El misterioso tesoro de Burgos que se esconde en la catedral de Santiago
Una capilla honra desde el siglo XVIII al Cristo de Burgos, una réplica casi exacta a la imagen burgalesa
Bu5 Comunicación
Santiago de Compostela
Sábado, 8 de marzo 2025, 09:27
La Capilla del Santo del Cristo de Burgos es una de las más apreciadas de la Catedral burgalesa y una de las que mayor número de devotos suma. En ella se encuentra el afamado Cristo de Burgos, talla del siglo XV que hasta el siglo XIX fue custodiada en el Convento de los Agustinos Ermitaños de Burgos. Durante el Medievo captó la atención y devoción de miles de peregrinos. No es de extrañar que durante siglos fuera el espacio de culto más visitado en peregrinación, por detrás de la Catedral de Santiago.
Lo que muy pocos conocen es que la vinculación de ese primigenio Cristo de Burgos y la basílica compostelana quedaría sellada para siempre en el siglo XVII gracias al empeño de un burgalés, Pedro Carrillo y Acuña que, tras ser nombrado arzobispo de la Diócesis de Santiago de Compostela en 1656, mandó sumar a los muros del reconocido templo románico una fastuosa capilla de estilo neoclásico dedicada al Cristo de Burgos. La misma quedó desde entonces situada en el lado norte de la nave central de la catedral, y en ella se incluyó una réplica cuasi exacta a la talla que de niño veneró Carrillo junto a su familia en el Burgos de 1600.
La Capilla del Cristo de Burgos de la catedral de Santiago de Compostela es una de las más grandes de la seo, y a ella también llegan muchos de quienes se embarcan en el viaje espiritual y cultural que se une a la última etapa del Camino de Santiago para honrar al apóstol Santiago. Esta es su historia…
Un tesoro 'burgalés'
La Capilla del Cristo de Burgos es una de las joyas menos conocidas de la Catedral de Santiago de Compostela y una de las que mayor espacio ocupa dentro del plano que agrupa a las dieciséis capillas que componen el conjunto monumental por el que pasan unas 427.000 personas al año.
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Para hablar del origen de la citada capilla hay que viajar hasta el pueblo burgalés de Tordómar. En esta localidad del Arlanza nació el 22 de febrero de 1595 Pedro Carrillo y Acuña. Su nombre, vinculado a una de las familias nobles más importantes de la Castilla de la época (los Carrillo) es importante además de para el arzobispado castellano para el gallego, llegando a ostentar importantes posiciones como las de obispo de Salamanca, arzobispo de Santiago y gobernador de Galicia, entre otras.
El amor por su tierra burgalesa, y por su añorado Cristo de Burgos, le llevaron a erigir una capilla de grandes dimensiones que se anexionó al espacio que alberga el famoso Pórtico de la Gloria. En su intento de emular al crucificado de Burgos, y dentro de una capilla de cruz griega y cubierta con cúpula, se encuentra desde entonces la talla del Cristo de Burgos; esta vez tallada en el siglo XVIII.
Con una posición privilegiada, se sitúa a los pies de la Catedral, y pese a ser considerada una de las capillas «menores», la Capilla del Cristo de Burgos de Santiago «es una de las más grandes de la catedral y una de las más visitadas por los peregrinos», tal y como han confirmado fuentes del templo. De estilo neoclásico y con tintes barrocos, cuenta con dos sacristías y una tribuna, desde donde el burgalés arzobispo Carrillo- también representado en una bella escultura- se entrega a la oración. Además, la capilla es un bello exponente del concepto barroco incipiente de la época con lo que algunos han catalogado como «los primeros vestigios del estilo churrigueresco» que después se haría famoso en espacios como los de la Plaza Mayor de Salamanca, entre muchos otros.
Dos gotas de agua
Si algo llama la atención entre el cristo gallego y el castellano es su gran semejanza. Con los brazos en cruz, con la cabeza en la misma posición dolosa y con un rictus muy similar, el Cristo de Burgos del templo compostelano simula la sagrada imagen que se venera en la catedral de Burgos, cuya difusión se debe a la orden de San Agustín y que acabó popularizándose tomando muy diversas advocaciones. Ambos destacan por sus amplias melenas y por el faldón que porta el crucificado, como en la imagen medieval original. También por su pelo natural, creado por la escuela burgalesa del siglo XVIII.
Cabe recordar que ese Cristo de Burgos primigenio fue venerado desde su llegada a Burgos en el convento de los Agustinos Ermitaños hasta 1808, cuando debido a la ocupación francesa pasó a la iglesia de San Nicolás y de ahí finalmente a la Capilla de Nuestra Señora de los Remedios del templo gótico, que desde entonces pasó a llamarse Capilla del Santo Cristo.
Obras de restauración en Santiago
En la actualidad, la Capilla del Santo Cristo de Burgos se encuentra cerrada al público debido a que en su interior se están acometiendo importantes trabajos de restauración «con los que se busca devolver todo el esplendor al espacio». Así lo explicaron fuentes de la seo que indicaron cómo en el año 2022 comenzó la propuesta restaurativa con los trabajos en la cubierta de la capilla, sufragados gracias a un convenio entre la Xunta de Galicia y la Fundación Catedral, que permite continuar realizando nuevas obras en este espacio, y que ahora se centran en el interior.
Precisamente, hace apenas unos días se iniciaron las obras de los escudos de la capilla que mandó construir el arzobispo burgalés para que «todo Santiago supiera de su poder e importancia». Los trabajos «permitirán recuperar las policromías originales de los cuatro escudos del arzobispo Carrillo que decoran las pechinas de la cúpula, y que estaban profusamente decorados», añaden las fuentes consultadas, que aprecian la belleza e importancia de estas piezas.
Los escudos que recuerdan el linaje burgalés de Pedro Carrillo y Acuña se colocaron en el año 1664 tal y como recoge el texto fundacional escrito por él mismo: «… he edificado a fundamento una capilla en la Santa Apostólica Iglesia de Señor Santiago con invocación del Santo Cristo de Burgos… la cual fábrica es de cantería labrada con su portada, media naranja, algunos escudos de mis armas y un altar principal (…)».
Años después de aquel escrito, el sonido del cincel y un cartel de prohibido el paso recuerdan al visitante la imposibilidad de acceder al interior de la capilla por encontrarse «en plena restauración».
En su interior reposan los restos mortales del arzobispo burgalés y la talla del doliente Cristo de Burgos gallego, que espera paciente para volver a reencontrarse con los miles de peregrinos y devotos que cada año peregrinan hasta Santiago desde distintos puntos del mundo.
Una vez más, el apóstol obró el milagro y, por ende, la unión. Doble en este caso, puesto que al vínculo de ambas catedrales hermanadas por la Ruta Jacobea se suma otro- si cabe más especial- obrado por el Cristo de Burgos que, según cuenta la leyenda, provocó en el desmayo de Isabel la Católica.