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Residencia de Cortes. ÁMC
Dimiten dos enfermeras de Cortes, hartas del «maltrato» y el «chantaje» de la Junta

Dimiten dos enfermeras de Cortes, hartas del «maltrato» y el «chantaje» de la Junta

El cambio del calendario ha sido la gota que ha colmado el vaso de una situación «extrema», con plantillas infradotadas y «machaque» continuo por parte de la dirección

Lunes, 14 de junio 2021, 08:06

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Entre salud mental y estabilidad laboral, ha ganado la salud mental. Dos enfermeras de la Residencia Mixta de Personas Mayores Burgos I 'Cortes' renuncian a sus puestos de trabajo por la situación insostenible, afirman, que se vive en este centro sociosanitario dependiente de la Gerencia Regional de Servicios Sociales. Hablan de un «maltrato continuo» por parte de la dirección, que agrava el problema de una plantilla infradotada, que asume más responsabilidades de las que les correspondería, con «pésimas» condiciones laborales.

«La situación es tan extrema, que antepones tu salud mental a la seguridad del trabajo», afirma una de las enfermeras, que deja su puesto en Cortes para prestar atención hospitalaria con un contrato, de momento, de cinco meses. «Cada día vas a trabajar de mala gana», asevera, y «con ansiedad porque no sabes con qué te vas a encontrar». Y la gota que ha colmado el vaso ha sido el último cambio del calendario, para hacer frente al periodo estival, al que le ha seguido una bajada de los mínimos (el número mínimo de enfermeras por turno de trabajo).

La falta de previsión de la Gerencia Regional de Servicios Sociales ha hecho que, para este verano, no existan prácticamente contrataciones en las residencias de mayores. Así que, en el último momento, se han cambiado los calendarios, denuncia Silvia López, la secretaria provincial del Sindicato de Enfermería SATSE de Burgos. En algunas residencias el cambio se ha hecho por consenso, en otras se ha buscado una solución alternativa (como dejar parte de las vacaciones para otoño) pero en Cortes se ha tirado de «chantaje emocional».

«Se echa a las enfermeras la responsabilidad de elegir si quieren irse de vacaciones o cubrir una reducción de jornada por conciliación laboral de una compañera», explica López. La dirección fuerza que sean las profesionales las que acepten trabajar un fin de semana, cuando no les corresponde, o ceder en sus vacaciones para cubrir las ausencias de otras compañeras. Oficinalmente, ni se deniegan vacaciones ni se obliga a trabajar cuando no toca, pero en la práctica «se aprovechan de la buena voluntad de las enfermeras».

«He sentido ansiedad al ver que las compañeras no se podían ir de vacaciones, ni yo tampoco, y que nos iban a hacer trabajar un montón», explica la otra enfermera que ha renunciado a su trabajo en Cortes, para irse a otra residencia (con un contrato hasta el 31 de octubre). Describe la situación de «machaque continuo», que ha llevado incluso a compañeras a pedir la baja, lo que reduce aún más una plantilla que está «justita»: son once enfermeras (a turnos) para 120 mayores (ahora hay una planta cerrada), en un edificio de ocho plantas.

«Es físicamente imposible estar en todos los sitios, poder responder a las llamadas e ir corriendo», señala María José Martín, enfermera en la Residencia de Asistidos de Fuentes Blancas, miembro del comité de empresa por SATSE. Y lo dice tras saber que han reducido, en Cortes, los servicios mínimos, dejando por ejemplo una única enfermera para el turno de tarde. «Si se juntan dos urgencias, solo tengo dos manos», recuerda una de las enfermeras que ha renunciado, e insiste en que asumen más carga de trabajo de la que deberían.

Sin reconocimiento profesional

Y todo sin ningún tipo de reconocimiento profesional. Las enfermeras de las residencias de mayores de la Junta son personal laboral a todos los efectos, así que sus condiciones laborales difieren de manera notable de las de sus compañeros del ámbito sanitario. Trabajan más horas, asumen mayores responsabilidades, lo sueldos son más bajos, no tienen ponderación de noches, cobran los mismos complementos que los laborales no sanitarios (lo mismo ocurre en el pago de horas de noche o fines de semana) no tienen acceso a la carrera profesional y sus años de experiencia puntúan la mitad.

Así que, a la hora de elegir, las enfermeras lo tienen claro: nadie quiere trabajar en los centros sociosanitarios de la Junta, explica María José Martín. Y los datos de este año así lo confirman. De las 64 enfermeras que han salido licenciadas de la facultad en Burgos, solo 30 son de la provincia, pero 10 se han marchado ya con trabajo al País Vasco (la equiparación salarial entre comunidades, otra de las grandes demandas del colectivo) y, el resto, han acabado en el HUBU. Y, en las residencias, quien puede se saca una plaza para Sacyl.

«A mí me gusta la geriatría. He tenido opciones de presentarme a una oposición, pero me gusta mi trabajo», admite Martín. Sin embargo, ya no compensa. Hace años, las condiciones laborales eran mejores, pero la situación se ha ido degradando hasta tal punto que, como dice una de las afectadas, ahora cobran 11 euros la noche, «lo mismo que el plus de nocturnidad del Burger King», y eso que las enfermeras «tenemos la vida de los usuarios en nuestras manos». Así que no es raro que estén dispuestas a dejar su vocación por otro trabajo con «mayor calidad de vida».

Es más, lo que debería ser un ascenso profesional, se siente como una penalización. «He llegado a pensar que me he equivocado de profesión. Me vuelvo a auxiliar de enfermería», comenta una de las enfermeras, que empezó su carrera como auxiliar. Y es triste, admite, después de un año «muy perro», como el que vivieron el pasado 2020, con la pandemia, pero llegaron a estar mejor de lo que está ahora. El pasado año se reforzaron las plantillas y, en verano, se contó también con ese refuerzo. Ahora, la falta de previsión lo ha impedido.

Silvia López insiste en que las enfermeras tienen conciencia. Están pidiendo por ellas pero también por los usuarios, que necesitan cuidados». Y es que en las residencias de mayores las profesionales de Enfermería se encargan de prestar una atención sanitaria a los usuarios, «desde que entran hasta que fallecen», tanto de atención primaria como especializada, asevera Martín. «Sin enfermeras, no hay cuidados especializados» y, por eso, en SATSE temen la salida de las enfermeras de las residencias con el anteproyecto de ley reguladora de la atención en residencia, de la Junta de Castilla y León. No está definido, pero «es una tendencia».

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