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Roger Torrent, presidente del Parlament. Foto: Toni Albir (EFE) I Vídeo: EP

La guerra entre Esquerra y JxCat sitúa a Cataluña al borde del adelanto electoral

Los independentistas alcanzan un acuerdo in extremis para salvar el pleno, aplazado a última hora, pero acrecientan su división interna

Cristian Reino

Barcelona

Jueves, 4 de octubre 2018

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Al independentismo le van las emociones fuertes. Un acuerdo de última hora suscrito entre JxCat y Esquerra sobre cómo aplicar la suspensión de los cuatro diputados neoconvergentes decretada por el juez Llarena salvó este jueves la celebración del pleno y la legislatura. El pleno, en cualquier caso, fue aplazado, cuando se había anunciado su inicio para la tarde.

La jornada dejó una vez más al descubierto el enfrentamiento a cara de perro que libran JxCat y ERC por la hegemonía del soberanismo y dejó el pacto de Gobierno entre ambos herido de muerte. El presidente de la Generalitat y su Gobierno están desde este jueves en una situación de extrema debilidad.

Los independentistas salvaron un 'match-ball', pero los incendios se le acumulan a Quim Torra, que a partir del 27 de octubre ya podrá disolver la Cámara y las elecciones podrían celebrarse a partir del 21 de diciembre. «Esto ya no se sostiene, vamos a elecciones», precisaron este jueves diputados de varias formaciones. Torra está en la cuerda floja y en el Parlamento catalán incluso se especuló durante todo el día con que el de ayer sería su último día como presidente de la Generalitat. Fuentes de la Presidencia de la Generalitat, no obstante, negaron que Torra amenazara con dimitir para forzar un acuerdo entre las partes.

Sí fue, en cualquier caso, una jornada de ultimátums entre los dos socios, que arrastran diferencias desde el primer día de la legislatura (y muchos antes), y que si no han roto aún es porque temen que todo lo que han construido hasta la fecha salte por los aires, según reconocen fuentes independentistas. Ese es su nexo de unión. También la reivindicación por los presos y los huidos en el extranjero. Pero poco más. Difieren en la estrategia para alcanzar la independencia y se miran de reojo continuamente.

Y lo que ocurrió fue una batalla entre Puigdemont y Torrent. Esquerra afirma que JxCat va a por el presidente del Parlament porque lo ven como el futuro cabeza de cartel de los republicanos. En ERC hablan de «obsesión» por Torrent y que todas las «gesticulaciones» que hacen los exconvergentes en la Cámara buscan que muerda el anzuelo para traspasar la línea roja y pueda acabar querellado y finalmente fuera de juego por inhabilitación. El acuerdo alcanzado este jueves, reconocieron en el formación republicana, complica la situación jurídica del presidente de la Cámara catalana. En JxCat, en cambio, el problema que subyace es que Puigdemont se niega a normalizar la situación. Por ello, lo que pasó este jueves, recordó a las jornadas del 6 y 7 de septiembre de 2017. Un pleno que tenía que arrancar a las 12 del mediodía, se retrasó sine die. Al final de la tarde, Torrent anunció su aplazamiento.

El problema lo provocó la decisión de JxCat de no aceptar el acuerdo que alcanzó el martes pasado con Esquerra sobre cómo aplicar la suspensión de los seis diputados procesados decretada por el juez del Supremo Pablo Llarena. Los neoconvergentes se negaron a que sus diputados actuasen como ERC, que designó a Sergi Sabrià como sustituto de Junqueras y Romeva. Por sorpresa, en la reunión matinal de la mesa de la Cámara, JxCat presentó un documento que comunicaba que Albert Batet «continuará votando en representación» de los cuatro diputados afectados.

Roger Torrent y ERC montaron en cólera y rechazaron la fórmula. En ese momento, saltaron todas las alarmas. La legislatura se tambaleaba y la mayoría secesionista corría riesgo. A mediodía, los líderes soberanistas tocaron a rebato y una cumbre celebrada en el despacho del presidente de la Generalitat, y tras cuatro horas de deliberaciones, JxCat y ERC fueron capaces de llegar a un acuerdo. Un pacto cogido con alfileres, pero que les permitió evitar el hundimiento. Ambos grupos comparecieron juntos para dar por zanjada la crisis y para garantizar la estabilidad del Gobierno.

La semana pasada, la Cámara catalana aprobó una resolución que señala que mientras dure la situación judicial actual y no se resuelvan los recursos presentados por las defensas, «los derechos parlamentarios» de los seis diputados suspendidos «podrán ser ejercidos por el miembro del grupo parlamentario que los interesados designen». Bajo esta fórmula, Junqueras y Romeva designaron a un sustituto para que ejerza su voto. En virtud del acuerdo al que ayer llegaron los grupos secesionistas, los cuatro diputados suspendidos por Llarena de JxCat (Puigdemont, Sànchez, Rull y Turull) registraron un escrito individual en el que avalaban el documento presentado por JxCat al principio del día que decía que Albert Batet «continuará votando en representación» suya e invocando la delegación de voto que ya ejercían desde la primavera, y por tanto ignorando el auto de suspensión de Llarena.

JxCat cedió porque cada uno de los diputados accedió a firmar un documento de manera personal y cedió ERC, porque admitió que sus diputados presos reciben un trato distinto que los de JxCat y además expone a Torrent a una querella. De hecho, los letrados consideraron que el formato de JxCat no es válido, dado que no se habla explícitamente de «designar» a un sustituto para que ejerza su voto. La oposición amenaza con ir al Constitucional.

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