Hornillos del Camino, el pueblo donde peregrinos de todo el mundo se convierten en vecinos
Una irlandesa, un senegalés y un coreano explican cómo el Camino de Santiago les descubrió este pueblo burgalés y por qué han decidido vincular su futuro a este pequeño pueblo en el que la Ruta Jacobea mantiene 10 negocios
La vinculación del pueblo burgalés de Hornillos del Camino con la Ruta Jacobea es indisoluble y queda patente en su propio nombre. Este pequeño pueblo se encuentra en pleno Camino Francés y es final de etapa para muchos peregrinos.
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Además, la propia estructura del pueblo deja claro que el camino es una de sus principales arterias y la que insufla vida al pueblo. Es un claro ejemplo de pueblo-camino, con una calle central que atraviesa todo el núcleo urbano y de la que solo se desvían unas pequeñas calles.
Hornillos del Camino es un pueblo con poco más de 50 personas censadas y en el que, como apunta Pedro Mayor, alcalde del pueblo, «a día de hoy duermen 14 personas». El Camino de Santiago atrae toda clase de nacionalidades a este pequeño pueblo burgalés en el que hay 10 negocios en activo y como asegura el regidor «abrirán tres más, casi tantos negocios como personas duermen aquí todos los días».
Estos negocios, como se puede apreciar en un cartel ubicado a la entrada del pueblo, en el sentido de los peregrinos, están vinculados con el Camino de Santiago, albergues y restaurantes principalmente. Muchos no abren durante todo el año pero, como confirma una de las 'nuevas' vecinas del pueblo, «a partir de marzo y hasta más allá de octubre el pueblo se llena de vida, de diferentes personas y se respira un gran ambiente».
Emma Stuart, irlandesa
Esta 'nueva' vecina es Emma Stuart, una irlandesa que lleva desde el 2015 en Hornillos del Camino. Fue, precisamente, el Camino de Santiago lo que la dirigió hasta aquí. En la Ruta Jacobea se encontró con un burgalés, Agustín. Se enamoraron y ahora tienen un hijo, el único niño que vive en el pueblo en la actualidad.
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Actualmente Emma trabaja en el vecino pueblo de Hontanas en un restaurante y albergue. El Camino de Santiago también pasa por este otro pueblo. Anteriormente, regentaron un restaurante en Hornillos del Camino.
En Hornillos, Emma tiene una huerta, un espacio que antes de conocer ya había aparecido en sus sueños, recuerda mientras sonríe, enseña su terreno y su hijo juega sin peligro ni preocupación cerca de ella. A pocos pasos está su casa, con un jardín interior que solo transmite paz y tranquilidad, una casa que, como casi todas las del pueblo, comunica con la calle principal.
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Uno de los momentos favoritos de Emma es cuando llega marzo y comienzan a llegar más peregrinos. Ella se siente una peregrina y le encanta poder hablar inglés con los que llegan hasta allí. «Mi trabajo me gusta mucho porque, como he sido peregrina, me siento muy bien tratando a la gente que llega hasta aquí», confiesa. En su albergue, muchas noches, tras una cena de múltiples nacionalidades, se arrancan a cantar. La Ruta Jacobea llena de vida estos pequeños pueblos como Hornillos.
La época típica de peregrinaje le gusta pero reconoce que la Navidad también es un momento muy bonito para acabar reflexionando «aquí estoy bien tanto en invierno como en verano». Reconoce que, al principio, cuando llegó de Irlanda a un pueblo que solo conocía por su pareja, había incertidumbre «y algún recelo porque yo tampoco hablaba mucho español pero ahora todos el pueblo está completamente abierto a nosotros. Mi marido ha tenido un percance y solo hemos recibido cariño, apoyo y mucho amor», apunta agradecida.
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Allí en Hornillos, el vecino más cercano de Emma es otro extranjero, Davide, italiano, que también reside en Hornillos gracias al Camino de Santiago.
Cheikhou Oumar Sall, senegalés
El senegalés Oumar no vive en Hornillos del Camino pero trabaja allí, donde llegó gracias a Emma y su pareja. Oumar reside en Hontanas y ahora trabaja en el restaurante y albergue que anteriormente regentó Emma. Llegó a España en 2015 y anteriormente vivió 21 años en Francia. Él es de Senegal. Conoció a Emma y a su pareja en un concierto y le ayudaron a conseguir trabajo. Mucho de la estética interior de este albergue de Hornillos es obra suya, ha traído unas lámparas de Alemania y ha pintado murales y frases pero también realiza pequeños arreglos.
Además, le gustan los idiomas. Forjó su amistad con Emma en la Asociación Atalaya Intercultural de Burgos, donde los dos acudieron a aprender español. Ahora, tras manejarse perfectamente en español, Oumar está aprendiendo alemán y polaco.
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Reconoce que le gusta su vida ahora porque «me gustan los pueblos», además, desde hace siete meses tiene un perro con el que puede dar largos paseos por la naturaleza. Está contento pero su futuro lejano no está ligado a la provincia de Burgos, tampoco a España ni a ningún lugar concreto. Oumar es un hombre con inquietud y piensa que, quizá en un futuro, viaje hasta Bélgica donde le gustaría realizar algún proyecto.
Lleva muchos años sin residir en Senegal pero es un hombre completamente enamorado y ligado al país que le vio nacer. Permanece siempre atento a las noticias de su país y no deja de ensalzar sus virtudes y desmentir mitos y prejuicios.
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Pedro Lee, coreano
Pedro Lee es un coreano que ha vivido 12 años en Argentina y unos 30 en España. El Camino de Santiago también fue lo que le unió a Hornillos del Camino. Él es coordinador de esta ruta con sus compatriotas coreanos y así conoció el pueblo. Actualmente no vive en Hornillos pero sus planes de futuro son asentarse allí en cuanto se jubile «será dentro de un año, espero», añade.
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