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Edificio brutalista de Burgos. Luis Argüelles / Docomomo

El edificio brutalista que se puede encontrar en Burgos

La película 'The Brutalist', con diez nominaciones al Oscar, ha devuelto el protagonismo a un estilo arquitectónico ligado al uso del hormigón como acabado del edificio, sin revestimientos

Gloria Díez

Burgos

Domingo, 2 de marzo 2025, 09:02

Si hay una cualidad que destaca del cine es que puede devolver el protagonismo a figuras, personajes o etapas históricas olvidadas o desconocidas para el gran público. Incluso puede devolver el esplendor a un tipo de arquitectura y provocar su revaloración estética y social. Es el caso del llamado brutalismo, late motiv de una de las películas favoritas para los Oscar 2025, 'The Brutalist', que acumula diez nominaciones. Un estilo que también tiene su representación en la provincia de Burgos.

Según la Fundación Docomomo Ibérico, el brutalismo es «un calificativo que se otorga a unas arquitecturas en las que podemos identificar una serie de rasgos comunes, pero que no están definidas por ningún manifiesto ni tratado». Este tipo de construcciones están ligadas al uso del hormigón como acabado del edificio, «sin revestimientos y valorando de este material su capacidad expresiva». Y hay un edificio en la ciudad de Burgos catalogado como brutalista por el Docomomo: El Centro de Promoción Social (PPO), situado en la calle Eloy García de Quevedo.

Quienes hayan contemplado esta edificación, habrán reparado en su vastedad y en la ausencia de ornamentación. La definición de Docomomo destaca de este espacio de Burgos «la robusta materialidad del edificio, dominada por el hormigón, como buen representante del brutalismo. Muy meritoria es la escasez de materiales utilizados ―hormigón armado en estructura y cerramientos, cerámica en suelos, aluminio en su color natural en carpinterías―, así como el gran cuidado por los detalles ―barandillas, puertas, rotulación, mobiliario― y su integración de la jardinería».

Edificio brutalista de Burgos. Luis Argüelles / Docomomo

Este edificio de Burgos fue construido entre 1972 y 1973 por Álvaro Hernández Gómez y alberga el Centro de Formación Profesional Ocupacional, dependiente de la Junta de Castilla y León.

Además, los expertos de la Fundación reconocen que el PPO de Burgos es un buen ejemplo del servicio a la sociedad que debe ofrecer la arquitectura. Explican que absorbe «muy dignamente las nuevas necesidades planteadas en cada momento, manteniendo una buena conservación, incluso ambiental, y acogiendo una actividad continua durante más de cuarenta años».

La lista Docomomo, el registro más conocido de arquitectura moderna, recoge 47 construcciones de la provincia de Burgos que están firmadas por arquitectos de renombre.

Qué es el brutalismo

El uso de hormigón sin revestir es la característica principal de la arquitectura denominada brutalista. Pero hasta los años 20 no se consideraba un material como expresivo y, como explican los expertos de Docomomo, «se revestía de otros materiales o se aprovechaba su condición plástica para conferirle una imagen equiparable a la de otros lenguajes arquitectónicos».

Le Corbusier, arquitecto muy influyente, fue el primero en señalar «las posibilidades expresivas del hormigón armado como material de acabado». Y fue a partir de la década de 1940 cuando empezó a abogar por las cualidades del hormigón como material de acabado. Por tanto, se puede afirmar que este arquitecto fue quien popularizó el uso de este material que se empezó a utilizar de forma masiva tras la Segunda Guerra Mundial.

Se hizo tan popular que hay incontables ejemplos de edificios brutalistas en la década de los 60 y de los 70. El éxito del hormigón empezó a decaer a partir de los 80, cuando surgieron «alternativas formales y materiales que se alejaban los gustos estéticos de lo que habían sido las tendencias brutalistas», apunta el Docomomo.

La reconocida película que ha devuelto el esplendor al brutalismo rinde homenaje a esta tendencia arquitectónica, ahondando en la idea de la honestidad del hormigón para construir edificios funcionales y duraderos, adaptados a las necesidades proyectadas para el espacio. También en su vastedad, redundando en la hipérbole de robustez que caracteriza a este tipo de arquitectura. Cualidades que hoy se pueden ver de cerca en la ciudad de Burgos, en el notable ejemplo brutalista que se mantiene en la calle Eloy García de Quevedo desde hace cinco décadas.

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