Miranda de Ebro se despide de sus fiestas por todo lo alto
Una sesión de fuegos artificiales puso el broche de oro a las Fiestas Patronales de la Virgen e Altamira
Tras varios días de euforia, las Fiestas Patronales de Miranda de Ebro se despidieron este domingo, 15 de septiembre, por todo lo alto. Una brillante sesión de fuegos artificiales bastó para, como marca la tradición, poner el broche de oro a unos festejos que, de nuevo, trasladaron la alegría a las calles de Miranda.
Desde que el pasado miércoles, 11 de septiembre, el chef estrella Michelin Alberto Molinero «emocionara», en palabras de la alcaldesa Aitana Hernando, a la ciudad del Ebro con un pregón con el foco puesto en la hostelería, hasta que la pólvora estalló por segunda noche consecutiva en el cielo mirandés, locales y foráneos tuvieron ocasión de disfrutar de una variada programación repleta de eventos.
Un repaso por las fiestas de septiembre
Cinco días de fiesta han bastado para que Miranda honre a su patrona, la Virgen de Altamira, y lo cierto es que el homenaje comenzó con datos récord. Concluida la ofrenda floral que cada año inaugura las tradicionales fiestas de septiembre, la virgen de Altamira pudo procesionar por las calles de Miranda escoltada por una legión de faroles que, en esta ocasión, encontró sesenta voluntarios.
Lejos de las dificultades que otros años ha enfrentado la tradicional procesión de los faroles en términos de recursos humanos, en esta ocasión decenas de personas, muchas de ellas adscritas a diversas asociaciones, decidieron colaborar con la causa portando sendos faroles. La Cofradía de la Virgen de Altamira se daba por satisfecha con una procesión que, tal vez gracias a la influencia del pregón celebrado en la misma tarde, contó con más público del habitual.
Las fiestas quedaban inauguradas y, el programa del evento, circulaba por toda la ciudad. No en vano, las Fiestas Patronales suelen incluir una variada oferta de actividades donde, sin duda, la música adquiere el mayor protagonismo. Ya lo advertían desde el Ayuntamiento: «la música sigue siendo una parte elemental del programa»; es por eso por lo que los conciertos de la calle Cantabria se erigieron en la joya de la corona, si bien es cierto que algunas voces fueron algo críticas con la oferta, «quizá por un problema de expectativas», tal y como reconocía, por ejemplo, Natalia Pérez tras el final del concierto de Nena Daconte.
En cualquier caso, junto a Nena Daconte, El Drogas, La Regadera y Maldita Nerea dejaron su sello en Miranda como preludio, cada noche, de la eclosión de las fiestas en las que ya se han convertido en tradicionales txoznas. No obstante, también se programaron otro tipo de actuaciones diarias tanto de la Banda Municipal de Música como de diversos grupos corales de la ciudad. Asimismo, como novedad este año se planificaron varios conciertos en el parque Antonio Machado al ritmo del mirandés Tala, del pop folk de Laila Añil, del jazz de Doctor Bogarde & The Hockertiers, del folk en acústico de The Duellist, y del folk de Sog.
«No faltó» el ciclo musical de 'Las Noches de Altamira' donde el patio del colegio homónimo se erigió en escenario de importantes citas musicales con todas las épocas y estilos: desde la zarzuela, hasta la música ochentera, pasando también por el flamenco. La actuación de la Joven Orquesta Gregorio Solabarrieta, tal y como avanzaron desde el Consistorio, puso «uno de los broches de oro al día grande».
Las artes escénicas fueron máxima, pero también hubo tiempo para disfrutar de la exposición de coches clásicos, del desfile de carrozas y de los constantes pasacalles de los gigantes y cabezudos que, con sus bochinchas, volvieron a animar a la ciudad durante prácticamente todas las jornadas. A la eclosión de música y color simplemente restaba añadir un colofón a la altura de los fuegos artificiales que cada año congregan a miles de personas en torno al río Ebro.
Además, tras una última edición algo accidentada por el incendio de una de las carcasas de pólvora, cabe destacar que esta vez Miranda se resarció con un par de sesiones que, en términos generales, fueron bien recibidas por el público. Finalmente, el dorado imperó en el cielo mirandés para, ya sí, retornar a la rutina con la agradable sensación que brinda el color de la victoria.