El HUBU ante la emergencia: «A los 40 segundos del corte, el hospital ya estaba energizado»
El Complejo Asistencial Universitario de Burgos (CAUBU) activó el protocolo de corte eléctrico y garantizó el funcionamiento de las áreas críticas sin que los pacientes llegaran a notar la interrupción del suministro
Cuando se produjo el apagón que mantuvo a la península ibérica sin luz durante horas, en el Complejo Asistencial Universitario de Burgos (CAUBU) todo transcurría con la normalidad de un lunes cualquiera. Pero en cuestión de segundos, el sistema de alumbrado y el informático se vieron afectados por la interrupción del suministro. Lo que en un primer momento parecía una caída momentánea del servicio mutó en una situación de gravedad en un entorno como lo es el hospital. Con el paso de los minutos se confirmó que el corte de luz era prolongado y afectaba no solo al hospital, sino también al resto de Burgos y del país.
«Al ver que el apagón era prolongado fuera del complejo asistencial, nos pusimos inmediatamente en contacto con la empresa concesionaria para que nos informase de la situación. Estos nos actualizaron la situación con la red eléctrica así como el estado de los medios auxiliares (grupos electrógenos y reservas de combustible del HUBU). También nos dirigimos a los otros dos hospitales (Fuente Bermeja y Divino Valles) para analizar la situación de ambos centros. A partir de ahí, comenzamos a aplicar protocolos y concertar reuniones, tanto a nivel interno como externo, con Gerencia de Área, Gerencia Regional y Consejería de Sanidad», explica Carlos Cartón, director médico del Complejo Asistencial Universitario de Burgos (CAUBU).
La situación, aunque atípica, está contemplada en los protocolos de estos hospitales, que «cuentan con un protocolo específico de corte eléctrico incluido en sus planes de contingencia». De esta manera, los centros sanitarios se preparan para que una situación de este tipo no ponga en riesgo vital a ningún paciente.
En la jornada del lunes el protocolo se activó de inmediato tras detectarse el fallo en el suministro. «El protocolo implica una gestión correcta de los diferentes medios y procesos que intervienen en una situación de ausencia de energía eléctrica en la red», explica el director médico.
Gracias a este sistema, los grupos electrógenos se activan automáticamente. «A los 40 segundos de producirse el corte, el hospital ya estaba energizado», celebran. Esta capacidad de respuesta permitió mantener la actividad de las zonas más sensibles sin interrupciones. La autonomía del hospital en estas circunstancias depende del combustible disponible. «Con 50.000 litros de diésel que hay almacenado, el CAUBU puede funcionar durante unas 50 horas a pleno rendimiento, es decir, con todas sus instalaciones encendidas y operativas», aseguran desde el centro médico.
En cuanto a la distribución de la energía, se priorizan, como es obvio, las «áreas críticas, semi-críticas y generales», con la salvedad de las instalaciones de enfriamiento y climatización, «exceptuando en las áreas quirúrgicas, que sí que funcionan y reciben suministro todas ellas» para que se pueda operar con total normalidad y seguridad.
En equipos especialmente sensibles, como son los de UCI o quirófanos, ni siquiera se percibió el apagón. «Estos equipos se mantienen sin llegar a apagarse gracias a unos dispositivos denominados SAI (Sistemas de Alimentación Ininterrumpida), que cubren las necesidades energéticas desde que existe una desconexión de la red general hasta la entrada en funcionamiento del grupo electrógeno. Por lo tanto, en estos equipos, no se llega a notar nunca el 'apagón'», explican desde el hospital.
Además de los medios técnicos es necesario también coordinar a los equipos humanos de los distintos centros médicos. Para ello, desde el primer momento, «se organizaron reuniones internas y se mantuvo una comunicación constante con los mandos intermedios». Esto permitió establecer una línea directa con todos los equipos, identificar posibles focos de necesidad y, si hubiese sido necesario, reforzar el personal. «Aunque no se registraron picos de urgencias durante la jornada, ya se había previsto la habilitación de espacios específicos para atender, por ejemplo, a pacientes con oxígeno domiciliario», indican.
Con el hospital de Burgos a pleno rendimiento mientras el país navega en la incertidumbre de saber cuándo volvería la electricidad, la actividad médica también tuvo que ser modificada. «Durante la mañana se mantuvo la actividad ordinaria programada para esa jornada. En cuanto a la jornada de tarde, únicamente se suspendieron las intervenciones quirúrgicas programadas, dando prioridad a lo urgente, con el fin de optimizar recursos y reservas energéticas debido a la incertidumbre acerca de la duración del 'apagón'. Toda la actividad urgente se realizó sin ninguna incidencia», asegura Carlos Cartón.
Y así, mientras Burgos, como el resto de la península ibérica, esperaba a que se restableciese el suministro eléctrico, en el Hospital Universitario de Burgos (y en el resto de hospitales de la provincia) los pacientes pudieron ser atendidos sin que notaran que fuera del centro reinaba la incertidumbre.