Humedales y sus servicios a la sociedad
El pasado 2 de febrero, se celebró el Día Mundial de los Humedales
Luis Marcos
Lunes, 10 de febrero 2020, 19:44
El pasado 2 de febrero, celebramos el Día Mundial de los Humedales, impulsados por Naciones Unidas, que nos advierte del grave grado de deterioro de estos ecosistemas, de su extraordinario valor ambiental y nos sugiere propuestas para su recuperación e incorporación a nuestra vida cotidiana. A pesar de las figuras de protección con que cuentan, estos espacios están desapareciendo a un ritmo mayor que el de ningún otro hábitat del planeta, a un ritmo que se mantiene durante los últimos cien años y que lejos de revertirse, se ha acelerado durante el siglo XXI por la presión humana en torno a 3 a 4 veces más que en periodo anterior. Los científicos que vigilan el estado de los humedales a nivel planetario hablan, probablemente con moderación en sus cálculos, que la pérdida de zonas húmedas a nivel global desde 1900 alcanza la cifra del 70-80% de los entonces existentes.
Entre las amenazas que se ciernen sobre los humedales de la Tierra, de nuestro país, y del entorno de Burgos, podemos citar al cambio climático, a la sobreexplotación de los recursos hídricos (superficiales y subterráneos), a su tradicional drenaje o desecación (al desear el hombre esos terrenos para el cultivo agrícola, la explotación ganadera de pastos o la construcción de edificaciones e infraestructuras). Tambén influye la creciente demanda de agua, a su degradación y contaminación por el vertido de residuos o de aguas residuales, a la proliferación de especies invasoras, a la salinización, etc… Acciones que, a menudo acumuladas a otros impactos humanos, alcanzan cotas insostenibles.
El Día Mundial de los Humedales, que se celebra el 2 de febrero de cada año, fue decretado en el año 1997, 26 años después, y como conmemoración, de la Convención sobre los Humedales de Importancia Internacional, que se celebró el 2 de febrero de 1971 en Ramsar, Irán. España se adhirió a este convenio en 1982, y un total de 75 humedales españoles se incluyen dentro de él, entre ellos, los emblemáticos y amenazados Parque de Doñana y las Tablas de Daimiel. Muy pocos, si tenemos en cuenta que se han adherido al Convenio Ramsar más de 2.300 humedales de todo el mundo, con una superficie superior a los dos millones de kilómetros cuadrados, que equivale a cuatro veces la superficie de España.
Los humedales o zonas húmedas, constituyen extensiones de tierra, que tienen la particularidad de estar inundadas de forma permanente o casi permanente. En esta categoría están los pantanos, turberas, marismas, arrecifes de coral, manglares, los lagos, los ríos, mares interiores, etc. Son ecosistemas híbridos que pueden ser de agua dulce o salada y en ocasiones la actividad humana genera humedales artificiales como por ejemplo cuando nuestras acciones construyen embalses, salinas o estanques, por ejemplo.
La importancia de los humedales es fundamental para la vida en todo el planeta gracias a que son ecosistemas, donde viven un gran número de especies animales y vegetales, es decir, son lugares especialmente habilitados para mantener la biodiversidad, tanto a niveles cuantitativos como cualitativos. De hecho, se convierten en auténticas islas o refugios para especies vulnerables o amenazadas en entornos inhóspitos, que se encargan además de regular el ciclo del agua, almacenando enormes cantidades de recurso hídricos, suavizando los impactos climáticos, siendo eficaces sumideros de carbono y creando de esta manera equilibrios ecológicos perfectos.
Pero además de su trascendental papel ecológico, los humedales proporcionan una serie de servicios esenciales a la humanidad y a su desarrollo social y económico. Además de aportar al hombre recursos indispensables para disfrutar de una mejor calidad de vida.
Así, podemos recordar que las zonas húmedas son responsables de que el 40% de los vegetales y animales que existen en todo el planeta sigan con vida, de que más de mil millones de personas en todo el planeta puedan seguir viviendo en los entornos de los humedales, que en las turberas se encuentre concentrado el 30% del carbono que existe en toda la Tierra. Además, los humedales se encargan de depurar gran número de contaminantes y esto permite disfrutar de un agua limpia, también son grandes reservorios de agua, proporcionando este recurso a las poblaciones locales, los manglares y arrecifes de los humedales se encargan de proteger a los seres humanos contra los desastres naturales como las inundaciones y sequías, son espacios que ayudan a crear condiciones para que exista la vida y su belleza los convierte en lugares ideales para realizar actividades recreativas e incrementa el turismo.
En el caso de España, existe un «Protocolo de inclusión de humedales españoles en la Lista de Importancia Internacional del Convenio de Ramsar», elaborado en el marco del Comité de Humedales. Las solicitudes de inclusión de humedales en la Lista Ramsar son estudiadas en primer lugar por el Comité de Humedales, que comprueba que en ellos se cumplen los criterios de Importancia Internacional establecidos por el Convenio y que lo comunica a la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad. Tras ello, se pone en marcha un proceso administrativo que culmina en la inclusión efectiva de dicho humedal en la Lista Ramsar. Como hemos comentado anteriormente, en España hay 75 humedales incluidos, sin embargo solo dos (por su singularidad como zonas húmedas esteparias) están en el territorio de Castilla y León: las Lagunas de Villafáfila (Zamora) y la Laguna de la Nava (Palencia), todo ello a pesar de ser la comunidad autónoma más extensa de toda España.
El recientemente celebrado Día Mundial de los Humedales fue conmemorado por los voluntarios ambientales de la Oficina Verde de la Universidad de Burgos (UBUverde) con la realización de sendos viajes a estos humedales Ramsar de Castilla y León. Un total de 130 personas disfrutaron con la observación de aves, conociendo la relación entre las poblaciones humanas locales y estas masas de agua, a través de la historia, así como disfrutando de unos paisajes acuáticos, singulares y tremendamente bellos, en pleno corazón de la meseta castellana.
La provincia de Burgos, con sus más de 14.000 kilómetros cuadrados de superficie, a pesar de quedar de lado de los reconocimientos mundiales del Convenio Ramsar, cuenta también con humedales, que aún siendo modestos en la mayor parte de las ocasiones, albergan un valor ecológico y humano extraordinario, que conviene, divulgar, conocer y proteger. Algunos de ellos son naturales, otros han surgido fruto de la intervención humana, pero todos ellos albergan una riqueza ecológica, paisajística, faunística y botánica de primer nivel. Es preciso reconocer aquí la labor de pequeñas comunidades locales o asociaciones culturales que han mantenido o recuperado sus pequeños humedales, convirtiéndolos en refugios de comunidades de anfibios o espacios para el tránsito de aves o sencillamente en sencillos observatorios de la naturaleza. Positivas actividades en las cuales, las confederaciones hidrográficas del Ebro y del Duero, así como los voluntariados ambientales de la Fundación Caja de Burgos han tenido un papel que es preciso destacar.
Realizando un recorrido, que no pretende ser exhaustivo, por los humedales burgaleses, que recomiendo encarecidamente visitar (eso sí, con respeto al medio ambiente tan vulnerable que albergan), podemos comenzar por el norte de la provincia, acercándonos al majestuoso embalse del Ebro, que compartimos burgaleses y cántabros, a las turberas asociadas a la cordillera cantábrica, como lo son las de Herbosa, a las bellas lagunas de Gayangos o al embalse de Ordunte, en el Valle de Mena. En el entorno de Miranda de Ebro, y fruto de extracciones de áridos en los aluviales del Ebro y de sus afluentes, encontramos bellos complejos lagunares (muy amenazados por vertidos incontrolados, residuos y contaminantes) como las lagunas de Bayas, de Ircio o de San Juan del Monte. El Ebro nos permite también disfrutar de los embalses de Cereceda y de Sobrón.
En los páramos del entorno de Sedano podemos ver sobrecogedoras lagunas en los entornos de Quintanaloma y de Dobro, así como la misteriosa laguna de Cernégula.
En el entorno de la capital burgalesa contamos con humedales de gran interés ornitológico y botánico, así como de una belleza singular, como son los humedales de Fuentes Blancas y de Atapuerca, las zonas húmedas creadas en el entorno de la autovía a León, en graveras excavadas en las proximidades de Villasandino, o el coqueto embalse que cierra la presa de Alba en el curso del río Oca.
La sierra burgalesa atesora bellos complejos lagunares y modestos laguitos, a veces simples charcas, que son un evidente recuerdo de los procesos glaciares que soportaron estos entornos a lo largo del Cuaternario; son innumerables, pero no podemos dejar de visitar el Pozo Negro, la laguna de Ahedillo, los complejos lagunares de Neila, etc. Otros espacios a visitar, con orígenes bien diferentes, son los humedales de Fuentepeña, paraíso de la cigüeña blanca en las proximidades de Hacinas o el Pozairón de Aldea del pinar, plagado de reminiscencias célticas.
En la comarca del Arlanza, la mayor parte de sus humedales esteparios han desaparecido desgraciadamente, aunque aún podemos disfrutar de pequeñas charcas, asociadas a las rañas de las proximidades de Mecerreyes o de charcas en Fontioso y Tubilla del Lago. En la Ribera del Duero, recomiendo no dejar de visitar los humedales creados como balsas de riego en Araúzo de Salce y en Tórtoles de Esgueva, así como los complejos lagunares que han poblado las excavaciones para la extracción de áridos al sur de Villalba de Duero.
Todos estos espacios merecen un mejor conocimiento y protección, así como su imbricación en procesos educativos que divulguen su interés ecológico y su valor ambiental.