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Virgen de la Alegría con una piña en su mano derecha, símbolo de la fertilidad. Adrián Miguel
Burgos Misteriosa

Las representaciones icónicas que unen lo mundano con lo esotérico y espiritual: cordones y piñas

Pasan por ser representaciones inocentes o casuales, pero todo tiene su causalidad y estos dos símbolos han marcado dinastías reales y han propiciado acontecimientos sobrenaturales

Sábado, 21 de junio 2025, 09:14

Una curiosa coincidencia, el natalicio de Enrique III, el Doliente, en Burgos, con la fecha del nacimiento de San Francisco de Asís, le llevó a este rey castellano a tomar como símbolo de su casa el cordón franciscano. Y he aquí la primera serendipia, o no tanto.

Enrique III, nació en Burgos el 4 de octubre de 1379. Fue rey de Castilla y León desde 1390 hasta su muerte en 1406. Era hijo de Juan I de Castilla y de Leonor de Aragón. Y recibió el sobrenombre de 'Doliente' debido a su salud frágil y enfermedades recurrentes a lo largo de su vida. Se le atribuye la reorganización de la administración real y la promoción de la justicia. Murió en Toledo el 25 de diciembre de 1406 y fue enterrado en la Capilla de los Reyes Nuevos de la catedral primada.

A su devoción por el santo de Asís, nacido el mismo día de 1182, se unió la piedad familiar por Francisco, demostrada por su familia desde su padre y su abuelo. La adopción del cordón franciscano en su linaje, introducía novedades emblemáticas en la nobleza real, un símbolo que le unía al dolor de Cristo, un vínculo místico entre el rey doliente con la persona sufriente de Jesús en la cruz.

Este es el apelativo que recibió el tercer Trastámara respondía a la eterna enfermedad que padeció desde su infancia y que fue diagnosticada como tuberculosis progresiva. El joven monarca se puso bajo la advocación de San Francisco, adoptando su signo característico, el cordón con sus nudos, «que representa el dolor, acertado y amado».

Antes del Doliente, el escudo de Castilla y León, orlado por el cordón franciscano aparece en numerosas representaciones como la del techo del monasterio de San Antonio el Real en Segovia. Fray Alonso de Espina, afirma que Enrique III hizo representar el cordón rodeando las armas reales por devoción al santo.

Pero son muchas las manifestaciones del cordón en la provincia de Burgos. La más conocida sin duda es la representación del cordón franciscano en la Casa del Cordón, o de los Condestables de Castilla, pero también la casa de los Fernández Velasco hizo representar el cordón en otros muchos lugares sin ir más lejos el mausoleo de Juan Fernández de Velasco del Monasterio de Santa Clara de Medina de Pomar.

En este lugar aparece en la figura de alabastro rodeado el cuello del noble del norte de la provincia de Burgos. Hoy podríamos decir que ese cordón sugiere un valor intangible, un talismán para aquellos que adoptaron ese símbolo. El cordón franciscano, además de en Burgos está presente en la provincia en otros lugares como Santa María del Campo, donde existe una casa con ese cordón, . de hecho, era un símbolo emblemático y signo de fidelidad a la monarquía y al prestigio caballeresco

También aparece en algunos arcones funerarios del panteón del monasterio de Oña de tiempos de Enrique IV.

La piña

La piña tiene también un significado especial. La esposa de Enrique III el doliente abre un importante capítulo al aportar. La primera divisa femenina regia documentada en la Castilla de los Trastámara. Catalina de Lancaster tuvo ese emblema identificado con la piña en su escudo nobiliario.

Desde antiguo la piña se asociaba a la fertilidad por sus muchas semillas y por su asociación alpino, árbol de la vida, y símbolo de eternidad por su forma triangular ascendente. Aquí vemos otro signo pagano de muerte y de resurrección a la vida eterna. El abeto tiene forma piramidal un estilo, una forma, una manera de entender el sentido de la trascendencia. Pero es que además de todas las referencias a la monarquía de los Trastámara con el cordón y la piña estos símbolos se replican en diferentes figuras religiosas.

Sin ir más lejos en Burgos hay una figura emblemática que tiene una piña en la mano. Se trata de la virgen de la alegría que tiene su pequeña capilla en la catedral de Burgos, pero no dentro, sino en el exterior, en la calle Fernán González. Se trata de una imagen de la virgen con el niño sobre sus rodillas mientras la mujer muestra una piña en la mano. Sin duda es una traslación, así lo explican los expertos en arte, de esas figuras de la virgen que tanta devoción tenía Catalina de Lancaster.

Y son símbolos emblemáticos que se representan en diferentes lugares como también por ejemplo el monasterio de Santa María de Miraflores en Burgos. Tanto cordones como piñas son símbolos dobles, por un lado, religiosos y por otros civiles en cuanto que son divisas, era heráldicas, en este caso de la casa de Trastámara. Tenemos que remontarnos también a etapas del románico, porque muchas de los capiteles de algunas de las iglesias de Castilla tienen esta representación icónica

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