Hesperia continúan teniendo hoteles allí: uno de cinco estrellas en el centro de Caracas el primero, y otros dos el segundo en zonas de playas como Valencia e Isla Margarita.

Las remesas turísticas venían siendo, junto a la inversión pura, el principal nexo económico entre España y Venezuela hasta hace no mucho, pues los intercambios comerciales se han reducido de forma bastante acusada desde 2013 -cuando el tradicional superávit favorable a la primera tornó en un déficit que persiste-, sobre todo por «la casi segura y completa no disponibilidad de divisas» por los potenciales clientes venezolanos. A este problema se unen la mala gestión de los puertos de entrada a raíz de su nacionalización y «cierto retorno al proteccionismo«, según el último informe elaborado por el Instituto de Comercio Exterior (ICEX).

El comercio, en caída

En 2016 (el año más cercano con datos oficiales publicados) el valor de las exportaciones españolas con ese destino fue solo de 219 millones de euros, tras haber caído casi un 60% en el trienio anterior, mientras que las importaciones quedaron en 252 millones (con una caída del 81% desde 2014) por el abaratamiento de los precios del petróleo -casi el 95% de las compras españolas allí son precisamente de hidrocarburos-. En el intercambio de servicios entre ambos países se ha vivido una trayectoria descendente similar, hasta quedar en el equivalente a 265 millones de euros vendidos desde España en 2017 frente a solo 37 millones adquiridos.

España es el noveno destino por importancia para las exportaciones venezolanas y, como proveedor extranjero, tiene una presencia cada vez más reducida. En materia de inversiones directas, no obstante, se mantiene como segundo país foráneo que más dinero aporta a Venezuela solo por detrás de Holanda, aunque su peso también se ha reducido de forma acusada. En 2016 ese volumen ascendía a 1.381 millones de euros, casi la misma cuantía que el año anterior (1.388 millones) pero un 20% menos que en 2014 (1.732 millones), e incluso cuatro veces inferior a la cuantía de 2013 (5.740 millones), una vez hechas las actualizaciones del tipo de cambio.

De hecho, el país descendió (datos de 2016) del quinto puesto en la lista de Estados que reciben mayores inversiones españolas, con casi el 5% del total, hasta el puesto número 31, con poco más del 0,3%. También ha bajado el número de filiales españolas presentes en el que es considerado el cuarto peor país del planeta para hacer negocios, según el Banco Mundial (BM), pasando de casi un centenar en 2015 a solo 72 el año pasado, si bien según el ICEX «algunas de ellas se sitúan, como mínimo, entre las cinco principales empresas de su sector en Venezuela».

Reinversión de beneficios

Del total de ese 'stock', un tercio (el 34,3%) de las inversiones corresponde a Latin America Cellular Holdings (filial del grupo Telefónica) y algo más de una quinta parte (22,2 %) a la petrolera Repsol (Exploración). En el resto de filiales de multinacionales su participación se sitúa entre el 6% y el 2%, destacando Liberty Seguros, Bayer Hispania, Mapfre y Sol Meliá. Con una presencia menor figuran, entre otras, BBVA (el valor en libros de su filial Provincial solo llega a 100.000 euros, Acciona, Dragados (ACS), Duro Felguera, Elecnor, Telvent, Adecco, Planeta o Santillana. En los últimos años, no obstante, su aportación -al igual que la de mayoría de empresas extranjeras en tierras venezolanas- se limita a la reinversión de beneficios.

Y es que para encontrar una gran operación española en Venezuela hay que remontarse hasta 2004. Aquel año Telefónica compró la operadora Telcel, convirtiéndose así en la segunda compañía de telefonía móvil por importancia del país con más de 10 millones de clientes, aunque la hiperinflación (la subida de los precios se ha disparado un brutal 2.688.670% en el último año, y solo en el mes de enero lo hizo más de un 191%) hizo que los ingresos del grupo que preside José María Álvarez-Pallete en Venezuela se desplomaran más de un 82% en 2018. Para encontrar los otros dos grandes hitos hay que remontarse a finales del siglo pasado: en 1993 la entrada de Repsol -cuya exposición se redujo en 2017 a 820 millones de euros, la mitad que en 2017, aunque sigue ligada en varios negocios locales a la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA)- y en 1997 la de Mapfre.

La otra cara de la moneda son las inversiones venezolanas en España, que ascendían a 3.230 millones de euros a finales de 2016, 2,3 veces más que a la inversa. Aparte de la entrada del 'holding' financiero Banesco haciéndose a finales de 2013 con Novagalicia Banco (hoy Abanca) por 1.003 millones de euros y sin ayudas públicas del FROB, el sector inmobiliario y la construcción en general han atraído un volumen estimable de capital procedente del país caribeño. Un ejemplo son los 57 millones empleados en la apertura de un gran centro comercial en Leganés (Madrid) en 2017.

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