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La cita congregó a más de medio centenar de personas BC

La activista Fatma Galia Salem alza la voz en Miranda: «España tiene una deuda histórica con el Sáhara»

Bajo el título 'Una mirada desde el Sáhara. Pueblo olvidado', la conferencista repasó la historia del conflicto, el papel de la mujer y la deuda histórica que, a su juicio, España mantiene con el pueblo saharaui

Celia Miguel

Miranda de Ebro

Lunes, 10 de noviembre 2025, 11:48

La activista saharaui Fatma Galia M. Salem quiso pasar por la ciudad de Miranda de Ebro para, en la sala de polivalentes de la Casa Municipal de Cultura, departir sobre la situación del Sajara Occidental. Bajo el título 'Una mirada desde el Sáhara. Pueblo olvidado', la conferencista afincada en España ofreció una charla que logró congregar a medio centenar de personas en torno a un asunto de absoluta actualidad.

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Y es que, después de que el Consejo de Seguridad de la ONU renovara su misión de paz respaldando la opción de una «autonomía» para el territorio bajo ocupación marroquí, las voces críticas han vuelto a emerger para reclamar el derecho a la autodeterminación de un pueblo sin tierra.

Así pues, a pesar de coincidir en tiempo y lugar con otro acto convocado, el público respaldó una cita para conocer de primera mano la situación del Sáhara Occidental, así como la historia de los campos de refugiados y territorios ocupados desde hace 50 años. Medio siglo ha transcurrido desde que España «cediera» a Marruecos, definitivamente, la soberanía del Sáhara Occidental.

Un repaso histórico al conflicto saharaui

Durante algo más de una hora, Fatma realizó un recorrido por la historia reciente del pueblo saharaui, centrando su exposición especialmente en el papel de la mujer reivindicativa y activista. Recordó que el Sáhara Occidental convivió con España durante más de un siglo, bajo las dictaduras de Primo de Rivera y Franco, e incluso participó en la Guerra Civil, ya que la entonces colonia española era considerada la provincia número 53. No en vano, era la única zona de África en la que el español era lengua cooficial.

Sin embargo, en noviembre de 1975 todo cambió. El día 6 se inició en Marruecos la denominada Marcha Verde, «a la que llamábamos marcha negra porque invadió por la vía civil, pero también por la militar, el Sáhara Occidental». Fue entonces cuando, según relató Fatma, el pueblo saharaui se sintió abandonado por el Gobierno español, ya que, a pesar de que el propio Juan Carlos, entonces príncipe, visitó la zona y prometió que no les dejarían solos, el 14 de noviembre se firmaron en Madrid los Acuerdos Tripartitos, apenas un mes después de que el Tribunal Internacional de Justicia dictaminara la necesidad de permitir al pueblo saharaui ejercer su derecho a la autodeterminación.

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Pese a ello, y en ausencia de representantes saharauis, Mauritania, Marruecos y España acordaron la cesión del territorio, y España abandonó su presencia en la que hasta entonces había sido su colonia.

La vida truncada por un muro

A partir de entonces, explicaba la activista, el pueblo saharaui, mayoritariamente nómada y dedicado al pastoreo y la agricultura, se vio desterrado a la zona más inhóspita del desierto. Allí comenzaron desde cero a construir sus campamentos en jaimas y casas de adobe que «se derriten», sin luz, sin agua potable y en condiciones extremas.

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El Frente Polisario apostó por la educación y la sanidad universal para erradicar el analfabetismo. Gran parte de su población se formó en países como Cuba, entre ellos la propia Fatma, que pasó allí buena parte de su infancia y adolescencia, y posteriormente cursó Periodismo en la Universidad del País Vasco.

La activista también reflexionó sobre el cambio que supuso el colonialismo en la condición de la mujer saharaui, que pasó de gozar de derechos como el de herencia o divorcio al «de su casa a la tumba». Aun así, incidía, las saharauis siguen siendo mujeres activas y combativas, comprometidas con la causa de la autodeterminación del Sáhara.

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La realidad es que, hoy en día, el territorio saharaui permanece dividido por un muro minado que, con el apoyo internacional, fue construido por Marruecos en los años ochenta impidiendo, incluso, la comunicación entre familias y comunidades. Mientras tanto, en los territorios ocupados, cada vez son más los colonos marroquíes afincados que van adquiriendo derechos y poder de decisión sobre unas tierras que los saharauis siguen considerando suyas. Unas tierras con las que, de acuerdo con Fatma, «España tiene una deuda histórica».

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