Edgar Téllez, descubridor del fósil humano más antiguo de Europa: «Sabíamos que sería un bombazo»
Edgar Téllez Peñaranda, de Vilviestre del Pinar, fue quien encontró el resto de Pink, la cara antigua más conocida de Europa occidental, mientras excavaba en la campaña de la Sierra de Atapuerca. Asegura que es uno de los momentos más importantes de su vida
Era verano, durante una de las campañas de excavaciones en la Sierra de Atapuerca, en la provincia de Burgos, ese punto desde donde se reescribe la evolución humana. Era el noveno año que Edgar Téllez Peñaranda se arrodillaba sobre esa tierra para participar en las excavaciones. En un momento dado, en la Sima del Elefante, Edgar sacó un fragmento que le pareció curioso. Ahora, ese fragmento facial humano, descubierto por Edgar Téllez Peñaranda en 2022 se ha datado entre 1,1 y 1,4 millones de años. Es la cara más antigua conocida de Europa occidental.
Edgar es, además, burgalés, de Vilviestre del Pinar, tiene 30 años y no duda al afirmar que el momento del descubrimiento es «uno de los más importantes de mi vida. Cambia el paradigma de la evolución humana, reescribe la historia. Aunque no lo hubiera encontrado yo, solo el estar ahí, el haber contribuido a ello ya sería algo maravilloso. Mucha gente que se dedica a la arqueología no ha podido vivir algo así», señala, consciente de la fortuna de haber estado en el momento adecuado de la historia.
Del hallazgo a dar el pregón de su pueblo
Ya en 2022 fue pregonero de las fiestas de su pueblo por este motivo. «Fue un año interesante e intenso», reconoce. Porque los restos de Pink, así se ha bautizado al individuo al que pertenecía esta parte de la cara, fueron descubiertos en 2022 y se han precisado casi tres años de investigaciones para llegar a este reconocimiento mundial. El estudio ha sido portada de la revista Nature. Pero en el momento en el que el resto fue sacado de la arcilla, como reconoce Edgar, «ya se olía algo».
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«El nivel en el que estábamos excavando era difícil, muy denso y arcilloso. Lo primero que vi fueron los huecos, los alveolos dentales, donde se insertan los dientes, pero no se me pasó por la cabeza que fuera humano», reconoce. Y explica por qué. Edgar se formó en historia y patrimonio para, posteriormente, realizar el máster Arqueología del Cuaternario y Evolución Humana. Ahora mismo se encuentra desarrollando su tesis doctoral sobre huesos de fauna para analizar la dinámica entre los animales y los humanos con los que conviven.
La parte de la cara es difícil de conservar
Edgar no pensaba que fuera humano porque, como explica, «la parte de la cara es difícil de conservar. Sí es cierto que esta parte de la cara es más densa, pero estos huesos son finos, tienen muchos huecos de aire, no te esperas que vaya a ser humano, pero me llamó la atención, no lo ubicaba con ningún animal», añade.
Así que le preguntó a Rosa Huguet, una de las coordinadoras de los trabajos de excavación e investigación en Sima del Elefante. «Ella tuvo una sensación extraña porque no sabía decir en ese momento a qué animal podría pertenecer. Ahí supimos que había que dedicarle tiempo y tenía que ser en ese momento», señala Edgar. «Desde que supimos que era humano, sabíamos que sería un bombazo».
Se han necesitado casi tres años de investigaciones, con muchos profesionales y muchas ramas de la ciencia implicadas, para concluir que ese fragmento, que pronto se supo que pertenecía a un primate, no corresponde a Homo antecessor sino a una especie más primitiva. «Después del hallazgo del resto que encontré, se encontraron raíces dentales y un diente similar al de los primates. Se han recuperado más restos que han conformado la pieza que se ha presentado, pero es insuficiente para decir que se trata, al cien por cien, de Homo erectus», explica.
¿Se podrán encontrar más huesos de Pink?
Las evidencias no son suficientes para una clasificación taxonómica definitiva, es decir, para ubicar estos restos dentro de una especie, por lo que, de forma provisional se ha asignado como Homo affinis erectus.
¿Se podrán encontrar más fragmentos de Pink? «Creo que que se hayan conservado estos restos es excepcional. Además, pertenecen a la cara, que son más difíciles de hallar, por lo que no es descabellado pensar que podrían aparecer más», reconoce. Lo que se ha encontrado y se estudia es un maxilar, la parte superior de la mandíbula, un fragmento de cráneo, no la parte móvil de la mandíbula, con la cuenca orbital.
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