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Christian Horner en el circuito de Barhein. REUTERS

Bomba nuclear en la Fórmula 1: Christian Horner, despedido como jefe de Red Bull

El que ha sido responsable del equipo con más títulos en los últimos 20 años es expulsado en medio de una guerra intestina con los Verstappen y un año después de su escándalo sexual

David Sánchez de Castro

Miércoles, 9 de julio 2025, 12:25

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Los cimientos del actual statu quo de la Fórmula 1 han quedado sacudidos tras la bomba informativa que estalló a media mañana de este miércoles, apenas tres días después del Gran Premio de Gran Bretaña: Red Bull ha despedido fulminantemente a Christian Horner, hasta ahora jefe de equipo y CEO de la escudería. Después de dos décadas en las que el equipo conquistó seis títulos de constructores, ocho de pilotos, 124 victorias, 107 poles y 287 podios, el arquitecto de esa era dorada ha sido apartado sin contemplaciones.

El uso explícito de la palabra «despedido» deja claro que la ruptura ha sido todo menos amistosa. Horner, que hasta hace poco era una figura intocable dentro del complejo y venenoso ecosistema de Red Bull, ha caído con estrépito. Fue él quien convirtió a una escudería que heredó el esqueleto de Jaguar en un gigante capaz de tumbar al mismísimo Ferrari de Fernando Alonso en pleno apogeo, hasta convertirse en el equipo más dominante de las últimas décadas. Solo el reinado de Mercedes interrumpió el doble ciclo de dominio, primero con Sebastian Vettel y luego con Max Verstappen al frente. Y precisamente ese apellido, Verstappen, es clave para entender lo que ha pasado.

El sustituto inmediato de Horner será Laurent Mekies, hasta ahora jefe de equipo de Racing Bulls —la escudería filial—, que a su vez pasará a estar dirigida por Alan Permane. El equipo, en el que militan Isack Hadjar y Liam Lawson, también se verá afectado por esta sacudida en la estructura.

La intrahistoria de una caída

La gran pregunta que se hacen los aficionados es: ¿qué ha ocurrido realmente? ¿Cómo se ha pasado de una calma aparente al despido fulminante del gran jefe? Basta con repasar los movimientos de los últimos meses para ver que el fuego llevaba tiempo encendido: la renovación inesperada de Sergio Pérez para luego forzar su marcha, el vaivén con Lawson y Tsunoda, la salida de Adrian Newey —pieza clave del éxito junto a Horner— rumbo a Aston Martin, los enfados públicos y silencios incómodos de Max Verstappen… Todo ello tras la muerte de Dietrich Mateschitz, fundador del imperio Red Bull y principal valedor de Horner.

Pero todas las miradas acaban en los Verstappen. A principios de la pasada temporada, la prensa neerlandesa —detalle nada inocente— destapó un escándalo sexual que salpicaba a Horner por presuntos comportamientos inapropiados con una empleada. Se filtraron conversaciones, mensajes e incluso imágenes muy explícitas. Aunque el dirigente británico, esposo de Geri Halliwell (exSpice Girl), logró sobrevivir políticamente al escándalo, el tema quedó silenciado mientras las victorias de Max ayudaban a enterrar el ruido.

Sin embargo, el hedor nunca desapareció. Y ahí emerge la figura de Jos Verstappen. El padre del tetracampeón ha estado en el centro de las maniobras internas, filtraciones, presiones y conspiraciones dentro del equipo. Un movimiento continuo de desgaste que no ha pasado desapercibido para nadie, ni siquiera para Toto Wolff, que ha empezado a fantasear con la posibilidad de fichar a Max Verstappen para Mercedes, aunque eso suponga relegar a George Russell, a priori su hombre de confianza para la era 2026.

La Fórmula 1 entra así en un nuevo ciclo. Horner no solo era el jefe de Red Bull, era un actor de peso en las decisiones políticas, técnicas y hasta reglamentarias del paddock. Su salida deja un vacío difícil de llenar y abre interrogantes sobre el futuro inmediato del equipo. Si a la pérdida de Newey se suma la de Horner, y Helmut Marko ya planea su retirada —con Sebastian Vettel como posible sucesor en un puesto que tiene más poder del que aparenta—, ¿puede Red Bull permitirse perder también a Verstappen? ¿O es precisamente este despido un gesto para retenerlo y evitar una descomposición total a las puertas del nuevo reglamento técnico?

¿Destino Ferrari?

Otra gran incógnita es el futuro del propio Horner. Su marcha no solo es una sacudida para Red Bull, sino un potencial regalo para cualquier otro equipo. Y Ferrari aparece como principal candidato. El puesto de Fred Vasseur pende de un hilo —él mismo pidió «menos crueldad» a los medios recientemente— y el nombre de Horner ha cobrado fuerza en Maranello.

Ficharle sería una apuesta estratégica para reordenar el caos estructural de la Scuderia, sobre todo con el cambio reglamentario de 2026 en el horizonte y un Lewis Hamilton que ha encontrado en Ferrari un panorama muy distinto al que dejó en Mercedes. Desde 2005, cuando Horner asumió las riendas de Red Bull, Ferrari ha tenido seis jefes de equipo, ha ganado 65 carreras —casi la mitad que Red Bull— y solo ha logrado dos títulos de constructores y uno de pilotos (en 2007, con Raikkonen, tras la descalificación de McLaren). Quizá lo que más necesita el Cavallino es precisamente eso: un timonel firme que sepa llevar a buen puerto al mastodóntico transatlántico rojo. Y pocos tienen el pulso mejor que quien les acribilló hace no tanto.

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