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Boris Johnson. Reuters
Johnson contra Ferrovial, segundo asalto

Johnson contra Ferrovial, segundo asalto

El favorito para ser primer ministro británico ha sido un crítico impenitente de la expansión del aeropuerto de Heathrow

Iñigo Gurruchaga

Londres

Sábado, 15 de junio 2019, 17:49

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Las empresas españolas que comercian con Reino Unido son afectadas por la incertidumbre sobre el 'brexit', pero la evolución de la política doméstica británica ofrece mayor certeza: si los laboristas ganan unas elecciones, su plan de nacionalizaciones afectaría a Iberdrola, y si Boris Johnson es el nuevo primer ministro, Ferrovial deshojaría margaritas sobre la expansión de Heathrow.

El líder laborista, Jeremy Corbyn, anunció hace un mes su intención de revertir al sector público la red de transmisión de electricidad, con el Parlamento fijando el precio de las instalaciones de Scottish Power, la empresa con sede en Glasgow adquirida por Iberdrola en noviembre de 2006. El grado de certeza se conjuga en este caso con una cadena de verbos condicionales.

Para Ferrovial, el enigma sobre su plan de construir una tercera pista en el aeropuerto que adquirió seis meses antes está envuelto en la firme oposición que Johnson ha mostrado a la expansión de Heathrow, y el contenido es la nada, el silencio que mantiene en su campaña el claro favorito para sustituir a Theresa May.

Johnson es diputado por la circunscripción de Uxbridge y Ruislip Sur, donde termina Londres, en el oeste de la metrópoli y al norte del aeropuerto. Y sobre el centro de Uxbridge llueve sin parar a esta hora. La gente tiene prisa. ¿Creen que el primer ministro Johnson mantendrá su oposición a la tercera pista? Un hombre de unos sesenta años: «No, es un imbécil. Fue un mal alcalde y será un mal primer ministro». Un inglés en su cuarentena esperando a su mujer india: «No creo que lo haga. Hay demasiado dinero en juego. Se han comprado ya casas».

Tumbado

El político conservador no inspira confianza, pero lideró como alcalde la campaña contra la expansión. Cuando fue elegido diputado, en 2015, dijo: «Me tumbaré en el suelo con vosotros para bloquear a las excavadoras y detener la construcción de la tercera pista». Días después, en Radio 4 de la BBC: «No creo que haga falta que bloquee excavadoras. Es el tipo de cosas que podías hacer en China en 1950, pero el impacto en Londres, el coste medioambiental o en derechos humanos es tan grande que no creo que se construya».

Ferrovial es gestora de Heathrow y propietaria de la mayor porción del capital social, 25%. Su argumento es que opera al 98% de su capacidad, 480.000 vuelos anuales. La tercera pista permitiría aumentarlos a 740.000 y una explotación comercial más provechosa de sus terminales. La obra implica derribar pequeños pueblos, ampliar la vecina autopista de circunvalación. Cuenta con el apoyo de sucesivos gobiernos, de la City financiera y asociaciones empresariales.

Boris Johnson también ha expresado oposición a la construcción de la vía para trenes de alta velocidad que en su primera fase quiere unir Heathrow con Birmigham, en el que también quieren participar empresas españolas, como Talgo o CAF. Pero no es un ludita que se opone a las grandes obras, como los artesanos y empleados en factorías del siglo XIX que destruían máquinas.

Cuando era alcalde propuso la construcción del nuevo gran aeropuerto londinense en el este, en la despejada desembocadura del Támesis. Como ministro, la de un puente sobre el Canal de La Mancha y otro entre Irlanda del Norte y Escocia. Más de cuarenta millones gastó en el diseño de un puente-jardín sobre el Támesis, cancelado tras su marcha de la alcaldía.

Su oposición al plan de Heathrow es compartida por residentes en el oeste de Londres y comarcas limítrofes, afectados por ruido y polución causados por aviones que cruzan constantemente los cielos para aterrizar o despegar. El Ayuntamiento de Hillingdon, con sede en Uxbridge, es parte también de la coalición de municipios del Gran Londres que han denunciado la expansión en los tribunales. El presidente del grupo de concejales conservadores, que gobiernan Hillingdon, declinó la invitación a comentar sobre la tesitura de Johnson.

¿Postergar?

Hacan es una asociación de afectados por Heathrow con cuatro décadas de existencia. Se estiman en 700.000, que se duplicarían tras la expansión. Su presidente, John Stewart, cree que Johnson «no sabe ahora qué hará». En la presentación de su candidatura, achacó el 'brexit' al hartazgo de quienes se sienten abandonados y prometió más conexiones en la Inglaterra central, un metro en la ciudad norteña de Leeds.

Es el tipo de infraestructuras que se proponen como alternativas a la concentración, sea la expansión de Heathrow o el tren de alta velocidad. «Si se convierte en primer ministro», dice Stewart, «tendrá que elegir entre la presión de Heathrow y de las grandes empresas o seguir apoyando a las campañas, a los diputados que le respaldan y se oponen a la tercera pista, y al Ayuntamiento de Hillingdon. Creo que pospondrá la decisión».

La personalidad escurridiza de Johnson es conocida. Cuando el Parlamento respaldó, el pasado año, la decisión del Gabinete de declarar la tercera pista como su opción preferida para aumentar la capacidad del transporte aéreo, el entonces ministro de Exteriores, se ausentó, volando- ida y vuelta en un día- a Afganistán. ¿Qué hará el martes, cuando Heathrow presenta públicamente sus planes y sus rivales en la campaña por el liderazgo conservador le pregunten por su reacción, en el único debate televisado que ha aceptado?

Los inspectores de planificación urbanística iniciarán pronto su tarea y tras su conclusión, en dos años quizás, el Ministerio de Transportes tendrá que emitir un veredicto sobre su informe. Johnson habría sorteado el aprieto del martes, sería primer ministro, habría culminado en pie su arriesgada pirueta sobre el 'brexit'... y aún tendría que salir de este barrizal de excavadoras, vuelos y traiciones.

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