Así será el Burgos CF de Bolo
El ideario del técnico, en su trayectoria, se ha sustentado sobre un 4-4-2 en el que sus equipos han apostado por la verticalidad en ataque
Con el capitán del barco decidido y los primeros grumetes llegando hasta orillas del Arlanzón, el Burgos CF está un paso más cerca de comenzar a rodar. Pero para eso todavía queda tiempo y a falta de muchas fichas importantes por cerrar lo que parece claro es que la manera de jugar del equipo burgalés será diferente con Bolo a la mostrada las últimas temporadas con Julián Calero.
Porque, como él mismo reconoció en su presentación, Bolo es un firme creyente del 4-4-2. Es este su dibujo predilecto, aunque si las circunstancias lo obligan puede variarlo hacia otros sistemas, esencialmente hacia un 4-2-3-1 que no altera su querencia por el juego vertical y tendente a lo directo.
Esta tendencia se demuestra con el hecho de que su Ponferradina llegó a ser uno de los equipos con menor posesión de la categoría, lo que no fue un obstáculo para conseguir un ascenso (a Segunda División) y tres permanencias; la primera, en la penúltima jornada, y las otras dos, tras rozar en ambas el play-off de ascenso (acabó octavo dos veces y acumuló 38 jornadas en play off entre ambos cursos).
Para el Burgos CF no buscará fórmulas mágicas, pues apuesta por la solidez y por el orden, algo que en las temporadas anteriores se ha visto en El Plantío. Como el Burgos de Calero, su Ponferradina era capaz de vivir lejos del área y presionar alto, pero se sentía más cómoda replegada en campo propio para protegerse cerca del área desde una buena organización y la ganancia en los duelos defensivos de sus centrales, a menudo, agresivos.
Los equipos de Bolo son reactivos, por tanto, y a partir de la recuperación, buscan la transición, incluso sin temer partirse, ya que tienden al equilibrio: si los cuatro de arriba se descuelgan, el resto del bloque les protege de una posible pérdida.
En su última temporada en la Ponferradina Naranjo, Ojeda, Yuri y Espiau actuaban casi como cuatro delanteros, repartiéndose zonas, con un doble pivote capaz de contener y la zaga como último sostén. En este sentido, los centrales no se enredan a la hora de salir y juegan habitualmente en largo, buscando al delantero, para que la toque hacia la carrera de otro atacante o para que controlen y aguanten el balón esperando a la segunda línea. El doble pivote suele ser completo, con un perfil físico y con capacidad para abarcar mucho espacio, y los laterales, de largo recorrido, para buscar maximizar ese juego vertical. A menudo son ellos los que dan amplitud, ya que los extremos suelen juntarse por dentro buscando zonas de disparo y llegar con muchos efectivos a zonas de remate. Si juega 4-2-3-1, el mediapunta suele hacer funciones muy parecidas a la del delantero (el mismo Espiau o Hugo Rama en el Oviedo), aunque alguna vez puntual ha optado por reforzar con otro mediocentro, como Erik Morán en la Ponfe o Montoro en el Oviedo.
Todo esto guarda similitudes con lo que ha sido el Burgos CF con Calero: jugadores como Córdoba y Grego Sierra son ganadores de duelos y tienen una buena defensa del área, Areso y Matos tienen impacto en campo rival por su capacidad llegadora, Atienza o Mumo son fuertes y con pulmones, Gaspar, Curro y Bermejo aparecen en el área con balón o en zona la zona de inversa a por aquella por la que transita la acción
Además, el vestuario ya cuenta con jugadores que le conocen. Curro coincidió con él en la 2020-21 y anotó cinco goles a sus órdenes. No es el único, una temporada después Espiau también estuvo en la Ponferradina de Bolo, con quien anotó siete tantos. El cancerbero récord de esta temporada, José Caro, y Pablo Valcarce también estuvieron bajo su batuta en la Ponferradina en la 2019-20 y en la 2020-21.