Burgos ya siente el Curpillos, las Huelgas y La Quinta calientan motores

Falta un mes para el esperado Curpillos, pero en Burgos el ambiente festivo ya empieza a sentirse. Por segundo año consecutivo, la tradicional jira se celebrará en el Paseo de La Quinta, tras el traslado forzoso desde su histórico emplazamiento en El Parral debido a las obras que Patrimonio Nacional lleva a cabo en la zona. Aunque el cambio generó ciertas dudas en 2024, lo cierto es que la nueva ubicación ha convencido a la mayoría.

Eso sí, el Curpillos no se entiende sin el barrio de las Huelgas, donde los ecos de tambores y dulzainas volverán a rendir homenaje a una de las tradiciones más queridas por los burgaleses: el Corpus Chico. Una jornada tan singular como esperada, que combina la solemnidad de los actos religiosos con la efervescencia de la fiesta popular.

La jornada comenzará en el Real Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, donde la madre abadesa recibirá a las autoridades civiles, militares y religiosas. Allí tendrá lugar una misa solemne que dará paso a la procesión por el barrio, en la que la autoridad militar portará una réplica del histórico Pendón de las Navas de Tolosa. Danzantes, gigantones y vecinos acompañarán el desfile en una estampa llena de color y tradición.

Tras esta parte institucional y ceremonial, la fiesta se trasladará, de nuevo, a La Quinta. Aunque alejada del monasterio, este paseo arbolado se ha ganado ya un lugar en el corazón de los burgaleses. Camisetas de peñas, blusas, risas y mantas sobre el césped teñirán el parque de alegría. Desde primeras horas de la mañana, se espera una gran afluencia de público, especialmente joven, dispuesto a disfrutar de los tradicionales «kachis» de calimocho, pinchos y el ambiente animado que ofrecen las casetas.

El Ayuntamiento ya ha comenzado los trabajos de acondicionamiento del entorno natural de La Quinta. Este año, a diferencia de 2024 cuando se talaron 67 árboles, las intervenciones serán más ligeras: revisión del arbolado, retirada de ramas secas y puesta a punto general del espacio. Según el concejal de Medio Ambiente, Carlos Niño, el objetivo es que el parque esté listo y con «todas las garantías» para recibir a miles de asistentes.

También se habilitarán fuentes, asientos y baños públicos a lo largo de los 800 metros del paseo, donde se distribuirán las casetas. Se vigilará especialmente la accesibilidad desde puntos como El Plantío, donde el año pasado se produjeron importantes embotellamientos.

Una de las novedades de este año será la incorporación de puntos violeta, destinados a la atención e información frente a la violencia sexual. Funcionarán entre las 10 y las 22 horas y estarán coordinados con los cuerpos de seguridad, como parte del compromiso municipal con unas fiestas seguras e inclusivas.

El Curpillos es mucho más que un día de fiesta: es una seña de identidad para los burgaleses. Una tradición de Burgos con raíces medievales, posiblemente ligada a la victoria cristiana en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212, que se celebra de forma ininterrumpida desde el siglo XIV. Su nombre, familiar y cercano, representa una versión popular y próxima del Corpus Christi.

Fiesta local desde 1953 y jornada completa desde 1979, el Curpillos reúne cada año lo mejor de dos mundos: la solemnidad del rito y la efervescencia de la calle. En esa dualidad, tan burgalesa, reside su magia. Y aunque El Parral se mantenga en pausa, La Quinta ya empieza a latir como nuevo corazón de la celebración.

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