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Una 'foto' de 105 millones de años

Una 'foto' de 105 millones de años

Científicos españoles encuentran en la cueva cántabra de El Soplao un trozo de ámbar con la garrapata más antigua del mundo

Miércoles, 20 de diciembre 2017, 18:08

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El azar quiso que se descubriera un filón en El Soplao. La mejora de la carretera a esta cueva cántabra puso al descubrimiento un tesoro en forma de ámbar. El paraíso para los entomólogos. Podían investigar a los insectos que se quedaron atrapados en el ámbar por millones de años, intentar descubrir qué hacían, cómo eran y algunos datos más. En este análisis se toparon con un trocito repleto de moscas, escarabajos, vegetales y una garrapata pequeñita.

Tan enana que daba problemas hasta para sacar la morfología. «Con un primer escaneo no fue posible», explica Enrique Peñalver, investigador del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). Con el microscopio láser ya pudieron detectar los palpos -los apéndices sensoriales- de esa garrapata, todavía sin nombre. «Nos dimos cuenta de que era de la misma familia que los de Birmania», añade Peñalver, aludiendo al hallazgo publicado en 'Nature Communications' y realizado por científicos españoles en colaboración con el Museo Americano de Historia Natural. Este descubrimiento es el de una nueva especie denominada Deinocroton draculi -la garrapata terrible de Drácula- de cuatro miembros, de los cuales al menos dos estuvieron en las plumas de un dinosaurio. Sí, porque no todos estos animales tenían la piel dura, sino que eran más cercanos a las actuales aves.

Los restos de esta familia tiene unos 99 millones de años y pertenecen al cenomaniense, una época del cretácico. Sin embargo, la garrapata de El Soplao es un poco más vieja: de hace 105 millones de años, es decir, del cenomaniense. Esto convierte al insecto cántabro como el más antiguo del mundo y es probable que permanezca así. Porque los restos de ámbar más antiguos están en el Líbano, pero allí no se ha encontrado ninguna garrapata. «Siempre puede haber una sorpresa en Birmania», añade Antonio Arillo, entomólogo de la Universidad Complutense.

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