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Carles Puigdemont tras comparecer, el lunes pasado, ante la justicia italiana en Cerdeña. reuters

El Supremo vuelve a situar a Puigdemont en el centro del tablero político

El expresidente de la Generalitat reclama su cuota de protagonismo en la resolución del conflicto catalán

Cristian reino

Barcelona

Domingo, 10 de octubre 2021, 01:52

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Carles Puigdemont ha vuelto a demostrar que tiene más vidas que un gato. En el momento más complicado para su partido, tercera fuerza en el Parlament, en retroceso en las encuestas y dividido en una eterna guerra civil, el expresidente de la Generalitat vuelve a ocupar el centro del tablero.

ERC, a través de su apuesta por el diálogo y por un independentismo más pragmático, había conseguido iniciar el mandato de Pere Aragonès, aislando a Puigdemont, de quien ya avisó en el inicio de la legislatura que no aceptaría ninguna tutela. Pero su victoria judicial en Italia contra el juez Llarena, que sigue sin poder extraditarle para juzgarle en España por sedición y malversación, como ya ocurrió con las justicias alemana y belga, le sitúa como un héroe del independentismo y casi como el único en el movimiento que mantiene la estrategia de confrontación contra España.

Los intentos fallidos de Llarena y las intervenciones de Pablo Casado en la convención del PP o la de Emiliano García Page en el Parlamento autonómico le han erigido como el enemigo público número uno de la política española. Y mientras desde su entorno entonan un «Gracias Pablo» (Llarena), el expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero insinúa que algo se está moviendo para buscar una solución a su situación político-judicial. Sin ir más lejos, la carpeta Puigdemont estuvo presente en el encuentro que mantuvieron Sánchez y Aragonès el día de la reunión de la mesa de diálogo.

Después de que la justicia italiana suspendiera la petición de extradición formulada por el Tribunal Supremo, a la espera de las resoluciones de la justicia europea, Puigdemont se ha vuelto a venir arriba y reclama su sitio en la resolución del conflicto, lo que puede tener consecuencias.

Negociación de los Presupuestos

De entrada, Junts ha elevado el tono. Fuentes del Govern apuntan que la primera consecuencia del creciente protagonismo del expresidente ya pudo verse el miércoles en la sesión de control al Gobierno catalán en el Parlament. Los postconvergentes intentaron vincular la situación de Puigdemont con la negociación de los Presupuestos Generales del Estado para 2022. Tras la «victoria» contra el Supremo, dijo Junts, es la hora de «hacerse valer», con «toda la fuerza» para negociarlos juntos. Aragonès desdeñó esta posibilidad, si bien días después no la descartó, pero en su entorno ya admiten que JxCat presionará con esta cuestión durante toda la negociación presupuestaria.

Fuentes del Govern admiten que respiraron aliviadas con la pronta resolución del tribunal de Cerdeña que dejó libre al expresidente en solo 24 horas. La extradición del líder nacionalista, reconocen en el Gobierno catalán, hubiera hecho «saltar por los aires» la legislatura catalana, ERC habría tenido que romper sus relaciones con el Gobierno central y cancelar la mesa.

Este es el otro punto sobre el que puede afectar, según apuntan desde la parte republicana del Ejecutivo catalán, la creciente influencia de Puigdemont. En concreto, el boicot que la formación nacionalista ha hecho desde el primer día a las conversaciones entre el Gobierno y la Generalitat. Junts no va a la una. Fuentes del Govern señalan que el vicepresidente Jordi Puigneró quiere participar en la mesa, pero son los radicales de su partido los que se lo impiden, desde el argumento de que la Moncloa –y aceptado por Aragonès– ha vetado los integrantes de Junts, que proponía una delegación catalana compuesta no solo por consejeros. Si se imponen las tesis más duras, como la de Puigdemont o Borràs, Junts seguirá sin respaldar la mesa, que continuará coja.

El PSC se ofrece

Y luego están los Presupuestos de la Generalitat, que Aragonès y su consejero de Economía se proponen aprobar con la CUP. PSC y los comunes se ofrecen como alternativa, en caso de que los anticapitalistas exijan contrapartidas inasumibles, como el referéndum unilateral antes de 2025. Un acuerdo con los socialistas abriría un nuevo tiempo en la política catalana, que está por ver si autoriza Puigdemont, ya que sus más acérrimos avisan que quienes suspiran por un aterrizaje progresivo del 'procés', a través de la mesa pactada entre el PSOE y ERC, ya pueden ir olvidándose.

En Junts vuelven a airear la amenaza de su regreso a España «antes de lo que muchos piensan», pero en el Govern no creen que se la quiera jugar. Podría intentarlo si la justicia europea le restituye la inmunidad como europarlamentario, aunque no lo hizo cuando la tenía. Fuentes parlamentarias de la oposición consideran que el episodio de Cerdeña pudo estar forzado por el propio expresidente y por su abogado, Gonzalo Boye, para volver a situarse en el candelero. En el Govern lo descartan. «Nos pilló a todos por sorpresa», rematan.

ERC deja solo al expresident en su proyecto para un Parlamento paralelo

El Consejo para la República, entidad privada que dirige Carles Puigdemont desde Waterloo, ha convocado elecciones para el Parlamento paralelo que impulsa el expresidente. El Consejo se articula en dos ejes: el que llaman Govern catalán en el exilio y un Parlamento ajeno a la Cámara autonómica. El expresidente catalán ha querido presentarlo con toda la pomposidad y apariencia de oficialidad, ya que la convocatoria electoral ha sido anunciada por un supuesto decreto, publicado en el «boletín oficial del Consejo».

Se han registrado 525 candidatos a ser elegidos para la Asamblea de Representantes, entre otros, Carles Puigdemont, Laura Borràs (presidenta del Parlament), Clara Ponsatí, Toni Comín, Lluís Puig o Pilar Calvo. No hay dirigentes destacados de ERC ni de la CUP que hayan querido presentarse como candidatos. Los recelos de estas dos formaciones hacia el «chiringuito de Puigdemont», en palabras de Rufián recogidas en un sumario del caso Tsunami Democrático, no son nuevas.

Desde el primer día han dado la espalda al proyecto y ERC participó, situando a un dirigente en el consejo de gobierno de la entidad y la CUP lo hace a través de Poble Lliure. De hecho, el papel del Consejo para la República en la dirección de la estrategia independentista fue uno de los elementos que hizo peligrar el pacto entre ERC y Junts para la investidura.

Aragonès fue muy claro el día de su investidura y avisó que no aceptará «tutelas» de nadie. Marcaba terreno respecto a Waterloo. Ahora, ERC no solo eso, si no que se desentiende ya de estas elecciones, que se celebrarán entre el 29 y el 31 de octubre y en las que podrán participar los 100.000 socios que tiene el Consejo para la República y que servirán para elegir 121 representantes. En el fondo, subyacen las discrepancias sobre qué papel debe jugar Waterloo, un reflejo de la falta de consenso en el independentismo sobre cuál debe ser la estrategia soberanista. El Parlament paralelo celebrará su primera asamblea constituyente el 14 de noviembre.

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