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La ausencia de madera en la cubierta de la Catedral de Burgos evitaría una tragedia como la de Notre Dame

La cubierta de la catedral de París era integramente de madera pero en Burgos hay hormigón y hierro | Retablos, sillería, mobiliario y tapices, zonas sensibles en la Seo burgalesa

Martes, 16 de abril 2019, 14:31

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La tragedia de la catedral de Notre Dame de París, en la que un grave incendio ha destruido la cubierta y se ha llevado por delante la aguja del crucero, difícilmente se podría producir en la Catedral de Burgos. Nada es descartable por imposible, sin embargo, el hecho de que la cubierta del templo burgalés apenas tenga madera, tras remodelarse en las últimas décadas del siglo pasado, descarta un incendio de la magnitud del que se declaró ayer tarde a orillas del Sena. Sería «impensable», afirma Juan Álvarez Quevedo.

Notre Dame presenta una cubierta de madera, muy inclinada y con no pocas vigas originales, con más de 800 años de antiguedad. En Burgos, la cubierta es más plana «aunque estaba proyectada para ser inclinada», reconoce el delegado diocesano de Patrimonio, quien recuerda que la burgalesa sigue el modelo de la catedral parisina, joya del Gótico europeo por excelencia, y a la que se considera la «hermana mayor» de la Catedral de Burgos.

Además, «no tiene nada de madera» salvo un conjunto de vigas originales, que no se pudieron retirar cuando se remodeló la cubierta. Fue el arquitecto Marcos Rico, junto con un grupo de profesionales, el que acometió la intervención que permitió sustituir la madera por una estructura de hormigón y hierro entre 1965 y 1980. Solo se mantienen esas vigas originales, de 16 metros de longitud, apunta el arquitecto técnico y restaurador de la Catedral, Miguel Ángel Ortega.

«Todo está perfectamente protegido», insisten desde el Cabildo Metropolitano, pues «se han tomado medidas de seguridad» para evitar cualquier incendio. Se han eliminado los riesgos eléctricos en los retablos, por ejemplo, y se cuenta con pararrayos en la cubierta, «que han funcionado muy bien». Y con sistemas de detección de incendios, algunos tan innovadores como el sistema de extinción por gas INERGEN, instalado en uno de los puntos más sensibles de la Catedral: la Sala Capitular y el archivo.

Notre Dame podría estar restaurada en cinco años

Todo depende del grado de deterioro sufrido tras el incendio, del proyecto de restauración que se diseñe y de los recursos económicos de los que se disponga. Sin embargo, el aparejador técnico y restaurador de la Catedral de Burgos, Miguel Ángel Ortega, reconoce que la catedral de Notre Dame de París podría volver a lucir en todo su esplendor en poco tiempo. En 4 o 5 años, apunta.

Algunos expertos han hablado de décadas, para recuperar la belleza de esta joya gótica. Sin embargo, Ortega recuerda que las técnicas de las que se dispone actualmente premiten trabajar con mayor rapidez, sobre todo si se cuenta con dinero para acometer la intervención. Y, de momento, las grandes fortunas francesas han respondido a la petición de ayuda, ofreciendo 300 millones de euros.

Además, Ortega explica que el modelo de restauración que se plantee condicionará también la ejecución del proyecto. Cada país tiene sus propios protocolos a la hora de actuar en su patrimonio y, en este caso, también hay que contactar con la UNESCO. Eso sí, el aparejador técnico no descarta que París opte por recuperar íntegramente Notre Dame, pues ya lo ha hecho en ocasiones anteriores.

La catedral parisina quedó muy dañana con la Revolución Francesa, por ejemplo, y en el siglo XIX se acometió una importante restauración. Se recuperaron gárgolas, esculturas y otros elementos, siguiendo el modelo original, que podría ser la opción por la que se decantasen ahora los franceses.

Lo que sí está claro es que será un proyecto complejo, mucho más que la rehabilitación proyectada, cuyas obras habrían dado lugar al devastador incendio. «Una estructura de madera siempre es un peligro», reconoce Ortega, al analizar que la cubierta de Notre Dame de París era íntegramente de madera, y se ha calcinado, lo mismo que la aguja.

Eso sí, «no se quema así, de repente, por una chispa; ha tenido que ser algo más», apunta, pues se trataba de madera noble, más resistente. La investigación tendrá ahora que determinar las causas del fuego, que todo apunta a que fue accidental, y el examen de los expertos, valorar los daños sufridos.

Al margen de la cubierta, que ha quedado destruida, también se habrán visto afectadas las bóvedas de madera, tanto por el fuego como por el agua. La piedra habrá absorbido el agua utilizada para la extinción de las llamas, así que no es muy seguro circular ahora sobre la cubierta, reconoce Ortega.

Víctor Ochotorena, fabriquero de la Catedral de Burgos, explica que la Sala Capitular tiene techo mudéjar, que es a su vez el suelo de la sala de investigadores. Y junto a ellos se encuentra el archivo. Además, en la Sala Capitular hay cuadros de gran valor de los siglos XVI y XVII. Así que se ha optado por un moderno sistema de detección de incendios, instalado hace unos tres años, que al detectar el fuego, bien por humo bien por temperatura, se activa automáticamente. Se cierran las puertas y se libera el gas INERGEN, que anula el oxígeno de la sala y extingue el fuego.

Peligros interiores

De este modo se evita utilizar agua o espuma, uno de los grandes enemigos del patrimonio en catedrales como la de Burgos, con innumerables retablos, pinturas, tapices y documentos históricos. Ochotorena insiste en que en Burgos «hay poco material de combustión» en la cubierta, pues Notre Dame «era un bosque de madera», pero sí que hay riesgo en puntos sensibles como los retablos, al sillería o el mobiliario, que en París desaparecieron en su mayor parte por la Revolución Francesa.

El problema en Burgos es la madera interior, mientras que en París ha sido la madera exterior. Hasta la aguja estaba construída íntegramente en madera, con una cubierta de plomo, explica el fabriquero. En cambio, la Seo burgalesa ha tenido siempre un cimborrio. El actual data de 1568, cuando Juan de Vallejo y Francisco de Colonia reconstruyeron la anterior estructura, obra de Juan y Simón de Colonia, que se vino abajo en el siglo XV, en marzo de 1539.

Así las cosas, este «dramático y catastrófico» hecho de París en difícil que se pueda vivir en Burgos, aunque la Catedral no está exenta de otros peligros. Como asegura Juan Álvarez de Quevedo, hay riesgo de fuego en los retablos, tapices y mobiliario, aunque existan medidas de prevención revisadas y actualizadas. Y también se pueden sufrir las consecuencias de los vendavales o, como en algún momento del pasado, de inundaciones.

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