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Gonzalo Santonja lo tiene muy claro. El Castellano es de los hablantes, y quien piese lo contrario «está absolutamente equivocado». Así que son ellos los que van marcando la evolución de la lengua, pero sin forzar. A nadie le pueden imponer cómo hablar, insiste el director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, quien tampoco confía en que el lenguaje inclusivo vaya a facilitar la igualdad entre hombre y mujeres. La lengua no es machista, asegura, machistas son las personas (algunas), aun cuando puedan vestirse con la careta del lenguaje inclusivo.
¿La lengua es de las entidades académicas o de quién la habla? Vamos, ¿el Castellano es de los castellano parlantes o de la RAE?
La lengua es de los hablantes, de eso no hay ningún tipo de duda. De los hablantes pasados, de los presentes y de los futuros. Y como es nuestra tenemos deudas de responsabilidad, debemos cuidarla y protegerla. La lengua es de todos los hablantes, eso no tiene discusión posible. Quien piense lo contrario está absolutamente equivocado.
¿Cuáles son esas deudas de responsabilidad que tenemos, o cómo tenemos que ejercerlas?
Los que nos han precedido como hispanohablantes nos han dejado un tesoro, lingüístico, literario y patrimonial, y nosotros tenemos la responsabilidad de dejarles a los que vengan detrás por lo menos lo mismo que hemos heredado.
Si la lengua es de los hablantes, ¿qué papel juega la RAE, por ejemplo?
Todo fenómeno que existe debe ser estudiado y ordenado, con prudencia. El diccionario de la RAE no inventa palabras, sino que registra las palabras que se usan y las acepciones que tienen, pero no inventa palabras o usos. La academia y las instituciones que trabajamos con la lengua reflexionamos sobre lo que existe.
Y, si es así, por qué se generan ciertas polémicas a la hora de hablar de la evolución de la lengua, de la incorporación de nuevas palabras, del cambio de los usos...
Una lengua es una realidad viva que está en continua transformación y continuamente está registrando préstamos lingüísticos y neologismos. En el castellano medieval entraron muchos arabismos, en el Renacimiento se registran muchos latinismos y italianismos, en la Ilustración entran galicismos y anglicismos... Unos entran meramente y otros entran y se quedan. Los medios de comunicación han cambiado mucho, las televisiones ejercen una función unificadora, pues antes había muchas más diferencias de la lengua que hablaban entre pueblos, entre provincias.
Es un organismo vivo, evoluciona, se adapta a la realidad... ¿cuál es la función de esas entidades académicas que estudian y reflexionan sobre la lengua? ¿Tratar de protegerla, ir adaptando la normativa a los cambios?
El castellano es una lengua que hablan 500 millones de personas en todo el mundo y hay una serie de instituciones, en España, en Ecuador, en México, en Argentina... que han trabajado por la unidad de la lengua.
Ahora se está hablando mucho del lenguaje inclusivo, de que las administraciones y las entidades lingüísticas lo adopten, ¿es necesario el lenguaje inclusivo?
Es necesario que las mujeres se incorporen absolutamente a todos los ámbitos de la sociedad. Son algo más del 50% de la población; es absurdo que una sociedad prescinda del 50% de las personas que la integran. A todos nos conviene, a los hombres nos conviene, que las mujeres ocupen los puestos que legítimamente le correspondan. Y eso es absolutamente necesario, pero nadie puede decidir de qué manera se tiene que hablar. Eso lo tienen que decidir los hablantes; el día que esté generalizado todos y todas, eso se registrará. El idioma es de los hablantes y si un uso se generaliza, las instituciones tendrán que aceptarlo, pero lo que nadie puede (ni las instituciones ni los políticos) es decirnos a los demás cómo tenemos que hablar.
Y ¿la lengua no puede ayudarnos, precisamente, a conseguir esa igualdad efectiva entre hombres y mujeres? Pues eso es lo que se pretende con el lenguaje inclusivo
Yo no creo que con el lenguaje inclusivo se pretenda eso ni se pueda conseguir la igualdad. Es una cuestión de derechos humanos, sociales y políticos, que es absolutamente innegociable. Si viene una persona y me dice que las mujeres son inferiores a los hombres, automáticamente se acaba la conversación; no tengo nada que hablar con esa persona porque la memez se pega. Y eso es una memez. Y no tiene nada que ver con el lenguaje. Lo que hay que imponer es el respeto a todos los seres humanos; los derechos no se discuten. Si digo la juez no estoy haciendo de menos a nadie, y quien diga la jueza pueda decirlo; al cabo de los años las instituciones constatarán si la inmensa mayoría de los hablantes dicen la jueza, yo no tengo nada que objetar.
¿Qué opina de las afirmaciones de que el lenguaje es machista o al menos el uso que hacemos de él?
El lenguaje no es machista; el lenguaje es nuestro medio de expresión. Machistas son las personas, algunas personas, y esas personas pueden adoptar la careta de un lenguaje de lo que ellos llaman inclusivo y luego pueden tener un comportamiento verdaderamente lamentable. No creo que el lenguaje sea machista, machistas son las personas. No soy partidario de las generalizaciones, y si alguien es machista lo es utilizando el lenguaje o camuflándose tras el lenguaje inclusivo.
¿Cómo valora la injerencia de las redes sociales, servicios de mensajería instantánea...? ¿Estamos destruyendo nuestro lenguaje?
Las taquimecanógrafas, cuando tomaban apuntes, usaban abreviaturas muy simplificadoras. Y la que era culta, luego hablaba cultamente. Hoy día, todos tendemos a la economía del lenguaje. Y cuando utilizamos los whatsApp ponemos frases simples, quitamos los artículos, utilizamos abreviaturas, porque lo que buscamos es la rapidez. Y si somos personas con un nivel cultural aceptable, respondemos a ese nivel, y si no lo tenemos, no lo tenemos. El problema no son los whatsApp, no son las redes sociales, el problema es la educación. En el sistema educativo tiene que enseñarse a leer y a escribir; el problema es que los estudiantes leen menos y escriben menos.
Y siguiendo con polémica, la política sobre las lenguas cooficiales en España, el Catalán, el Euskera...
Yo he estudiado Catalán, Gallego y Euskera; no creo que eso sea ningún problema. Lo que sí es un disparate es pretender que todos los escolares en España estudien Catalán, Gallego y Euskera. Un chaval no puede estar en un pupitre 23 horas al día, tendría que estar incluso menos de las horas que está y poder jugar más. Lo que tiene que aprender son otras cosas. No tengo nada contra el Catalán, cuya literatura es la más desarrollada en Europa dentro de una cultura no estatal; me gusta mucho el Eukera, la singularidad del Castellano está ahí, precisamente, en la confluencia del latín vulgar con el Euskera; y en Gallego están escritas las Cantigas de Alfonso X el Sabio. No veo ahí ninguna polémica; las lenguas no se pegan, se pegan los políticos en nombre de las lenguas.
En esta vorágine, ¿qué papel juega el Instituto Castellano y Leonés de la Lengua?
Desarrollamos nuestras líneas de investigación y, francamente, hemos aportado cosas. Estamos modificando el estudio de los orígenes del Castellano, entre otras iniciativas que son interesantes. Lo que sucede es que la transmisión del conocimiento en Humanidades es lenta. Ningún profesional de Filología utiliza la edición de Menéndez Pidal para estudiar el Cantar de Mio Cid, pero si sales a la calle muchas personas te siguen hablando del poema por Menéndez Pidal. Si nos vamos a los orígenes de la lengua, y aunque creo que en Burgos no será así, en la calle te seguirán hablando de las glosas Emilianenses como origen del Castellano. Si esa encuesta la haces en la universidad, ya te hablan de los cartularios de Valpuesta. Lo que esto tarde en difundirse ya no es competencia del Instituto. Habría que poner en valor la colegiata de Valpuesta, restaurarla, y crear un centro como el de San Millán de la Cogolla y, a partir de ahí, las cosas serían más sencillas.
Hablando de los orígenes del Castellano, también esto ha generado alguna controversia académica...
Estaríamos perdidos si en el ámbito académico no hubiera polémicas. Cuando se plantea una cosa innovadora, lógicamente genera polémica. Pero la investigación realizada sobre Valpuesta ha cosechado reseñas de medios especializados, españoles, europeos y americanos, y no hay ni una crítica. El medio académico es el ámbito de las discusiones y, en su momento, San Millán de la Cogolla se acogió con mucho escepticismo.
¿Tal vez la polémica ha sido más política y económica?
Es que La Rioja lo ha hecho muy bien, han sabido promocionar muy bien el mito de las glosas Emilianenses y lo han convertido en una seña de identidad de La Rioja y han generado recursos económicos en torno a ello. Lo han hecho muy bien.
Y nosotros no...
Es evidente de no.
¿Hay visos de que vayamos a enmendar estos errores?
Me pregunta cosas a las que no puedo responder. Si me pregunta si el Instituto de la Lengua va a seguir estudiando e investigando, le puedo responder con precisión que sí. Con respecto a lo otro, pues no sé si se está haciendo o no se está haciendo. Ni es competencia mía.
Pero el que no lo sepa quizás indica bastante...
No, indica que yo estoy metido en mi trabajo. Me gusta más hablar sobre mi trabajo, que hay muchas cosas que se pueden mejorar, que pontificar sobre lo que hacen los demás. Haciendo nosotros el trabajo que hemos hecho con Valpuesta eso contribuye a que Valpuesta se ponga en valor tarde o temprano. Si no lo hubiésemos hecho esa necesidad no existía.
¿En qué estamos trabajando ahora en el Instituto de la Lengua?
Estamos preparando una exposición sobre la prensa española en Filipinas que es apasionante. Desde la Crisis del 1898 hasta los años 80, cuando desaparece la prensa española en Filipinas. Periódicos que se vendían en todos los quioscos, y revistas, y todo en español. Y ahora resulta que nada de eso existe. Así que hay que darle una vuelta. Son periódicos diarios, incluso con ediciones de lunes. Con esta exposición no solo hacemos una recuperación de ejemplares, sino que estudiamos por qué ha sido tan desastrosa la suerte del español en Filipinas. Estudiar este asunto tiene mucho interés, pues puede repetirse en islas del Caribe que caigan bajo la influencia de Estados Unidos.
En Burgos, algunas voces reclaman que nos convirtamos en capital de la lengua y que apostemos por ser un referente en estudio y formación del español como lengua extranjera
Hay que invertir. Igual que hablábamos antes de Valpuesta y el ejemplo de San Millán de la Cogolla, si nos damos una vuelta por Salamanca, el departamento de Filología puede tener 50 profesionales del máximo nivel. Hay que invertir, en profesionales que enseñen con profesionalidad. Salamanca es una ciudad vertebrada hacia la educación, montada a la enseñanza del español como lengua extranjera. El español lo hablan 550 millones de personas es evidente que hay espacio para todo el mundo.
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